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Colores que guían la evolución Las libélulas tienen colores distintos que afectan cómo sobreviven y eligen pareja. Estos colores muestran cómo la naturaleza usa la diversidad para mantener y adaptar a las especies

Colores que guían la evolución

Color. Figura 1: Aurantiaca. (- Rosa Ana Sánchez Guillén)

Una niña y las libélulas de colores

Una niña paseaba por  la orilla de un río cuando descubrió un arcoíris de colores; eran libélulas de muchos colores volando sobre el agua.

Al principio pensó que cada color brillante pertenecía a un tipo distinto de libélula, pero después de observarlas un rato, comprendió que, en realidad, todas pertenecían al mismo grupo de animales que puede reproducirse entre sí y tener crías que también pueden reproducirse.

La niña se preguntó: ¿Por qué tendrían colores distintos? ¿Elegirían los machos aparearse con hembras de ciertos colores? ¿Estarían todas igualmente interesadas en reproducirse?

Lo que las libélulas nos enseñan

Lo que parecían simples dudas de una niña eran, en realidad, eran algunas de las preguntas centrales de la biología evolutiva. ¿Cómo y por qué persisten ciertas variantes genéticas en las poblaciones a lo largo del tiempo?

El color de las libélulas puede cambiar con el tiempo porque algunos colores ayudan a que sobrevivan mejor, por ejemplo, evitando depredadores, o porque atraen más a los machos. Estudiar por qué algunas hembras tienen colores diferentes, si los machos prefieren ciertos colores y cómo estas diferencias afectan la reproducción, permite entender cómo dentro de la misma especie coexisten hembras de distintos colores y cómo esto ayuda a que la especie siga existiendo.

Color Figura 2: Oviposicion. (Rosa Ana Sánchez Guillén)

Estrategias reproductivas

Pronto, la niña se dio cuenta de que el color de las alas no era solo una cuestión de belleza, sino una señal que las hembras usaban para mostrar sus distintas formas de vivir y reproducirse.

Algunas, con tonos más brillantes, parecían moverse con seguridad y buscar la atención de los machos, como si dijeran: “Aquí estoy, fuerte y lista para aparearme”. Otras, con colores más suaves o apagados, se escondían entre las plantas, o aprovechaban el reflejo del agua para pasar desapercibidas.

Cada color representa una forma diferente de sobrevivir y reproducirse. Algunas hembras usan colores llamativos para atraer a los machos, mientras que otras prefieren pasar desapercibidas para evitar conflictos y aumentar sus probabilidades de sobrevivir. Así, la diversidad de color de las libélulas no es un simple capricho estético, sino el reflejo de cómo la supervivencia y la reproducción pueden tomar distintos caminos dentro de la misma especie.

Color Figura 3: Teneral. (Rosa Ana Sánchez Guillén)

Puertas y murallas

En el mundo de los insectos, y especialmente en las libélulas, los diferentes colores son muy frecuentes. A este fenómeno se le llama polimorfismo de color, y significa que, dentro de una misma especie, los individuos pueden mostrar colores muy distintos.

En algunas especies, los colores de las hembras ayudan a que los machos reconozcan a cualquier pareja posible, lo que mantiene la mezcla genética dentro de la población. En otras especies, los colores hacen que los machos no reconozcan a ciertas hembras como posibles parejas, lo que reduce el cruce entre grupos y, con el tiempo, puede contribuir a la formación de nuevas especies.

Lo curioso es que la misma señal —el color— puede servir para atraer o para separar a los individuos, dependiendo de la especie, la época del año o la presencia de otras especies competidoras. En la naturaleza, los colores cumplen funciones tanto para facilitar la reproducción como para mantener grupos distintos dentro de la población.

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