
Este 10 de diciembre se entrega un Premio Nobel de la Paz polémico a María Corina Machado, principal opositora del gobierno chavista en Venezuela quien habría salido con dificultad de su país para viajar a Oslo, Noruega. Más allá del suspenso que trae consigo la ceremonia y el clima político actual, el galardón de este año es simbólico e inquietante por la simpatía abierta de la venezolana con el gobierno de Donald Trump.
No obstante, este no es el único Nobel de la Paz polémico en la historia. Una revisión rápida de estos más de 100 años del premio son una ventana hacia la historia política de occidente y los valores de Estado que concibe de la paz.
Para hablar del tema, Ciencia por México entrevistó a Erick Galán Castro, Investigador por México adscrito a la Universidad Veracruzana (UV), antropólogo y sociólogo –quien investiga temas de seguridad ciudadana, construcción de paz y acción colectiva, entre otros–. Para el especialista no se puede hablar del Nobel de la Paz 2025 sin considerar la historia del régimen chavista actual de Nicolás Maduro, la disputa por los recursos naturales de Venezuela y la intervención estadunidense en la región.
Las lecturas de este Nobel, añade, pueden leerse desde el discurso oficial, el cual –según el comité– se justifica por la defensa de valores liberales. “la reconoce por la promoción de los derechos democráticos, su lucha por elecciones libres y un gobierno representativo”.
Hay que considerar que el mensaje del comité Noruego del premio Nobel es el fortalecimiento de una de una idea de democracia liberal y noción liberal del Estado, frente a un autoritarismo como el que se ha dado en Venezuela, agrega.
La otra lectura, enfatiza, debe darse desde el hecho de que se trata de un premio que se da desde occidente para fortalecer valores predominantes en la región.
“Tenemos que pensar qué tipo de paz discursivamente se construye cuando vemos en términos generales a las personas que han sido premiadas, es decir, como políticos con cargos presidenciales, activistas contra regímenes autoritarios (…)”.
Incluso representaciones de valores de centro-izquierda, como la Organización Internacional del Trabajo, por su apoyo a los trabajadores, sin que esto signifique caer en una posición socialista, ejemplifica el académico de la UV.
“Ahora, esto me lleva a mí a pensar lo siguiente: el tipo de paz que se construye desde los premios Nobel, mayormente hablando y en casos muy particulares de manera muy específica, parece darnos una idea de que la paz se construye más desde el Estado o donde éste tiene una centralidad muy grande”.
NOBEL APUNTANDO A EU.
En el caso de María Corina Machado, el antropólogo recuerda que la polémica recae en la vínculo que ha tenido con Donald Trump, quien defiende de manera extrema cierto tipo de valores tradicionales y conservadores, pero al mismo tiempo ideas sobre la preservación de cierto tipo de derechos o no defensa de los mismos. “Entonces, María Corina Machado ha dicho incluso que dedica el premio a Donald Trump, a quien ve como un aliado y a quien agradece muchísimo”.
Esto sucede en el contexto actual de un bloqueo de EU a Venezuela, asedios por mar y el uso del ejército para amedrentar a ciertas zonas en el país. “Su gobierno incluso cambió el nombre de Secretaría de Defensa por el de Secretaría de Guerra. Es decir, resulta muy contrastante haberle dado un Premio Nobel a una persona que considera a Trump un aliado y alguien a quien agradecerle, a alguien que considera que se puede usar el poder del Estado y la violencia del Estado para construir paz”.
Se dice incluso que al no poder entregar el Nobel a Trump por el absoluto descrédito que significaría, se lo pueden entregar a alguien como María Corina Machado, añade.
Premios Nobel polémicos sobran. Erick Galán Castro recuerda a Henry Kissinger, Barack Obama y Aung San Suu Kyi, de manera particular, y lo que refleja es dar sentido a disputas públicas sobre qué implica generar paz entre buenos y malos. “Para mí el Premio Nobel de la Paz es una herramienta muy eficiente a nivel global de construcción de problemas públicos”.
NO SON COMO LOS DEMÁS.
Sin embargo, el galardón también tiene sus excepciones, en ocasiones recaen en instituciones que buscan la paz desde otro escenario menos político o en activistas que no lo hacen desde el Estado. Si hubiera premios emblemáticos fuera de estas concepciones occidentales, habría más ejemplos como los de Martin Luther King o Malala Yousafzai, señala.
“Son premios Nobel que, podríamos decir, son indiscutibles, en el sentido de generar más una idea común sobre lo que implica la paz, sin pasar justamente por estas discusiones de a ver qué papel tiene el Estado aquí, o el Estado es el que va a generar la paz. Ellos dicen, ‘bueno, nosotros podemos generar la paz a partir de nuestras acciones’, y creo que, en ese sentido, que permite una idea más amplia de la paz como un instrumento que no solamente es utilizado desde los Estados o aspirando al poder estatal, sino más bien pueden instrumentar desde la acción colectiva, desde la visibilización de distintos problemas. Esos son verdaderos aportes”.
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