
¿Alguna vez has recurrido al machacado de ajo para aliviar la garganta irritada, o te han dado un té de jengibre, limón y ajo para combatir un resfriado o la tos?, ¿o algún té para la indigestión?, es muy probable que sí. Quizás sin darte cuenta has empleado la herbolaria, una práctica milenaria de la medicina tradicional basada en el aprovechamiento de las plantas —desde la hoja hasta la raíz, frescas o secas—, para tratar diversas dolencias que nos aquejan. Este conocimiento ha sido transmitido de generación en generación por culturas de todo el mundo y México no es la excepción. Somos un pueblo con una rica herencia en el aprovechamiento de diversas plantas con propiedades medicinales, producto del conocimiento generado por la prevalencia multicultural que persiste hasta nuestros días y cuyos saberes continúan transmitiéndose.
Son muchos los casos del uso de la herbolaria, por ejemplo: el té de guayaba facilita el proceso de digestión; el té de cáscara de granada tiene propiedades antiinflamatorias, digestivas y astringentes (útiles para el control de la diarrea), mientras que el té de tomillo ayuda a contrarrestar infecciones microbianas, además de presentar actividad expectorante y antiinflamatoria. Todo este conocimiento ha servido para impulsar una línea de investigación sobre herbolaria, donde los científicos se han dado a la tarea de identificar los compuestos químicos (conocidos como metabolitos secundarios), que son los actores principales de promover estos beneficios a la salud. Ejemplo de estos son los antioxidantes como los flavonoides (ej. quercetina y kaempferol) o vitaminas (ej. vitamina C y B6), entre otros compuestos. Como estos ejemplos existen muchos más, casi para cualquier padecimiento que te aqueje. La eficacia de estas plantas en el alivio de padecimientos humanos llevó a los científicos a considerar si sus propiedades podrían ser útiles también en la salud de las plantas. Así, al profundizar en la composición de los metabolitos secundarios, se descubrió que también son muy efectivos en el ámbito agrícola para el control de insectos plaga y microrganismos fitopatógenos como bacterias, virus y hongos, que son los responsables de enfermar a las plantas. Este hallazgo ha permitido identificar grupos de plantas medicinales con un gran potencial para el control de plagas y enfermedades importantes en la agricultura.
Por ejemplo, muchas plantas comúnmente utilizadas en la herbolaría como guayaba, tomillo, orégano, lavanda, romero, jengibre, cúrcuma y granada, por mencionar algunas, han mostrado eficacia para reducir el crecimiento de los microorganismos fitopatógenos como Fusarium, Phytophthora, Botrytis, Ralstonia y Colletotrichum, los cuales son responsables de enfermades como la marchitez, antracnosis y moho gris en una gran cantidad de hortalizas, cítricos, granos y frutales, entre otros (Figura 1). No obstante, se debe hacer énfasis en que las plantas contienen una gran diversidad de metabolitos y no todos ellos participan en el control de los microorganismos responsables de las enfermedades, algunos compuestos simplemente son inactivos y otros pueden ser perjudiciales para la planta, el ambiente o incluso la salud humana. Por consiguiente, la identificación de los compuestos químicos con potencial para controlar fitopatógenos es fundamental. Esto permite el desarrollo de productos agrícolas más eficaces y dirigidos. Para lograrlo, se han implementado procedimientos químicos que aíslan e identifican los compuestos específicos con actividad biológica (Figura 2). De esta manera, el conocimiento empírico de la herbolaria evoluciona hacia una base científica, facilitando la creación de soluciones agrícolas más eficientes y respetuosas con el medio ambiente.
Aunque hay muchas ventajas en el uso de plantas medicinales para potenciar la salud de los cultivos, no debemos subestimar a los fitopatógenos. Ellos también se adaptan y aprenden a defenderse a la misma velocidad o incluso más rápido de lo que nosotros podemos desarrollar nuevas formas de control. Al final, tal vez no se trata de quién gana o pierde, sino de entender que estamos en una dinámica constante; debemos aprender a convivir con estos organismos, cuidando el equilibrio natural de los ciclos de cultivo, las dinámicas del suelo y los factores ambientales. Tal vez, el verdadero desafío es hacer que ellos encuentren una nueva fuente de alimento…

Referencias:
Amaya-Rodríguez E, Sastoque-Rey PA, Acero-Godoy J (2021) Efectividad de los aceites esenciales de Thymus vulgaris (Tomillo) y Origanum vulgare subsp.Hirtum (Orégano griego) probados contra Ralstonia solanacearum fitopatógeno del cultivo de Solanum lycopersicum (Tomate). Revista Environment & Technology 2(1):1-18. https://doi.org/10.56205/ret.2-1.1
Juárez-Rosete CR, Aguilar-Castillo JA, Juárez-Rosete ME, Bugarín-Montoya R, Juárez-López P, Cruz-Crespo E. Hierbas aromáticas y medicinales en México: Tradición e Innovación. Revista Bio Ciencias 2013 2(3):119-129.