Hay un robusto roedor neotropical con pelaje manchado que se desplaza sigilosamente por las selvas de América. Nocturno por naturaleza, desempeña un papel esencial en la dispersión de semillas y como eslabón en la cadena trófica de estos ecosistemas.
El nombre científico de esta criatura es Cuniculus paca, es conocida por diversos nombres comunes, tales como paca (Brasil), guagua (Colombia), majaz (Perú), conejo pintado (Panamá), picuro o lapa (Venezuela), tepezcuintle (México, Guatemala) y en la península de Yucatán se le conoce como jaleb. Incluye varias subespecies distribuidas a lo largo de su amplia área de rango geográfico y pertenece al género Cuniculus que, según estudios moleculares y morfológicos es el único género viviente dentro de la familia Cuniculidae.
El tepezcuintle está distribuido ampliamente en el neotrópico, desde el sur de México hasta el noreste de Argentina, Paraguay y el sur de Brasil, entre los 0 y 2,000 metros sobre el nivel del mar. Su presencia está estrechamente ligada a lugares con vegetación densa, como selvas tropicales húmedas, manglares, vegetación secundaria y en ocasiones cultivos, en sí áreas que le proporcionan acceso a cuerpos de agua dulce como ríos, lagos, pantanos y cenotes. La preferencia de vegetación espesa se debe a que les proporciona refugio y alimento. Aunque son principalmente terrestres, también son nadadores, a menudo buscan refugio en el agua para escapar de los depredadores y su presencia sirve como indicador de la buena salud de los ecosistemas en los que habita.
Respecto a sus características, esta especie es de tamaño mediano a grande, con un peso que oscila entre 6 y 12 kilogramos y una longitud corporal de va de 50 a 75 centímetros. Su cuerpo es robusto, con patas cortas y fuertes especialmente adaptadas para la locomoción terrestre. Una de las características más distintivas es su pelaje, que es áspero, denso, varía del tono pardo oscuro al negruzco en el dorso e incluye hileras longitudinales de manchas o rayas blancas o amarillentas a lo largo de los flancos. El vientre es de color blanco o crema. Esta coloración particular le proporciona un camuflaje efectivo en la hojarasca del suelo de las selvas tropicales y subtropicales.
La cabeza es grande y redondeada, con orejas pequeñas y ojos relativamente grandes que están adaptados para la visión en condiciones de poca luz. Sus vibrisas (bigotes) son largas y sensibles, y desempeñan un papel crucial en la percepción táctil del entorno, especialmente en la oscuridad. La fórmula dental es 2.0.2.6, es decir, presenta en cada mandíbula un par de incisivos grandes y afilados, seguidos por un diastema (espacio sin dientes), dos premolares y seis molares. Los incisivos tienen un crecimiento continuo y se mantienen afilados debido al roído constante de material vegetal. Una adaptación notable, es la presencia de bolsas malares en sus mejillas, éstas pueden inflarse y se cree que tienen funciones como la resonancia de los sonidos vocales, el almacenamiento temporal de alimento y la protección de la cabeza durante enfrentamientos.
Es un animal nocturno y crepuscular, lo que dificulta su observación directa en la naturaleza. Durante el día se refugian en madrigueras que excavan en el suelo, en huecos de árboles caídos o entre las raíces de grandes árboles, éstas suelen tener múltiples entradas y cámaras que les proporcionan, además de seguridad contra los depredadores, un microclima estable. Aunque son animales solitarios, viven en parejas monógamas durante los períodos reproductivos, y a menudo se alimentan cerca unos de otros y se han registrado avistamientos de grupos en estado silvestre, lo que indica que presentan una sociabilidad moderada. En cautiverio, por ejemplo, agricultores de Brasil, Perú y Colombia han logrado formar grupos reuniendo individuos juveniles post-destete para su cría. La comunicación entre estos animales se realiza principalmente a través de vocalizaciones, marcaje olfativo con orina, secreciones glandulares y posiblemente a través de señales táctiles. Se han descrito varios tipos de vocalizaciones, incluyendo gruñidos, chillidos y gemidos, que se utilizan en diferentes contextos sociales o de alarma.
La dieta de la especie es principalmente herbívora, consiste en una amplia variedad de frutos, semillas, hojas, tallos, raíces e incluso insectos, con preferencia por alimentos que tienen bajo contenido de agua, como las semillas ricas en nutrientes, y alto contenido de azúcar, como sería el caso de los frutos maduros. Tienen capacidad para dispersar semillas a través de la defecación, participando activamente en la regeneración de las selvas tropicales. En Brasil, Colombia y México se ha documentado su papel como dispersores de diversas especies de plantas, como palma de moriche (Mauritia flexuosa), maraco (Couropita guianensis), ramón (Brosimum alicastrum), sonzapote (Licania platypus), entre otros. Su fuerte dentadura les permite roer incluso las cáscaras duras de algunos frutos.
Entre los depredadores naturales del tepezcuintle se incluyen felinos como el jaguar (Panthera onca), el ocelote (Leopardus pardalis), el puma (Puma concolor) y el tigrillo (Leopardus wiedii), cánidos como el coyote (Canis latrans), el zorro de monte (Cerdocyon thous) y el zorro gris (Urocyon cinereoargenteus), grandes serpientes constrictoras (como boas o pitones, caimanes (Caiman crocodilus) y aves rapaces. Su agilidad en tierra, comportamiento esquivo, capacidad para nadar y para bucear, les permiten evadir a muchos de estos depredadores.
