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“Cuando sale un experimento, es la mayor felicidad y sí, literal, doy de brincos”, dice la directora del IBt de la UNAM. En la secundaria era infeliz e ideaba, con mi mejor amiga, la forma de escaparme, añade la también investigadora

“Hacer ciencia es lanzarse a lo desconocido y generar más conocimiento”, señala la doctora Laura Alicia Palomares

Entrevista La doctora Laura Alicia Palomares Aguilera. (Yair Rodríguez)

Conocer a Laura Alicia Palomares Aguilera es descubrir una mujer generosa, empática, brillante científica, excepcional investigadora y académica, pero sobre todo alguien cuyo periplo vida muestra lo fascinante que es el conocimiento y la belleza de tener libertad.

Para ella, hacer ciencia es generar más conocimiento, es lanzarse a lo desconocido, “porque difícilmente puede haber algo más atractivo que llegar a lo desconocido tras formular una hipótesis”. Esas son las palabras de la científica que desde niña buscó lanzarse a lo desconocido y, tal vez por eso, en la secundaria ideaba con su mejor amiga planes sobre cómo escaparse de la escuela.

Laura sigue con ese espíritu y cuenta que cuando le sale un experimento o llega a una buena conclusión, “es la mayor felicidad que se puede tener y sí, literal, doy de brincos”.

Hoy, es la directora del Instituto de Biotecnología de la UNAM y en 2022 fue nombrada vicepresidenta del Comité Científico Asesor de la Coalición para la Promoción de Innovaciones en pro de la Preparación ante Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés), una de las organizaciones impulsoras del mecanismo COVAX, que permitió el acceso equitativo a vacunas contra SARS-CoV-2 en la pandemia y con ello se pudo inmunizar a la población mundial.

¿Dónde nace y cuáles eran sus pasatiempos de niña?

En Morelia, Michoacán y soy la mayor de cuatro hermanas. Desde que recuerdo, me gustaba jugar con actividades que tuvieran que ver con las ciencias. Son tiempos de mis primeros experimentos. Uno de estos fue hacer cultivos en el clóset, porque el clóset se convirtió en mi primer laboratorio, pequeño, pero mío.

Después, ya con alguna experiencia, construí el segundo laboratorio en la azotea de la casa, así que las ciencias siempre fueron el interés y, sobre todo, hacer experimentos para tratar de entender lo que es la vida y cómo se generaba.

Recuerdo uno que me cautivó: en una caja de Petri vaciamos sopa de jitomate para ver cómo se desarrollaban microorganismos, los hongos. Es el experimento típico para los niños en las escuelas. ¡Fue algo realmente muy interesante!

Al mismo tiempo, tenía los fabulosos juegos en la calle. Corría por las avenidas, andaba en la bicicleta. Siempre estaba en movimiento con mis amigos.

¿La pasión por la ciencia cómo atrapa a la niña Laura?

Una de las cosas que más me gusta es la lectura. De niña leía mucho. Todo el libro que se me acercaba lo terminaba, incluso en algún momento, leí el directorio telefónico. Una vez, alguien me regaló un libro, seguramente fueron mis padres, sobre la biografía de Marie Curie. Conocer su vida fue algo que me cambió por completo y transformó la visión de lo que podría ser en el futuro.

En esos años estaba muy emocionada con mis lecturas de aventuras de Julio Verne y Emilio Salgari y otro tipo de escritores que me gustaban mucho, pero saber cómo Marie Curie descubría algo y no se satisfacía, es decir, lograba un hallazgo, pero no se detenía, sino seguía, eso fue fascinante.

Esto hizo diferente mi acercamiento a las ciencias: fue con una mujer. Por ello, nunca vi el mundo científico como algo que sólo fuera para hombres o tuviera que ver sólo con hombres.

Un poco más grande, era súper fan de Jacques Cousteau. Tengo su obra completa en mi biblioteca y, además, estudié francés porque deseaba ingresar la universidad de Jacques Cousteau, en Francia. Este era mi segundo camino científico que tenía, pero cuando estaba en la universidad, dije: ¡no, no, no, siempre no quiero ir al mar!

¿Y en la adolescencia qué le gustaba la música, las fiestas…?

La música me gusta mucho, pero la mayoría del tiempo estaba estudiando. Algunas personas dicen que en la universidad es donde tuvieron más fiestas. Para mí fue en la preparatoria, tuve más amigos, más fiestas y en la universidad entré en un camino de mucha exigencia y me la pasaba estudiando.

¿En el Tecnológico Monterrey?

Sí, porque soy la mayor de cuatro hermanas y entonces para mi padre fue realmente un sacrificio económico poder pagar para que viviera en otra ciudad. Tenía una beca, sobre todo a los inicios de la licenciatura, porque en Tecnológico Monterrey después se vuelve un crédito, por eso estaba muy presionada por cumplir con mis estudios y calificaciones.

En la preparatoria, además de las fiestas y amigos, había buenos laboratorios e hicimos la famosa disección del conejo y de la rana.

Y antes, ¿dónde estudio la primaria?

Estuve en una primaria de la Ciudad de México. Se llama Colegio Arnold Gesell. Un edificio chiquito y, de hecho, creo que fue la mejor escuela del universo para mí.

De ese tiempo, algo que me llamó mucho la atención es que una de mis maestras me vio en alguna entrevista y me buscó. Se acordaba de mí y ahora sigo en contacto con ella. Fue una escuela maravillosa en la que tenía muchas ventajas.

