Opinión

Las sucesiones presidenciales más recientes (III y último)

Dicen que la tercera es la vencida y para Andrés Manuel López Obrador así fue. Después de haber buscado convertirse en presidente en las elecciones de 2006 y 2012, la de 2018 fue “la buena” para el tabasqueño. Para muchos analistas, la llegada al poder de López Obrador ha significado uno de los mayores cambios políticos de los últimos tiempos, incluso por encima de la primera alternancia con Vicente Fox en el 2000. El proceso electoral y el entorno político que enmarcaron esta elección no fueron sencillos y la historia se comenzó a tejer desde mucho tiempo antes de la elección a partir de distintos acontecimientos que, al sumarse, crearon las condiciones idóneas para uno de los cambios de gobierno más tajantes de los que la historia tenga registro.

La desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa; el escándalo conocido como “la casa blanca de Peña Nieto; la derrota del PRI en los procesos federal de 2015 y locales de 2015 y 2016; la visita del candidato Trump a México y su discurso radical en torno a la construcción del muro en la frontera; el aumento al precio de la gasolina y el conflicto social que ello generó; el comportamiento frívolo y superficial de muchos actores políticos del gobierno; la designación de un candidato externo, como José Antonio Meade, fueron algunos de los principales hechos que fueron dando forma a una animadversión hacia el presidente Peña Nieto, su gobierno y su partido. Por el otro lado, el Partido Acción Nacional construyó una candidatura incapaz de generar emoción en el electorado, al tiempo que fracturó el equilibrio de varios de los grupos relevantes a su interior, como era el del ex presidente Felipe Calderón y Margarita Zavala, quien terminó por buscar, sin éxito, convertirse en candidata independiente. En ese contexto, la postulación de Andrés Manuel López Obrador hizo sentido a un electorado decepcionado por haberse equivocado al dar una segunda oportunidad al PRI y que no encontraba en Ricardo Anaya, candidato de la coalición formada por el PAN, el PRD y MC, a un político convincente, confiable y con suficiente arrastre para ganar.

El color de la elección estuvo en la participación como candidato independiente de un pintoresco Jaime Rodríguez, “El Bronco”, que amenazaba con que, en caso de llegar a la Presidencia, cortaría las manos a los delincuentes; el mote de Ricky Riquín Canallín, asignado por López Obrador a Ricardo Anaya durante uno de los debates; las constantes referencias de López Obrador a la clase política tradicional como animales de granja; el surgimiento de la plataforma digital PejeLeaks, en la que se publicaron contenidos que buscaban desprestigiar a López Obrador y generar un ánimo adverso a su candidatura, así como la amenaza obradorista de que, en caso de perder y ser víctima de un fraude, el establishment soltaría a un tigre al cual alguien más tendría que amarrar, en clara referencia a una posible revuelta social.

El 1 de julio Andrés Manuel López Obrador se convirtió en el presidente mexicano más votado. El 53 por ciento de los votantes, más de 30 millones, decidieron por el candidato de Morena. Con excepción de Guanajuato, México se pintó de guinda: en 31 entidades federativas el candidato más votado fue López Obrador. Las Cámaras de Diputados y Senadores tuvieron una mayoría de Morena y sus aliados y la oposición fue prácticamente borrada del mapa. En lo local, Morena y sus aliados ganaron las gubernaturas de Chiapas, Morelos, Puebla, Tabasco, Veracruz y la Ciudad de México; el PAN triunfó en Guanajuato y Yucatán y Movimiento Ciudadano en Jalisco. El PRI se quedó sin un solo triunfo, lo mismo que el Partido Verde y el PRD. El resto es historia.

Andrés Manuel López Obrador tomó protesta como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos

Andrés Manuel López Obrador tomó protesta como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos

Archivo Cuartoscuro

Las sucesiones presidenciales son uno de los mejores termómetros no solo para conocer el ánimo del momento, sino para comprender de mejor manera el desarrollo que ha tenido un gobierno. En el proceso electoral de 2024, el estilo de gobernar de López Obrador ha comenzado a incidir en la que será, sin lugar a dudas, una sucesión marcada por la confrontación, la descalificación y la intervención presidencial.

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Profesor de la UNAM y consultor político

Twitter: @JoaquinNarro

Correo electrónico: joaquin.narro@gmail.com