
El aumento de las temperaturas del mar anulará las ganancias de restauración de manglares que se esperaban por el desarrollo económico y la conservación, según un nuevo estudio liderado por investigadores de la UNAM y del Scripps Institution of Oceanography de la Universidad de California en San Diego.
El estudio, publicado en Environmental Research: Climate, proyecta que para 2100 el mundo perdería alrededor de 150 mil hectáreas de manglares y los servicios ecosistémicos asociados, valorados en 28 mil millones de dólares anuales, con Asia concentrando casi dos tercios de estas pérdidas. Los hallazgos refuerzan el argumento económico para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y sugieren que las metas de conservación de manglares podrían necesitar ser aún más ambiciosas para superar el cambio climático, señalaron los autores.
Los manglares son árboles tolerantes a la sal con raíces expuestas e intrincadas que crecen en zonas intermareales de regiones tropicales y subtropicales. Los humedales costeros que forman protegen a las comunidades humanas costeras de marejadas ciclónicas y tsunamis, crean hábitat para peces y otra fauna, almacenan carbono y mejoran la calidad del agua.
Tras décadas de fuertes pérdidas, la destrucción de bosques de manglar se ha desacelerado debido al mayor reconocimiento de su importancia, así como al desarrollo económico.
“A medida que un país se enriquece, suele observarse un aumento inicial de la destrucción ambiental, pero una vez que se alcanza cierto nivel de desarrollo económico, la degradación ambiental empieza a disminuir”, dijo Katharine Ricke, científica del clima en Scripps y coautora del estudio.
Sin embargo, el cambio climático está calentando los océanos del mundo y, en algunas regiones, estas temperaturas crecientes pueden superar los límites de tolerancia de los manglares.
Con estas dos fuerzas contrapuestas en mente, los autores del estudio quisieron utilizar imágenes satelitales y análisis estadístico para asomarse al futuro de estos importantes ecosistemas costeros.
A partir de 2022, el equipo analizó datos satelitales de alta resolución sobre la cobertura de bosques de manglar de 1996 a 2020 y los combinó con indicadores económicos locales y registros de temperatura de la superficie del océano para 1,533 sitios en todo el mundo. Mediante análisis de datos de panel —una técnica estadística que examina cambios en el tiempo y el espacio—, los investigadores aislaron los efectos de los cambios en la temperatura de la superficie del mar y en el producto interno bruto de otros factores como la gobernanza local y las políticas de conservación. Posteriormente proyectaron la cobertura futura de manglares bajo diversos escenarios climáticos y económicos hasta 2100.
El análisis encontró que, si bien el crecimiento económico y el aumento asociado de la conservación restaurarían con el tiempo una cobertura sustancial de manglares, el calentamiento de los océanos prácticamente anula estas ganancias.
“Las fuerzas socioeconómicas y de política pública actualmente son lo suficientemente fuertes como para contrarrestar el daño climático a los manglares, resultando en estabilidad en lugar de declive”, dijo Ricke. “Pero nuestras proyecciones muestran que necesitamos acelerar tanto los esfuerzos de conservación como la reducción de emisiones para seguir avanzando en favor de los manglares”.
Ninguno de los factores —desarrollo económico y calentamiento oceánico— presentó una relación estrictamente lineal con la recuperación de los bosques de manglar. El calentamiento inicialmente benefició a los manglares en regiones más frías, antes de volverse destructivo más allá de un umbral; y el desarrollo económico primero impulsó la destrucción de manglares antes de que las naciones fueran lo suficientemente prósperas como para invertir en su protección.
En escenarios climáticos de altas emisiones, los bosques de manglar podrían reducirse en unas 150,000 hectáreas para 2100. El valor económico de los servicios ecosistémicos perdidos para ese año asciende aproximadamente a 28 mil millones de dólares anuales.
“Debemos seguir impulsando la protección de estos ecosistemas porque pueden ayudarnos tanto a combatir el cambio climático como a adaptarnos a sus impactos”, añadió Ricke.
Los servicios ecosistémicos perdidos en 2100, según el estudio, no se distribuyen de forma equitativa: Asia enfrentaría pérdidas anuales por 18,6 mil millones de dólares; Medio Oriente y África por 5,4 mil millones; América Latina y el Caribe por 3,6 mil millones; mientras que los países más ricos perderían menos de mil millones.
“Seguimos encontrando que, aunque el cambio climático daña los ecosistemas de manera generalizada, los impactos en el bienestar de las personas están lejos de distribuirse de manera uniforme”, dijo Bernie Bastien-Olvera, quien lideró el estudio durante una estancia posdoctoral en Scripps y ahora está en la Universidad Nacional Autónoma de México. “Estas pérdidas profundizan las desigualdades existentes y, a menudo, están ausentes de las métricas convencionales de impactos climáticos”.
Los investigadores sugieren que estos hallazgos deben incorporarse en los esfuerzos por calcular los daños económicos causados por las emisiones de gases de efecto invernadero, como el costo social del carbono. Ricke señaló que históricamente estos cálculos no han incorporado adecuadamente el valor de los ecosistemas marinos. El equipo también hace un llamado a quienes trabajan en conservación y restauración de manglares para integrar proyecciones climáticas en sus objetivos, ya que lograr la recuperación de manglares probablemente requerirá acciones más agresivas de lo previsto.
Además de Ricke y Bastien-Olvera, el estudio fue coautoría de Octavio Aburto-Oropeza y Fabio Favoretto de Scripps Oceanography; Elmer Urbano de UC San Diego; el exalumno de Scripps Dillon Amaya, ahora en la NOAA; y Luke Brander de la Universidad Leibniz de Hannover.