
La anhedonia musical específica es una condición poco común que afecta aproximadamente al 3 % de la población. Quienes la presentan no sienten placer al escuchar música, a pesar de tener una audición normal y ser capaces de disfrutar de otras experiencias gratificantes.
Un artículo de revisión publicado en Trends in Cognitive Sciences sugiere que esta condición se debe a una desconexión entre la red auditiva del cerebro y el sistema de recompensa, encargado de generar placer en actividades como comer, generar dinero o actividades sexuales.
Investigadores de la Universidad de Barcelona evaluaron a 45 personas, divididas en grupos según su sensibilidad emocional a la música. Aplicaron resonancias magnéticas funcionales y un cuestionario que mide cinco formas en que la música puede resultar placentera: evocación de emociones, regulación del estado de ánimo, conexión social, movimiento corporal y búsqueda de novedad.
Las personas con anhedonia musical obtuvieron puntuaciones bajas en todos los aspectos y no mostraron un aumento en la actividad cardíaca ni en la sudoración al escuchar música placentera, como sí lo hicieron los participantes sensibles a ella.
Las resonancias mostraron que aunque estas personas procesan normalmente la música a nivel auditivo, su cerebro no activa el sistema de recompensa cuando la escuchan. Sin embargo, ese sistema sí responde ante otros estímulos gratificantes. Esto indica que el problema no radica en el sistema de recompensa, sino en su falta de conexión con la red auditiva.
La revisión plantea que este fenómeno podría ayudarnos a entender mejor las diferencias individuales en la manera en que experimentamos el placer. Sugiere que las recompensas dependen no solo del sistema cerebral general que las procesa, sino también de cómo este se comunica con cada red sensorial.
Los investigadores creen que esta desconexión también podría ocurrir en otras formas de anhedonia específica, como la relacionada con la comida. Aún no se conoce con certeza cómo se desarrolla esta condición, pero factores genéticos y ambientales podrían estar involucrados. El equipo planea investigar si es un rasgo estable o si puede modificarse con el tiempo.