Su patrón reproductivo puede variar ligeramente según la región geográfica, pero en general no muestra una estación reproductiva marcada en las zonas tropicales. Las hembras suelen tener una o dos crías por camada después de un período de gestación relativamente largo, que oscila entre los 115 y 150 días, nacen en madrigueras protegidas, con pelaje completo y son capaces de moverse poco después del nacimiento. La lactancia dura varias semanas, los individuos alcanzan la madurez sexual entre los seis y los 12 meses de edad. La baja tasa de reproducción del ésta especie la hace vulnerable a la sobreexplotación y a la disminución de su población en hábitats afectados.
Desempeña varios roles ecológicos importantes en los ecosistemas neotropicales. Como herbívoro, contribuye al control de la vegetación y, a través de su selectividad alimentaria, puede influir en la composición de las comunidades vegetales. Su hábito de dispersar semillas es crucial para el mantenimiento de la diversidad vegetal y la regeneración de los bosques. Además, forma parte importante de las cadenas tróficas al contribuir como sustento de carnívoros de mayor tamaño. La presencia de poblaciones saludables puede ser un indicador de la integridad y la biodiversidad de los ecosistemas forestales.
A pesar de su amplia distribución, ésta especie de mamífero enfrenta diversas amenazas, entre ellas se encuentra la pérdida y fragmentación de hábitat debido a la deforestación por actividades antropogénicas, tales como, la agricultura, la ganadería y la urbanización. La conversión de bosques en tierras de cultivo o pastizales reduce la disponibilidad de hábitat adecuado, aislando así a las poblaciones, lo que puede llevar a la disminución de la diversidad genética y a una mayor vulnerabilidad a la extinción local. Otra amenaza significativa es la caza ilegal e insostenible, al ser una fuente importante de proteína para muchas comunidades rurales en América Latina, su caza excesiva, a menudo no regulada, puede llevar a la disminución drástica de las poblaciones locales. El uso de perros y trampas puede ser particularmente perjudicial, ya que aumenta la captura no selectiva que puede reducir drásticamente las poblaciones locales. La fragmentación del hábitat aumenta la presión de caza, ya que las poblaciones aisladas se vuelven más accesibles para los cazadores, además, de que el comercio ilegal de carne de monte representa una amenaza adicional en algunas áreas. En algunas áreas, también existe un comercio de individuos vivos como mascotas o para la zoocría (cría en cautiverio), esta práctica puede tener implicaciones para la conservación si no se gestiona de manera sostenible.
El tepezcuintle no se encuentra en la lista de especies en riesgo de la NOM-059-SEMARNAT-2010 en México, mientras que la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lo clasifica como de “Preocupación Menor” en su lista roja a nivel global, debido a su amplia distribución y a que las tasas de declive poblacional no parecen cumplir los criterios para categorías más amenazadas; sin embargo, la UICN sí reconoce que en algunas regiones del sur de su área de distribución las poblaciones están disminuyendo en cantidades significativas debido a la pérdida de hábitat y la caza. Por lo tanto, considera necesario realizar de estudios más detallados a nivel local y regional para evaluar el estado de conservación de las poblaciones en diferentes sitios a lo largo de su distribución.
Indudablemente, los tepezcuintles tienen una gran importancia socioeconómica y cultural para muchas comunidades indígenas y rurales en América Latina. Su carne es apreciada por su sabor y valor nutricional en áreas donde otras fuentes de carne son limitadas, cazarlos puede ser una actividad tradicional y una parte fundamental de la subsistencia de las comunidades rurales. Además, tiene un significado cultural y simbólico en algunas sociedades indígenas, ya que se mencionan en mitos, leyendas y rituales de ser considerados importantes en la tradicional-mágico religioso. El conocimiento tradicional sobre su biología, comportamiento y métodos de caza se transmite de generación en generación.
Para asegurar la conservación de esta especie, es necesario adoptar un enfoque integral que aborde las principales amenazas que enfrenta. Es crucial proteger y restaurar sus hábitats naturales, especialmente las selvas. Esto implica crear y manejar adecuadamente áreas protegidas, fomentar prácticas de uso del suelo que sean sostenibles y que ayuden a reducir la deforestación y la fragmentación de su entorno, así como restaurar corredores biológicos para conectar las poblaciones que están separadas. La caza sostenible también juega un papel clave en su conservación. Esto puede incluir la creación de normas para la cacería basadas en estudios científicos, fomentar métodos de caza selectivos y establecer períodos de veda durante las épocas de reproducción. Involucrar a las comunidades locales en su manejo y brindarles opciones económicas sostenibles puede ser una forma eficaz de reducir la presión negativa sobre las poblaciones. La cría en cautiverio del tepezcuintle se ha explorado como una posible alternativa a la caza silvestre y como una forma de generar ingresos para comunidades locales. Sin embargo, es importante garantizar que estas iniciativas se desarrollen de manera sostenible y no contribuyan al tráfico ilegal de animales silvestres.
La educación ambiental y la sensibilización sobre la importancia ecológica y el valor del tepezcuintle pueden fomentar actitudes más positivas hacia su conservación. La investigación científica continua sobre la biología, la ecología y el estado de conservación es esencial para informar las estrategias de manejo y conservación.
Por su función ecológica y valor cultural, el tepezcuintle demanda una atención conservacionista sostenida. Garantizar su supervivencia significa salvaguardar la rica biodiversidad y servicios esenciales que brindan las selvas de América Latina para las generaciones venideras.
Therya ixmana 4(3):154-156
https://mastozoologiamexicana.com
Tecnológico Nacional de México/Instituto Tecnológico de Tizimín. Tizimín, Yucatán, México. ermilo.lopez@ittizimin.edu.mx (EHLC), maria.campos@ittizimin.edu.mx (MJCN), luis.castillo@ittizimin.edu.mx (LECS).
*Autor de correspondencia