Opinión

¿Solo nos queda rezar?

Como lo reportaron todos los medios, el domingo se inició la Jornada de Oración por la Paz en México, que continuará a lo largo del mes en las más de siete mil parroquias e iglesias del país. El llamado de la Iglesia Católica es a rogar a Dios por las víctimas de la violencia, los gobernantes (a ver si así les ilumina) y hasta por la conversión de los delincuentes.

Un grupo de personas rezan por la paz

Un grupo de personas rezan por la paz

Archivo Cuartoscuro

Ciertamente, el asesinato de dos jesuitas en Chihuahua y la muy desafortunada respuesta del inquilino de Palacio Nacional fueron las gotas que derramaron el vaso; el lado positivo es que nos sacudieron como para sacar de la “normalidad” la inseguridad en que vivimos.

El obispo de Aguascalientes, Juan Espinoza Jiménez, puso el dedo en otra llaga, al denunciar que familiares de sacerdotes han sido “levantados” sin que hasta ahora se sepa de ellos.

Y es que, además de las masacres y homicidios, el secuestro es una gran amenaza para la sociedad. Ahí no se trata de estar en el lugar equivocado, sino de ser la persona a la que se le pueden expoliar no únicamente sus bienes, sino también su paz y su felicidad por un largo tiempo.

De acuerdo con el Reporte Nacional de Secuestro. Diciembre 2018 a Mayo 2022, elaborado por la organización Alto al Secuestro, han ocurrido cuatro mil 708 secuestros, promediando cuatro diarios en todo el país. Ciertamente, el número de secuestros mantiene una tendencia a la baja, pues tuvo su punto más alto en enero de 2018, con 225 casos mensuales, y para mayo de 2022 se ubicó en 74 incidencias mensuales.

Para ser justos, veamos de dónde venimos.

Si comparamos el número de secuestros por administración, durante toda la gestión de Felipe Calderón ocurrieron tres mil 118, pero durante la Presidencia de Enrique Peña Nieto se dispararó el secuestro hasta acumular siete mil 700; es decir, 146 por ciento de incremento.

Esto significa que, con repecto a EPN, la 4T lleva una disminuicion del 39 por ciento, pero con respecto a FCH tiene un incremento del 51 por ciento. Y la 4T apenas va a la mitad de su período.

Las cifras oficiales federales discrepan mucho de las de Alto al Secuestro, porque esta organización conforma su base de datos a partir de lo reportado por las fiscalías estatales y los medios de comunicación. Curioso que se encarguen las fiscalías locales, siendo que el secuestro es un crimen federal y que los datos indican que la mayoría de las bandas de secuestradores son células menores de de los grupos del crimen organizado.

Y peor se la voy a contar, secretaria:

De acuerdo con el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública, por cada secuestro reportado, hay cinco casos no denunciados. Esto nos llevaría a estimar 23 mil 578 durante la actual gestión.

De estos casos estimados, 70 por ciento se resuelven por el pago del rescate y sin intervención de la policía; en solo seis por ciento de los casos sí intervino la policía y no se pagó el rescate.

¿Qué nos dicen estas cifras? Que no hay confianza en la operación de las policías, ya no digamos en su honestidad. Cualquiera que sea la razón, el resultado es el mismo: miles de víctimas y familiares destrozados.

La falta de denuncias hace que el secuestro se diluya, pues las fiscalías no tienen elementos para perseguir a delincuentes sobre los que no tienen un caso concreto; recordemos que no son capos famosos, sino criminales desconcidos. Ello contribuye a que la sociedad quede todavía más indefensa.

Entre los abrazos que ya no alcanzan y la desconfianza que prevalece, solo nos queda rezar. Si se sabe alguna novena de oraciones, compártala en su cuenta de Twitter…

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