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Con motivo del homenaje al físico, El Colegio Nacional nos comparte un fragmento de su discurso de ingreso a esta institución

“La partícula en nuestro universo”, de Marcos Mazari

Marcos Mazari, homenaje Marcos Mazari fue investigador de la UNAM y miembro de El Colegio Nacional. (ECN)

Con motivo del homenaje al físico nuclear Marcos Mazari (1925–2013), que se realizará este lunes a las 18 h en El Colegio Nacional (Donceles 104, Centro Histórico, CDMX), compartimos un fragmento de su discurso de ingreso a esta institución.

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Según las teorías cosmológicas basadas en la Teoría de Relatividad General de Einstein, la frontera observable de un universo esférico en expansión se localiza en el extremo izquierdo superior. Cerca de esta zona, se han observado los cuásares y agujeros negros. Dado que las partículas en las galaxias tienen giro (equivalente al espín de los nucleones) y momento angular, me gustaría oír que quizá los operadores matemáticos de coordenadas, operadores de creación y aniquilación de Moshinsky empleados en estructura nuclear, pudieran utilizarse para predecir la aparición de otras partículas, cuando se presentaran los agujeros negros o viceversa.

En astronomía e ingeniería, durante más de tres siglos jugó un papel muy importante la mecánica newtoniana, porque se creía que con ella se había resuelto el problema fundamental de la mecánica. Sin embargo, es en la mecánica relativista de Einstein, para cuerpos con velocidades próximas a la de la luz, donde la primera parte de la física clásica debe corregirse. Las órbitas de satélites artificiales de la Tierra, calculadas por el maestro Graef usando teorías relativistas, mostraron cambios insignificantes en sus trayectorias respecto a las determinadas clásicamente.

Desde el siglo pasado, gran parte de la ingeniería estructural, sobre todo con la elasticidad y la plasticidad, se ha desarrollado con base en conceptos macroscópicos del continuo. Existe aún una gran laguna de conocimiento entre el mundo macroscópico y el microscópico, este último basado en conceptos del medio discreto, que ayuden a explicar satisfactoriamente los fenómenos físicos observados; sin embargo, la vinculación no es fácil, ya que las últimas (mecánica cuántica) usan un lenguaje matemático operacional de difícil interpretación física en el proceso. Debe decirse que los profesores, Marsal y Aberro vienen haciendo intentos a veces estadísticos, de generar teorías de comportamiento mecánico de partículas en los que interviene el parámetro de la fricción, fenómeno que todavía ahora no se entiende satisfactoriamente. Cuando los niveles de fuerzas son elevados, dichos materiales, inclusive, llegan a transformar su estructura debido al rompimiento de partículas. En esta región, la presencia del agua que llena los intersticios juega un papel muy importante, en especial ante impulsos dinámicos.

Se han hecho otros intentos para llenar el vacío mencionado, como el de Sánchez Bribiesca sobre el comportamiento mecánico del agua misma, tratando de ligar teorías macro y microscópicas; sería saludable la atención y colaboración de nuestros físicos y matemáticos entre otros en ese campo, pues simplemente entender algo más de hidrodinámica ayudaría incluso a los médicos en los aspectos mecánicos del flujo sanguíneo.

En la escala de referencia, se llega a la coordenada donde aparece el hombre, partícula de características muy especiales; esto me recuerda que cuando el maestro Barajas visitaba [...] el Centro Nuclear, hablábamos de que similarmente a un gas, las partículas humanas al aumentar su equivalente de temperatura, el número y la velocidad de choques se incrementa. Generalmente, los físicos proponen para muchos fenómenos algún modelo [...] y es lógico, pues al analizar sus propiedades físicas, a veces estimadas estadísticamente, se confrontan las predicciones con las medidas o con el comportamiento observado en la naturaleza. ¿No sería útil para aprender algo acerca del comportamiento de las partículas humanas en primera aproximación, compararlas con las de un gas confinado? Si el número de partículas crece en el mismo espacio, aumentarán la presión, las interacciones, la temperatura y el ruido. Expresiones vagas como asamblea, las masas, para el pueblo, etc., dejan de tener un significado específico y contribuyen a aumentar el nivel de ruido, encubriendo las señales positivas de desarrollo, sobre todo si éstas son débiles.

Para el físico queda claro que la presión no se liberará comprimiendo o restringiendo el medio, más bien podría generarse desequilibrio y hasta reacciones violentas en cadena. De manera personal, pienso que la disminución de presiones se logra a través del conocimiento, donde partículas individuales, abriendo oportunidades hacia nuevos campos fértiles, sean capaces de generar con pasos discretos una actividad constructiva e independiente.

Para explicar ciertos fenómenos geofísicos, y de la física misma, los conceptos que ahora se toman como modernos no tienen por qué ser absolutos. Domínguez (primer alumno, que, en 1956, terminaba su carrera de físico experimental en la Facultad de Ciencias), un crítico de ideas y un inconforme en aceptar definiciones o recetas, apoyado en su propia experiencia dentro de Geofísica, propone en su trabajo La física, sus lenguajes y creencias, un nuevo enfoque, filosófico diría yo, que orienta hacia el análisis de problemas no completamente entendidos. Sugiero que, en un futuro próximo, físicos, matemáticos y filósofos, estemos dispuestos a escuchar con paciencia ideas tan sorprendentemente revolucionarias.

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Cuando a principios de los años 50, lo más pequeño que manejábamos, con no pocas dificultades, eran las partículas de arcilla del orden de la micra, nos parecía ciencia ficción que en libros como los de De Broglie o de Hahn, se hablara de partículas con nueve órdenes de magnitud aún más pequeñas. Es razonable que ustedes piensen también que no es posible identificar y, todavía menos, conocer propiedades de partículas de ese tamaño.

En una visita que Nabor Carrillo hizo a fines de los años 40 a su antiguo profesor A. Casagrande, en Harvard, fue invitado a ver la construcción de los primeros aceleradores comerciales de partículas tipo Van de Graaff, lo que dio como resultado que, gracias al entusiasmo de profesores como Carrillo, Graef, Barajas y Sandoval Vallarta, se adquiriera una máquina de 2 MeV para las entonces recientes instalaciones en Ciudad Universitaria.

Fue con la apertura de los Átomos para la paz, del presidente Eisenhower, cuando en realidad se ofreció una verdadera transferencia de tecnología a países como el nuestro. Algunos tuvimos la suerte de participar con profesores de alto nivel como los doctores Buechner, Sperduto y Enge, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en el desarrollo de la física nuclear experimental durante la década que siguió a la Segunda Guerra Mundial. Moshinsky había iniciado ya en México la investigación y la enseñanza de la física nuclear teórica.

Lo que más me sorprendió entonces, no fue el tamaño de aparatos como el acelerador Van de Graaff del MIT, el mayor de su tipo en esa época, sino que efectivamente partículas tan pequeñas como los protones, deuterones o alfas, dejaran su huella en emulsiones nucleares, observables con microscopios de sólo unos 100 aumentos.

Al volver de los Estados Unidos, el desarrollo de los estudios y técnicas que se mencionan a continuación fueron encomendados principalmente a Alba y a Mazari, con la colaboración entusiasta de alumnos y de técnicos. Fue mediante la espectroscopía nuclear de alta precisión, empleando fundamentalmente los métodos magnéticos, que nuestro trabajo recibió la aceptación dentro de la literatura internacional de los laboratorios especializados en el campo.

Homenaje a Marcos Mazari Cartelera de ECN.

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