
La Secretaría de Cultura del Gobierno de México, el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), y el Museo Nacional de Arte (MUNAL) inauguraron la exposición Disputar la mirada. Imaginarios visuales de las mujeres indígenas,
muestra que confronta más de cinco siglos de representación histórica y estereotipada de la mujer nativa en México.
Mireida Velázquez Torres, directora del Museo Nacional de Arte (Munal), declaró en exclusiva a Crónica que Disputar la mirada. Imaginarios visuales de las mujeres indígenas, es un ejercicio fundamental que invita a repensar la construcción simbólica y visual de la figura femenina nativa en el arte mexicano.
Añadió que la muestra de 148 obras provenientes de acervos nacionales y colecciones particulares, propone una mirada crítica para nuevas lecturas sobre los vínculos entre identidad, cuerpo, territorio y poder
Esta exhibición plantea una invitación a la sociedad contemporánea para una profunda revisión de las construcciones simbólicas y visuales arraigadas en el imaginario colectivo.
A través de una explicación curatorial al detalle, la exposición desmantela la mirada canónica que ha definido a estas mujeres, históricamente marcada por perspectivas y referencias culturales extranjeras, principalmente europeas.
Mireida Velázquez Torres resaltó la relevancia crucial de esta exposición en el actual panorama nacional.
“Es un ejercicio fundamental para repensar las construcciones artísticas y visuales desde una perspectiva marcadamente crítica”, expresó.
La directora del MUNAL resaltó la importancia de no conformarse con la concepción tradicional sobre las características o el papel que la mujer indígena ha tenido a lo largo de la historia de México.
Velázquez Torres señaló que la institución museística tiene el deber de mover esta perspectiva, la cual se ha construido históricamente a partir de una mirada canónica y extranjera.
Dijo que la exposición ofrece una oportunidad única en un museo como el Nacional de Arte para llevar a cabo una introspección profunda sobre la representación visual.
La exposición esta compuesta por 148 obras de 84 artistas, reúne pintura, escultura, fotografía, grabado, textil y tapiz, provenientes de 55 colecciones institucionales y particulares.
Entre los creadores figuran nombres clave de la historia del arte nacional como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Tina Modotti, Lola Cueto, Luz Osorio, Ramón Alva de la Canal, Nahui Olin, Carlos Mérida, Olga Costa, Mariana Yampolsky y Citlali Fabián, entre otros.
Mujer Indígena, Alegoría de Territorio: Naturaleza y Fertilidad
La enseñanza curatorial de arte estuvo a cargo de las investigadoras Andrea García Rodríguez y Ariadna Solís, detallaron cómo la historia visual fijó a la mujer indígena a través de estereotipos reiterativos y reduccionistas.

Las expertas explicaron que la representación frecuentemente la asocia con el territorio, la fertilidad, el origen y la naturaleza.
“Los artistas modernos, de manera constante, utilizaron a la mujer como una figura alegórica, ligando el color de su piel al espacio físico que representaba la nación; esta asociación con la tierra se tradujo en una fuerte conexión con la fertilidad, un elemento clave para describir el territorio mexicano, históricamente considerado frondoso y prolífico”, señaló Andrea García Rodríguez.
Explicó que las representaciones escultóricas y pictóricas frecuentemente enfatizan esta idea al mostrar a la mujer indígena vendiendo o portando los frutos de la tierra, como piñas, lechugas o nopales.
Además, en el arte virreinal, la mujer indígena fue fundamental para el desarrollo de la pintura de castas, estableciendo un orden jerárquico y una noción clara del origen del mestizaje.
García Rodríguez señaló que la asociación con la naturaleza era tan estrecha que la desnudez de la mujer era frecuentemente interpretada como un signo de lo incivilizado o, paradójicamente, de la inocencia.
“Estos elementos, como la relación íntima con la naturaleza y la inocencia, se reiteran en las exploraciones de la feminidad del siglo XIX, ligando la niñez con la feminidad indígena en el gesto facial; la visión histórica también petrificó la figura indígena, presentándola como un pasado lejano”, detalló la especialista.
Implicaciones en Estilo de Vida; Rol Social y Deber Ser
En su oportunidad, la curadora Ariadna Solís profundizó en las implicaciones que esta percepción histórica tuvo en el estilo de vida y el rol social asignado a las mujeres nativas, especialmente en los siglos XIX y XX.
Ante los medios de comunicación reunidos para un excepcional recorrido por las salas del segundo piso del MUNAL, explicó que en el siglo XIX, el concepto de los “tipos populares fue consolidado, y definió a estas mujeres con relación a la función social que cumplían en la comunidad”.
Reveló que eran comúnmente retratadas como vendedoras de mercado, de frutas o de verduras, ligadas directamente a la producción alimenticia.
