
Vicente Fox resultó ser el mejor intérprete de los sentimientos de la nación. Su frase: “Yo no voy a pagar por ese pinche muro” tal vez no alcance la gloria de colgar de las paredes del Congreso de la Unión, ni la reciten los niños de las primarias ni inspire a los jilgueros en las campañas políticas, pero sí condensa el sentir de la población mayoritaria con respecto a la machacona ofensiva de Donald Trump en contra de México. El magnate reitera su amenaza de que nos hará pagar la construcción de un muro de tres mil kilómetros para sellar la frontera entre Estados Unidos y México. Nos agarró de puerquitos. Ha basado su exitosa carrera a la Casa Blanca en un discurso neofascista. No sólo en contra de los mexicanos, es cierto, pero México es el blanco más frecuente de sus dichos ominosos.
Lo malo es que no a todos les ha caído del veinte de que se trata de un peligro real, concreto. Hace meses, cuando arrancó la campaña del Partido Republicano, los gruñidos de Trump se consideraban disparates de un excéntrico. Hoy que está encaminado a ser candidato presidencial, no se pueden dejar pasar de largo, como si nada. Podría llegar a tener el poder suficiente para borrarnos del planeta. La campaña republicana nos incumbe. Su eje principal ha sido la migración. Se cayó, siguiendo el mal ejemplo de Trump, en el círculo vicioso de ver cuál de los aspirantes es más gandalla con los mexicanos. Se perdió el decoro. Por eso Joe Biden, el vicepresidente, tuvo que pedir una disculpa por la “retórica dañina” de la campaña.
Si sólo fuera eso, retórica, no tendría caso alarmarnos, pero las palabras tienen un peso. Las palabras se transforman en compromisos que dan lugar a acciones. En fin. Es justo decir que antes de Fox, el ex presidente Felipe Calderón había adoptado una posición similar. Hace unas horas dijo que Trump, como Hitler en su momento, siembra odio. El camino está marcado. No estaría de más explorar la posibilidad de que diversos sectores de la población, comenzando por los partidos políticos pero también académicos, empresarios, trabajadores, deportistas, artistas y periodistas firmaran una nueva carta abierta a Trump rechazando sus propuestas racistas. En este espacio yo hago mi parte. Advierto al millonario: No daré ni un peso para su pinche muro.
Narcomenudeo en CU.- ¿Alguien sabe de qué tamaño es el narcomenudeo en Ciudad Universitaria? ¿Cuántos puntos de venta hay en el campus? ¿Es cierto, como se dice, que los vigilantes están al tanto de la venta de estupefacientes? ¿Cuántos puestos ambulantes en el perímetro de la Universidad son en realidad narco tienditas? ¿Qué tiene que ver el STUNAM en este asunto? Si algún estudiante de esa casa de estudios lee este texto con seguridad conoce las respuestas. Lo anterior con motivo de la detención de un malandro apodado el “Yorch”, que puso sobre la mesa, otra vez, el tema del narco menudeo en Ciudad Universitaria y la situación irregular que impera en el auditorio de la Facultad de Filosofía y Letras, tomado desde años por una tribu que mezcla activistas, vendedores ambulantes, viciosos, vagos, muchos que ni siquiera son alumnos en activo de la casa de estudios. Los rectores no le entran al tema porque no quieren enfrentar olas bravas. Eso es. Se resisten a ver al cocodrilo en la sala, pero ahí está.
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