Entiendo por intelectual a una persona que se dedica a reflexionar acerca de los temas públicos, y expone sus ideas de forma más o menos abierta a la ciudadanía. No se trata de un grado impuesto o elegido (no conozco a nadie que ponga en su currículum algo como “Licenciado Tuercas, intelectual”) sino una actitud doble de reflexión y exposición.
Es distinta a la labor académica, pues su público no es un salón de clases. Puede ser que también sea docente, pero debe tener la habilidad de distinguir entre la ciudadanía y el estudiantado.
Si bien podríamos pensar en la figura, tal vez extinta, del intelectual de café (y los ha habido en cada ciudad y pueblo), me parece que es una figura que se presenta más bien en los medios de comunicación, potenciada en las redes sociales.
Ahí hay un punto a debatir ¿es lo mismo un intelectual que un influencer? Me parece que no, aunque cada uno sueñe con ser el otro; el segundo habita en redes sociales como su ecosistema, el primero se sirve de las redes pero su espacio son los medios (que desde luego pueden ser digitales)
Seguramente hay figuras que pueden fluidamente pasar de un campo al otro sin mayor problema. Seres que hacen de la hibridación su mayor fortuna.
Pero también los hay quienes se apegan al modelo. Y, por ejemplo, priorizan las ideas por sobre la figura personal, siguiendo tal vez el ejemplo del Anónimo Sevillano (“un estilo común y moderado, que no lo note nadie que lo vea”) como caso paradigmático viene a mi mente Gabriel Zaid.
Pensar no es sinónimo de sr intelectual. Tampoco de expresar ideas públicamente, sino una combinación de ambas, que debe de pasar por cierta experiencia o formación, así como por una manera de expresar sus ideas que resulte interesante al público.
Su función es aportar ideas a la discusión. No goza de ningún tipo de “representación” o de legitimidad para “hablar en nombre de”, más que en el suyo propio; lo cual tampoco evita que pueda expresar una idea generalmente aceptada, o una inquietud social, pero suelen ser más interesantes cuando de lo que hablan es justamente de lo que nadie se había dado cuenta.
Participa en esta discusión de una manera más o menos permanente, de forma que no es un ave de paso en el debate, sino su habitual.
Ahora bien, como participa en una discusión abierta, es posible que sus ideas sen objeto de crítica. Ya sea por la postura de la que parte, por los presupuestos que asume, o la manera en que se expresa, así, no puede pedir que sus ideas sean aceptadas sin más; de hecho, la crítica a lo que se expone es una forma del elogio: te pareció importante mi opinión, por eso la analizaste y la criticas.
No se trata de ninguna casta que deba gozar de particular consideración. Si se gana la vida mediante la exposición pública de sus ideas, se trata de un trabajo tan bien o mal pagado como cualquier otro, y sin duda, debe hacer un esfuerzo constante por aumentar el número de quienes le atienden.
Mas peliagudo es el tema de si sirve para orientar de alguna forma la opinión pública, o la acción política. En lo personal, no lo creo; me parece que tal vez puede influir en el criterio de quien le lee, ve o escucha, pero nada más; y mal haría, estimo, en darse mayor importancia que la de un mero generador de ideas (lo que de suyo es bastante)
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