Dijo que esta construcción de “tipos populares fue en gran medida influenciada por la mirada viajera y exotizadora de extranjeros, especialmente europeos, quienes observaban y registraban lo que consideraban ajeno”.
Añadió que estos viajeros a menudo se sorprendían por la vestimenta o, en muchos casos, por el hecho de no encontrar a las mujeres completamente vestidas según los cánones europeos, lo que alimentó una mirada erotizada sobre ellas.
Ariadna Soís señaló que el imaginario masivo se nutrió de esta visión exotizadora, creando modelos identificables con relación al rol que se esperaba que cumplieran.
“El deber ser de la maternidad también fue un componente esencial en la percepción histórica; la mujer indígena fue convertida en el símbolo de la maternidad, el cuidado y la ternura, asociándola fuertemente al origen de la familia”, manifestó.
La experta indicó que en el proyecto de consolidación de la identidad nacional en el siglo XX, lo femenino indígena fue utilizado como la raíz cultural y la conexión con la tradición y el pasado, siendo a veces relegadas a ser parte del paisaje acompañando al campesino.
Disputar la Mirada, la Virgen de Guadalupe
En el contexto de la explicación curatorial, la figura de la Virgen de Guadalupe fue explorada desde la historia y la mirada virreinal de la exposición.
La Morena del Tepeyac fue mencionada como un ejemplo de devoción a entidades marianas o figuras relacionadas con lo virginal y la devoción íntima. “Su figura es importante porque conjuga el orden espiritual con la devoción hacia entidades que representan una identidad muy cercana con el territorio”, señalaron.
Fue analizada una pieza de Rafael Jimeno y Planes para ilustrar cómo la Virgen fue posicionada como un icono crucial para la nación en consolidación.
“Esto se debe a que la Virgen de Guadalupe no solo se considera una entidad espiritual o religiosa, sino que adquiere el papel de entidad política; al ser la protectora de toda una población, ayuda en la defensa de un territorio, tomando un rol simbólico fundamental para la conjugación de ciertos imaginarios nacionales”.
Textiles, Nación y Ruptura Contemporánea
La narrativa curatorial mostró otro aspecto central en la construcción simbólica de la mujer indígena desde su íntima relación con los textiles y la indumentaria, un vínculo presentado como herencia y tradición.
Los textiles son vistos como un saber que ha sido feminizado y convertido en una parte transversal del arte y la identidad.
La curadora Solís señaló la ambivalencia de estos recursos visuales, ya que pueden insertarlas como un recurso territorial al mapear etnias y regiones.
La exposición también aborda cómo la figura de la mujer indígena fue utilizada para consolidar proyectos nacionales y fue convertida en un recurso vigente dentro de la política pública; esto fue ilustrado con el logotipo del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
También fueron examinadas las narrativas reiteradas en producciones visuales transnacionales, como las fotografías de Luis Márquez Romey en la Feria Mundial de Nueva York, que exportaban una imagen cultural de México usando el ícono de la mujer tehuanana.
Dijo que figuras públicas como Luz Jiménez se vieron inmersas en la consolidación de estereotipos como la "India bonita," dictando cómo debería ser la apariencia de una mujer indígena mexicana.
Frente a esta construcción monolítica y unidimensional, la exposición integra piezas contemporáneas que buscan dislocar esta mirada lacerante.
Finalmente, la muestra invita a replantear perceociones impuestas para dar paso a unas más amplias y genuinas, abre preguntas a los afortunados espectadores que asistan a disfrutar la muestra.
La invitación del MUNAL es a cuestionar “¿qué se me viene a la mente cuando escucho ‘mujer indígena’ y por qué?”, planteó Mireida Velázquez Torres.
El ejercicio de repensar lleva a la audiencia a revisar sus propios imaginarios; el MUNAL logra que la exposición sea un acto de participación consciente, que transforma el acto de mirar, en una crítica activa de la historia visual mexicana; la exhibición actúa como un espejo, refleja las construcciones históricas y políticas que moldearon hasta hoy la idea de lo indígena, para buscar nuevos caminos que disloquen esta sezgada mirada.
¿Dónde y cuando ver Disputar la Mirada?
La exposición estará disponible hasta el 5 de julio de 2026 en las salas del segundo piso del Museo Nacional de Arte, ubicado en Tacuba 8, Centro Histórico, Ciudad de México. El horario de visita es de martes a domingo, de 10 a 18 horas.
Para más información, se puede comunicar al Museo Nacional de Arte al teléfono 55-8647-5430, extensiones 5050 y 5024, o escribir al correo alma.sanchez@munal.inba.gob.mx.
El costo general de entrada es de 95 pesos. El acceso es gratuito para personas afiliadas al INAPAM, menores de 13 años, personas con discapacidad, maestras y maestros, así como para estudiantes con credencial vigente. Los domingos, la entrada es libre.