Opinión

Trasplante de órganos por muerte circulatoria

Cuando un órgano vital falla en forma irreversible y se vuelve insuficiente, la única opción es resolverlo con un trasplante. Poner un órgano sano en su lugar. La excepción es el riñón, porque se coloca en la pelvis y porque existe la diálisis, que puede ser crónica y permitir al enfermo seguir con vida, pero, la rehabilitación con esta metodología dista mucho de ser como la del trasplante.

Los programas de trasplantes más activos son de riñón, hígado y corazón, seguidos de pulmón, páncreas-riñón, intestino, que se hacen en pocos centros en el mundo. En todos los casos, el enfermo requerirá de tratamiento con inmunosupresores para evitar el rechazo del órgano injertado. Los dos desarrollos que han permitido los trasplantes son la invención y mejoramiento de las técnicas quirúrgicas y el desarrollo de nuevos y mejores inmunosupresores. El primer trasplante de órgano sólido (riñón) lo hizo el Dr. Joseph Murray en el Peter Ben Brigham de Boston en 1954, motivo por el que en 1990 fue reconocido con el Premio Nobel de Medicina y Fisiología. En ese año yo era fellow en la División Renal del Brigham y tuve la suerte de ser invitado a la fiesta que se organizó cuando se anunció el premio.

El Hospital General de México, de la Secretaría de Salud, alcanzó su trasplante de hígado, número 100, gracias al altruismo de familias donantes

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El enorme problema ahora es el acceso a órganos que puedan utilizarse para trasplante. El número de pacientes que se pueden trasplantar depende de la disponibilidad de órganos. En el caso del riñón, que tenemos dos, existe el trasplante de donador vivo relacionado, ya sea familiar consanguíneo (padres, hermanos, hijos, primos) o familiar no consanguíneo (cónyuge o amistad muy cercana) que en forma altruista decide donar un riñón. Pero, no siempre se obtiene compatibilidad y con la disminución en el número de hijos por pareja de las últimas décadas esta opción se ha ido reduciendo. Por supuesto que para otros órganos la donación de vivo es imposible.

La siguiente opción es el mal llamado cadavérico. Este nombre es muy desafortunado porque el órgano no proviene de un cadáver, sino de un individuo que tiene muerte cerebral.

Usualmente por ser víctima de un accidente o bien por alguna enfermedad que lo lleve a este estado. El cerebro ya murió. El paciente está en coma permanente e irreversible. Pero el cuerpo sigue vivo gracias a estar conectado a un ventilador mecánico, del cual no se puede desconectar. Si el individuo así lo manifestó en vida y la familia está de acuerdo, entonces se donan los órganos, usualmente el corazón, el hígado y los riñones. Cuatro vidas que se salvan, por una que se fue. Siempre he dicho que debería de existir en algún lugar un muro con el nombre de todos y cada uno de estos donadores, así como los que hay en Estados Unidos con los nombres de quienes han muerto en diferentes guerras.

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La necesidad ha hecho que en varios países se utilicen también los órganos de alguien con muerte circulatoria, también llamado a corazón parado. El individuo que es declarado muerto después de 10 minutos sin latido cardíaco, es entonces invadido por sistemas que mantengan la circulación en forma artificial por unas horas, en lo que se pueden extraer los órganos. Esto se empezó a utilizar inicialmente con riñones, pero trabajos recientes muestran que en trasplante cardiaco también les va igual si el órgano viene de un individuo con muerte cerebral o circulatoria.

En nuestra sociedad la relación tan particular que tenemos con la muerte hace pensar que implementar un programa de donación de muerte circulatoria puede ser complicado, pero me parece que valdría la pena que los involucrados en el tema exploren seriamente esta posibilidad. Por cierto, si estuvieras de acuerdo en ser donador en caso de muerte cerebral, hazle saber eso a tu familia.

Dr. Gerardo Gamba

Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán e Instituto de Investigaciones Biomédicas, UNAM