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Estamos frente a un fenómeno multiescalar que implica disputas territoriales, contradicciones en las políticas públicas y violencias…, dice Esmeralda Pliego, de la UAM

Crisis del agua: la escasez es sólo la punta del iceberg , señalan expertas

Campos de golf en el desierto La privatización del recurso se evidencia en concesiones para uso recreativo, como campos de golf y piscinas. (Danzante Bay Golf Course en Loreto, BCS)

La crisis hídrica ya no es una amenaza futura, es una realidad tangible que se manifiesta en sequías extendidas, inundaciones inesperadas, contaminación de cuerpos de agua y un modelo de gestión profundamente desigual que prioriza intereses privados sobre el derecho humano al líquido vital, afirmó la doctora Esmeralda Pliego Alvarado, investigadora de la Unidad Lerma de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).

Durante la conferencia magistral “¿Qué es la crisis hidráulica? Argumentos y claves para su abordaje”, organizada en el marco de las actividades académicas de reflexión institucional que impulsa la Universidad, propuso una lectura crítica y profundamente humana del problema, subrayando que “no estamos simplemente ante una disminución de disponibilidad del recurso, sino frente a un fenómeno multiescalar que implica disputas territoriales, contradicciones en las políticas públicas y violencias estructurales contra quienes lo defienden”.

Ante estudiantes y académicos convocados en el I Coloquio Internacional Académico-Estudiantil Historia y actualidad de la crisis hídrica en México y Latinoamérica, la doctora Pliego Alvarado explicó que la llamada crisis hídrica se ha convertido en un concepto ampliamente utilizado para justificar proyectos de infraestructura hídrica de gran escala, decisiones políticas apresuradas y narrativas de urgencia como el famoso “Día cero”.

Sin embargo, sostuvo que esta etiqueta suele invisibilizar otras dimensiones igualmente críticas; por ejemplo, “la crisis en la gestión del agua y la distribución inequitativa entre sectores sociales. En muchos territorios, el problema no radica en la falta absoluta del líquido, sino en el acceso restringido debido a políticas que benefician desarrollos residenciales, industriales y turísticos por encima de comunidades marginadas”.

Ejemplos como el sistema Cutzamala, en el cual se extraen más metros cúbicos de agua de los que se reponen naturalmente, dan cuenta de una sobreexplotación que amenaza tanto el abasto como la salud ambiental del país.

Alertó sobre cómo “la infraestructura urbana interfiere en los ciclos naturales del agua, promoviendo inundaciones en zonas vulnerables por la falta de áreas de infiltración y de regulación natural del flujo hídrico”.

“Estamos frente a una crisis construida históricamente, donde el crecimiento poblacional, el desarrollo desordenado y un modelo económico basado en el consumismo intensivo generan presiones sobre el territorio y los acuíferos”.

En este contexto, la privatización del recurso se evidencia en concesiones para uso recreativo, como campos de golf y piscinas, en zonas donde poblaciones enteras carecen del recurso hídrico para cubrir sus necesidades básicas. Además, señaló la opacidad en los datos de consumo industrial y los desechos químicos que contaminan suelos y cuerpos de agua, situación que imposibilita una fiscalización efectiva que proteja el bien común.

COMPRENDER LA CRISIS.

La doctora Pliego Alvarado presentó dos enfoques para comprender y abordar la crisis hídrica: el primero, antropocéntrico, se basa en criterios de eficiencia y rentabilidad, y propone soluciones tecnológicas que tienden a perpetuar el modelo actual, tal es el caso de la tecnificación del riego, modernización de organismos operadores, municipalización o privatización de la gestión, pago por consumo y bonos hídricos.

El segundo, biocéntrico, plantea una visión alternativa: la naturaleza como sujeto de derechos, la interdependencia entre humanos y ecosistemas, y el rechazo a la mercantilización del recurso hídrico. Desde esta mirada, las soluciones deben priorizar el agua para la vida antes que para el comercio y reconocer el valor simbólico, ecológico y social del recurso.

En ambos casos, insistió en que no existen soluciones neutras o universales, pues toda propuesta responde a intereses y visiones de mundo, por lo que es esencial fomentar el diálogo plural entre saberes científicos, comunitarios e institucionales.

Exhortó a repensar la temporalidad en el análisis del agua; “la disponibilidad varía según el año, el mes y el lugar, lo que dificulta la planeación y exige modelos flexibles, adaptativos y basados en información confiable”.

Reconoció que existen sequías más extensas, inundaciones más frecuentes, contaminación con efectos epidemiológicos y fugas de agua que alcanzan hasta el 40 por ciento del total distribuido en ciudades como la Ciudad de México; pero, sobre todo, enfatizó que el verdadero reto radica en “cómo decidimos colectivamente sobre el vital líquido: quién accede, quién la gestiona y bajo qué criterios”.

El agua no puede seguir viéndose como un recurso sujeto al mercado, sino como un bien común que sustenta la vida y la dignidad. En un país donde las decisiones se toman entre tensiones institucionales, desigualdades históricas y presiones económicas, es tarea urgente de los espacios académicos contribuir a que sea protegida, compartida y defendida con sentido crítico, responsabilidad política y solidaridad comunitaria.

Al dar la bienvenida a este Coloquio de dos días, el doctor Juris Tira, coordinador de la Licenciatura en Sociología de la Unidad Iztapalapa de la UAM, contextualizó el evento dentro de una realidad cotidiana que vive la Ciudad de México, marcada por alertas anuales sobre escasez hídrica y fenómenos extremos como inundaciones, fugas y encharcamientos.

“Parece que vivimos al borde de una distopía, los episodios recientes que van desde el pánico colectivo por el agotamiento del sistema Cutzamala, hasta la irrupción de lluvias intensas que transforman las vialidades en verdaderos canales navegables. Esta paradoja, escasez y exceso simultáneos, es el pico del iceberg de una problemática que va más allá del suministro; lo hídrico involucra administración, planeación, consumo, infraestructura, desigualdad y derechos humanos”.

“Hay muchísimos otros aspectos que quizás no están siendo visibilizados”, advirtió, haciendo referencia al enfoque del coloquio que contempla una pluralidad de visiones académicas, pues al revisar el programa, destacó la participación de estudiantes de diversas disciplinas que abordarán la misma temática desde perspectivas tan distintas como complementarias, lo cual consideró una muestra del espíritu transversal y colaborativo que caracteriza a la UAM.

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