
Cada vez que nos infectamos con algún virus, como el resfriado o la varicela, se libra una batalla feroz entre este y nuestro sistema inmune. Por un lado, el virus jaquea las células y las hace trabajar como fábricas de producción de nuevas partículas de virus, mientras por otro lado el sistema inmune despliega diversas sustancias y un ejército de células defensivas para aniquilar a las células jaqueadas y así evitar la proliferación del patógeno. Ciclo tras ciclo de infecciones a lo largo de la historia, nos han mostrado que los virus están en constante cambio a nivel genético para adaptarse y así vencer el sistema inmune del hospedero con el fin de transmitirse a otros individuos susceptibles.
Es de esta manera que aparecen las variantes virales, la variación en sus genomas o mutaciones en la secuencia genética del virus pueden conferirles características distintas para adaptarse a su entorno y aquellas características que le den una ventaja en la supervivencia y propagación del virus sobresaldrán. Un claro ejemplo de esto se observó durante la pandemia del COVID-19 donde las diferentes variantes (alfa, delta, ómicron) se diferenciaron en sus características como la gravedad de la enfermedad, eficacia de las vacunas y la capacidad de transmitirse entre personas.
Sin embargo, las infecciones virales no son exclusivas de los seres humanos, existen una inmensa variedad de virus y estos pueden llegar a infectar todo tipo de organismos; un ejemplo de esto son los virus que infectan a los insectos, particularmente los nucleopoliedrovirus que infectan a orugas plagas de cultivos como el maíz. Estos virus se estudian ampliamente como herramientas biotecnológicas y por su utilización como insecticidas biológicos eficientes y seguros, los cuales se caracterizan por dispersarse en pequeñas estructuras poliédricas que contienen a las partículas virales. Cuando una oruga ingiere estos poliedros, las partículas de virus se liberan en su intestino y comienza una infección agresiva que tras unos días resulta en la muerte de la oruga, la desintegración de sus tejidos y la liberación de millones de nuevos poliedros que podrán infectar a otras orugas susceptibles. Los nucleopoliedrovirus se caracterizan por presentar múltiples variantes del virus dentro de cada poliedro y estas difieren entre sí en características como su capacidad de infectar, ya que algunas variantes pueden infectar a las orugas de manera más eficiente. Otra característica en la que pueden diferir las variantes es la duración de la infección aguda, lo que significa que algunas variantes pueden matar más rápido a las orugas y finalmente la cantidad de poliedros que liberan las orugas al morir, ya que algunas variantes del virus producen más poliedros de virus en cada insecto infectado, lo cual aumenta la probabilidad de transmitir la enfermedad a otras orugas y así controlarlas de manera más efectiva.

En nuestro laboratorio investigamos el efecto de combinar a las variantes de estos virus de forma dirigida. Mediante la inoculación de las variantes virales a las orugas se generan poliedros que contienen mezclas de variantes. Con este método podremos investigar los efectos específicos de las combinaciones de las variantes virales en su poder insecticida. Por ejemplo, se podrá identificar la manera en que las variantes cooperan para atacar el sistema inmune del insecto para matar las orugas más rápidamente. El alcance de este proyecto representa un aporte importante en el desarrollo de insecticidas biológicos más eficientes atendiendo las necesidades actuales de lograr una agricultura sustentable y responsable con nuestro entorno.
