Opinión

Riqueza y desigualdad

Con mayor riqueza producida en el mundo sería lógico pensar en menor pobreza, y sin embargo la paradoja es que la desigualdad es cada vez mayor. Difícilmente alguien podría oponerse al planteamiento de que la desigualdad es uno de los obstáculos más serios al desarrollo. En otras columnas, referido a lo político, hemos reflexionado sobre las diferencias entre izquierdas y derechas de cara a la igualdad como valor y aspiración. En lo económico, es claro que a mayor desigualdad, menos consumo y menos generación de empleos: un círculo virtuoso si no fuera en realidad perverso. En lo social, expertos afirman que la desigualdad es socialmente destructora ya que a más inequidad más pobreza y marginación, pero también violencia y fragmentación social. Esos expertos sugieren que en la actualidad podemos encontrar -con alarma- condiciones de inequidad como las que existían hace dos centurias, en el inicio de la revolución industrial, tanto de precariedad laboral como de oligopolios, evasión fiscal y debilidad tributaria, a tal grado que podría decirse que lo novedoso es la existencia de paraísos fiscales y también la magnitud de la corrupción. Gracias a recientes investigaciones periodísticas (Panama Papers, Pandora Papers) el público ha conocido de la enorme riqueza “oculta” de personajes de todo tipo en el mundo. Al parecer esos paraísos albergan alrededor de 17 billones de dólares (en 2020 el PIB de Estados Unidos fue de 20.99 billones)

En 2010, 388 personas poseían la misma riqueza que 3,600 millones de individuos juntos y en 2020 la cifra se redujo a 80. Oxfam, en su informe de 2018, ya había advertido que por cada dólar recabado por la hacienda pública solamente 4 centavos provenían de las grandes fortunas, lo cual en lenguaje llano significa que los trabajadores pagan más impuestos que los ricos del mundo, y vaya que en México ha quedado claro en los últimos años con la información proporcionada públicamente sobre los niveles de evasión fiscal de las grandes empresas. (“Desigualdad: el gran problema del siglo XXI”, Fuera de Perfil, YouTube.com)

Por si fuera poco, esa situación tiene un fuerte impacto negativo en la educación y en la salud, como ya lo demostró la pandemia de coronavirus -nuevamente México es un buen ejemplo de la precariedad del sistema de salud tras décadas de abandono- todo lo cual se traduce en la cancelación de oportunidades de desarrollo y de futuro para amplias mayorías frente a la concentración de privilegios en muy contadas manos. Tristemente las disparidades se siguen agrandando con consecuencias que se extienden también a otros ámbitos.

Las virtudes del (neo)liberalismo económico y la globalización se encuentran fuertemente cuestionadas; han sido fuente de producción de riqueza en las últimas cuatro o cinco décadas, pero también son la razón de la profundización de las desigualdades. Las empresas y los empresarios difícilmente pueden ser considerados como los guardianes morales del bien común. Rafael Lemus sugiere que el neoliberalismo es una racionalidad política que paradójicamente persigue el fin de la política para sustituirla por la administración y “el imperio de la gobernanza”, de manera que la empresa y no el Estado, sea la fuerza modele al mundo. (Breve historia de nuestro neoliberalismo, México, abril 2021, Penguin Random House) El descrédito de esas premisas ha venido dando lugar a fenómenos políticos variopintos, que por facilidad o pereza conceptual se les califica casi por igual de populismo, pero que no dejan de estar esencialmente enfocados en criticar los fundamentos de esos preceptos tan enquistados en cuarenta años o más, ya sea que se trate de derechas o de izquierdas, sin hablar de sus extremos.

En una encuesta ya no tan reciente, pero que no deja de ser un buen indicativo, el Edelman Trust Barometer arrojó que el 56 por ciento de los encuestados consideraron que el capitalismo como tal, al día de hoy, hace más daño que bien. Dicho estudio demoscópico consistió en una encuesta realizada a 34 mil personas en 28 países diferentes tanto en países de las llamadas democracias occidentales como Estados Unidos y Francia, como en países que entran en otra categorización como China y Rusia. (“Capitalism seen doing more harm than good in global survey”, Reuters, 20enero2020, www.reuters.com)

Abatir la desigualdad es un reto fenomenal en el presente y hacia el futuro. Procurar la salud de la democracia es otro más en una larga lista. En las actuales circunstancias parece haber más retos que certezas.

gpuenteo@hotmail.com

Desigualdad extrema en la zona de Santa Fe, Ciudad de México

Desigualdad extrema en la zona de Santa Fe, Ciudad de México

Johnny Miller / Unequal Scenes