Opinión

Los spots del 4º Informe de Gobierno

El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció el 24 de agosto que, de acuerdo con la ley, gravó 13 spots, cada uno de 25 segundos, que se transmitirán una semana antes y una semana después de su cuarto informe de gobierno que debe rendir, de acuerdo con la Constitución, mañana jueves 1 septiembre.

Spot:

Spot: "Las pensiones son para todos los adultos mayores del país"

En el primero de esos spots, López Obrador aparece de pie, acompañado por personas de la tercera edad, sentadas alrededor de una mesa en un salón de Palacio Nacional. AMLO dice: “Durante los gobiernos neoliberales las pensiones jugosas eran para los expresidentes para los altos funcionarios públicos, ahora las pensiones son para todos los adultos mayores del país, los ancianos respetables, Aquí están conmigo, porque ellos mandan en Palacio Nacional.” No es verdad que solo durante los gobiernos neoliberales, es decir, del sexenio de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) al sexenio de Enrique Peña Nieto (2012-2018), se hayan dado pensiones a los expresidentes. Esas pensiones para los expresidentes, fueron producto de un decreto emitido en noviembre de 1976, por el entonces presidente Luis Echeverría (1970-1976).

Otra falsedad que se desprende de este mismo spot es que “ellos mandan en Palacio Nacional”. En gobiernos populistas uno de los dichos más socorridos es “el pueblo manda”; la realidad quien ejerce el poder, en ese tipo de regímenes, es el autócrata demagogo. Para ello, trata de centralizar las atribuciones que en una república están distribuidas entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Además, el autócrata intenta restarle fuerza al federalismo—como mecanismo de contrapeso al poder central—haciendo que los gobiernos de los estados dependan de él sea mediante los “superdelegados” sea mediante la cooptación de gobernadores pertenecientes a otros partidos políticos; si entregan la plaza, se les premia con puestos en la administración pública, embajadas o consulados.

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Esa centralización comprende, de manera especial, el intento de hacerse de órganos autónomos como el Instituto Nacional Electoral (INE) y el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI).

Los demagogos que llegar al poder, reescriben las reglas de la política para inclinar el campo de juego a su favor: “La trágica paradoja de la ruta electoral hacia el autoritarismo, es que los asesinos de la democracia utilizar las instituciones de la democracia—gradual, sutil e incluso legalmente—para quitarle la vida.” (Steven Levitsky & Daniel Ziblatt, “How Democracies Die”, New York, Crown, 2018: 7-8).

Los spots con los que estamos siendo bombardeados, no son invitaciones para oír el cuarto informe de gobierno o simples adelantos de lo que nos dirá López Obrador, sino mensajes propagandísticos de la 4ª Transformación.

El artículo 69 de la Constitución prescribe: “A la apertura de sesiones ordinarias del primer periodo del Congreso asistirá el Presidente de la República quien hará uso de la palabra y presentará un informe por escrito, en el que manifieste el estado general que guarda la administración pública del país.”

En las épocas de oro del Régimen de la Revolución, en efecto, el acto político más importante del año era “el informe presidencial”. El presidente de la república, tras un recorrido triunfal de Palacio Nacional al Palacio Legislativo de Donceles, hacía “uso de la palabra”, y como la galería era abrumadoramente priista, pues, el primer mandatario era interrumpido constantemente por sonoros aplausos y vítores.

Las cosas cambiaron cuando irrumpió el pluralismo y la democratización. Aquel ritual faraónico terminó con la famosa interpelación que le hizo Porfirio Muñoz Ledo a Miguel de la Madrid el 1 de septiembre de 1988. Las interpelaciones, los insultos y las rechiflas se volvieron una costumbre para interrumpir el informe presidencial. Aquello se volvió un circo.

Se optó por entregar el informe presidencial por escrito y hacer una ceremonia alterna, solamente con “invitados especiales” que no hicieran escándalo.

Ahora, en tiempos de la 4ª Transformación, “el estilo personal de gobernar”, como decía don Daniel Cosío Villegas, ha vuelto a aparecer.

No obstante, el populismo de Echeverría es distinto del populismo de López Obrador, sobre todo porque este último ha banalizado la verdad y la realidad. El tabasqueño hace uso de la posverdad y de la realidad alternativa. Ese es el sello distintivo de los spots promocionales de los que nos están atiborrando.

Otro ejemplo es el spot en el que sale López Obrador teniendo un cuadro de Benito Juárez a sus espaldas, diciendo—como en muchos de los spots—“no somos iguales” y resaltado la “honestidad” que caracteriza a su administración. Una mentira más: tomemos, simplemente, el caso de Seguridad Alimentaria Mexicana (Segalmex), un órgano descentralizado creado por el presidente Andrés Manuel López Obrador. La Auditoría Superior de la Federación (ASF) señaló que, en los dos primeros años de este gobierno, Segalmex no fue capaz de acreditar en qué utilizó más de 10 mil millones de pesos (una cifra mayor a la de la “Estafa Maestra”). El titular de esa dependencia, Ignacio Ovalle presentó su renuncia y fue sustituido por Leonel Cota Montaño. Pero, como Ovalle es amigo de López Obrador, éste nombró a aquél, coordinador del Instituto Nacional para el Federalismo y el Desarrollo Municipal (Inafed) adscrito a la Secretaría de Gobernación. O sea, impunidad total. Esto, para no hablar de la ristra de cochupos de la familia presidencial.

Otra mentira del tamaño de la catedral es la que AMLO pregona en otro mensaje publicitario: “ningún periodista es perseguido, censurado, hasta se insulta al presidente, pero no hay represión…se garantiza el derecho a disentir.” Entonces, no cuenta el hostigamiento y exhibición que se hace todos los miércoles en la sección “quién es quién en las mentiras de la semana” que pone en riesgo la integridad de los periodistas y sus familias.

¡Vaya desfachatez!

Mail: jfsantillan@coljal.edu.mx