¿Y la secundaria?

A mi mamá un día se le ocurrió la idea de que debía estar en la secundaria de La Salle. Iba en sexto año en Arnold y no termino la primaria. Fue terrible y tengo que decir que todo el tiempo que estuve en la Salle, fui una persona infeliz. Estaba en una escuela religiosa cuando no tenía formación alguna de ese tipo. Además, éramos puras mujeres terriblemente competitivas. Mientras que en el Arnold, el nivel educativo era bueno, pero no había eso de que soy el mejor.

Eso de los niveles en La Salle iba desde el alumno de primer lugar hasta el que tenía lugar 50. Así pasaba en todas las materias y en la clase de inglés fui la primera porque el Arnold era una escuela bilingüe y eso me dio el primer lugar. Todas me odiaban.

Esos días aciagos en la secundaria, hicieron que, con mi mejor amiga, a la hora del recreo, elucubrar planes sobre cómo nos íbamos a escapar de la escuela.

Un día, paso algo en el salón, no recuerdo qué y nos dijeron: todos se van a quedar castigados hasta no sé qué horas y mi madre, que es una mujer de armas tomar, llegó a la escuela y le dijeron: su hija no puede salir porque están castigados todos los de su salón. Hizo un pleito y gracias a eso nos sacó a mí y a mi hermana de esa escuela.

Así, termine la secundaria en Instituto Cultural Copán, que era mucho mejor y no tenía esta cuestión tan rígida religiosa ni de competencia. Pero lo peor de todo en La Salle, era que todos los jardines son cemento. Lo feliz de la primaria en el Arnold eran sus jardines y en La Salle sólo cemento, con sus árboles rodeados de un círculo de cemento. Eso para mí era terrible. Creo que cada niño y cada escuela tienen su lugar y La Salle no era espacio adecuado para mí.

¿Y en la prepa?

Estuve en el Instituto de Juventud del Edomex. Lo escogí, a pesar de ser una escuela religiosa, y estuve contenta porque sus jardines son amplios. Ese paisaje para mí es importante y podía estudiar bajo los árboles.

Luego la licenciatura en el Tec y al salir trabajé en la Cervecería Modelo, en Lago Alberto. Supervisaba las levaduras y era una aventura diaria porque ahí me topé con una cultura patriarcal que no había vivido: Un lugar donde todas las mujeres éramos señoritas y cuando entrábamos había una rechifla. Ahí, todos los hombres eran ingenieros.

En ese tiempo quería estudiar un posgrado y solicité la beca Fulbright, pero eso tomaba tiempo. Sí me dieron la beca, pero en ese momento quien era mi novio me dijo que él o los estudios. Entonces decidí declinar la beca y nos venimos a vivir en Cuernavaca, porque estaba el Instituto de Biotecnología de la UNAM. Me casé, hice la maestría y el doctorado el IBt, un postdoctorado en la Universidad de Cornell y luego a lo que me gusta: hacer ciencia. Pasaba el tiempo y no pensaba que iba a ser la directora del Instituto.

Todo este periplo lleno de cambios y logros ¿cómo define la ciencia?

Es simplemente generar más conocimiento, es ir a lo desconocido y creo que difícilmente puede haber algo más atractivo que llegar a lo desconocido tras formular una hipótesis y saber si las cosas son como uno piensa o no entonces. ¡Eso es para mí la ciencia!

De hecho, si lo vemos es parecido a lo que leía en los libros de Emilio Salgari y de Julio Verne, escritores que tengo sus obras. Porque las ciencias son como sus aventuras.

También es un gran privilegio ser investigadora. Se te puede ocurrir algo, llegas al laboratorio y lo trabajas, porque las ciencias tienen algo muy importante: la libertad de pensar, de imaginar, de crear.... Es algo maravilloso que da la UNAM, donde no hay límites y el Instituto de Biotecnología es un lugar privilegiado para ser libre.

¿Laura, que sientes cuando consigues algo?

Es la mayor felicidad cuando se logra el experimento. Aunque es una felicidad efímera porque después de celebrar se amplía muchísimo el panorama. Es una cosa de no acabar, porque un descubrimiento normalmente abre mil ventanas a otros descubrimientos.

Uno grita de la felicidad porque sabe que tanto trabajo costó llegar y sí, literal, doy de brincos. Es la muestra de felicidad y de libertad.

¿Y cuál sería su sueño para los próximos años?

Sigo con mi sueño de que en México podamos tener una manera de llevar todo lo que se hace en la academia a la población. En la parte de la biotecnología, de farmacéutica, que es mi área, lo que nosotros vemos es que hace falta que la industria o empresarios se animen a invertir y por eso todos los años empujamos el proyecto de tener una instalación que permita, por un lado, capacitar a personal, porque hoy tenemos una escasez de personal para fabricar vacunas y medicamentos biotecnológicos, que sí desarrollan en otros laboratorios fuera del país.

Ya tenemos el paso número uno que es nuestro laboratorio de análisis de moléculas y medicamentos biotecnológicos y me atrevo a decir que tal vez es el único que tiene licencia sanitaria de parte de Cofepris para funcionar como auxiliar de la regulación sanitaria como laboratorio académico. Hay que lograr esto, porque estamos quedando a deber con la sociedad, porque somos una universidad pública, con recursos de la sociedad .

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