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“En Mesoamérica era natural ser bilingüe, lo que facilitó recibir las lenguas europeas”

La región fue un conglomerado de diferentes pueblos, donde era necesario hablar más de una lengua para poder comercializar, trasladarse e interactuar, dice la filóloga Heréndira Téllez Nieto

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Desde que era estudiante de preparatoria Heréndira Téllez acudía a escuchar las pláticas de Miguel León Portilla en el IIH-UNAM.

Desde que era estudiante de preparatoria Heréndira Téllez acudía a escuchar las pláticas de Miguel León Portilla en el IIH-UNAM.

Cortesía

El psicoanálisis afirma que infancia es destino. Esta frase podría aplicarse al recorrido biográfico de la filóloga mexicana Heréndira Téllez Nieto, experta en el estudio de documentos y libros antiguos usados por los frailes europeos para evangelizar a los pueblos mesoamericanos.

En el caso de Heréndira Téllez, infancia es destino porque los libros tuvieron un protagonismo superior desde sus días de niña, en la Ciudad de México, cuando su mamá le leía leyendas prehispánicas que narran el nacimiento del Sol y la Luna, pero también tenía a la mano diccionarios en griego y latín con los que trabajaba su papá, así como obras notables de la literatura que marcaron su vida, como “Mujer que habla latín”, de Rosario Castellanos.

“De joven tuve interés por las ciencias, en especial por la física, pero decidí estudiar latín porque me gustaba y porque pensaba que, para entender el origen de la cultura occidental, incluyendo la ciencia, tenía que irme a los textos que estaban escritos en griego y latín. Hoy no me puedo imaginar trabajando en otra área”, indica a los lectores de Crónica la investigadora que en el año 2012 redescubrió la primera “Biblia” escrita en lenguas indígenas, la cual se encontraba en la Biblioteca Capitular de Toledo.

Licenciada en Letras Clásicas, por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), con Maestría y Doctorado en Filología Clásica, por la Universidad Complutense de Madrid, la Doctora Téllez Nieto estudia actualmente una extraña edición trilingüe de textos bíblicos que presenta pasajes en latín, náhuatl y otomí.

La académica es licenciada en Letras Clásicas por la UNAM y tiene un posgrado en Filología Clásica por la Universidad Complutense de Madrid.

La académica es licenciada en Letras Clásicas por la UNAM y tiene un posgrado en Filología Clásica por la Universidad Complutense de Madrid.

Azecme

“Mi trabajo no sólo se trata de traducir una palabra entre lenguas, sino de entender los matices que hay en el trabajo de los diferentes traductores. Desde la selección de las palabras se pueden identificar ciertas cosmovisiones o maneras de entender al mundo. Eso es siempre una revelación y nos acerca a entender cómo se traducían textos en el siglo XVI”, expresa la filóloga que declara su interés en el trabajo de lingüistas como Bernardino Biondelli, que en el siglo XIX trabajó con traducciones directas del náhuatl al latín, sin pasar por el español ni por el italiano.

Pensamiento multilíngüe.

Son escasos y están dispersos los textos cristianos en lenguas indígenas. Eso se debe a que la presencia de los primeros frailes en el actual territorio de México fue contemporánea del Concilio de Trento, Italia, donde se tomaron decisiones de la iglesia católica frente al naciente protestantismo y una de las decisiones consistía en usar únicamente la “Biblia” en latín para todos los rituales religiosos católicos.

Los pocos libros religiosos escritos en lenguas indígenas son la materia de las búsquedas de Heréndira Téllez, pero son piezas que le sirven para construir una imagen más amplia, la imagen del encuentro entre hombres y mujeres que venían de dos lugares diferentes, donde era indispensable manejar más de una sola lengua.

Heréndira Téllez con sus colegas del IIA Leopoldo Valiñas y Fernando Nava.

Heréndira Téllez con sus colegas del IIA Leopoldo Valiñas y Fernando Nava.

Fernando Velázquez/Gaceta UNAM

Mesoamérica fue un conglomerado de diferentes pueblos, donde era necesario hablar más de una lengua para poder comercializar, trasladarse e interactuar, como indica la docente del seminario “Tradiciones bíblicas: de la antigüedad al nuevo mundo”, en el Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM.

“En Mesoamérica había un gran bilingüismo y multilingüismo, y cuando uno tiene esa habilidad es más fácil adoptar otras nuevas lenguas que desconoce, porque las estructuras mentales se amplían, también nuestro aparato fonador y nuestra forma de escuchar de modifican. En Mesoamérica pasaba esto: había un gran bilingüismo y un gran plurilingüismo y, por ello, no les costó tanto tiempo recibir las lenguas europeas. Al mismo tiempo, también en Europa pasaba, pues además de la lengua dominante, que era el latín, interactuaban muchas otras lenguas en ese continente. Había una gran movilidad de lenguas y conocimiento de lenguas”, dice la escritora e investigadora.

Necesitamos conocer nuestro pasado y un vehículo es el registro que han dejado en sus lenguas, indica la filóloga mexicana.

“Durante un tiempo se pensó que no existían estas traducciones del latín a las lenguas indígenas, pero poco a poco hemos descubierto documentos con textos bíblicos en náhuatl, maya y otras muchas lenguas. Por eso ahora, mi preocupación, es demostrar que estas traducciones de textos clásicos no sólo se realizaron a algunas lenguas, sino a grupos más amplios”, señaló Téllez.

Frailes y la lengua indígena

De acuerdo con la especialista, en Mesoamérica, la lengua fue vehículo para evangelizar, pero también para su sobrevivencia.

Al encontrarse los frailes europeos con las poblaciones mesoamericanas, los religiosos paulatinamente empezaron a elaborar traducciones a lenguas indígenas como una herramienta para explicar los textos religiosos, pero en muchos casos los propios frailes terminaron por asumir elementos de la cultura indígena e integrar en sus textos americanos una mezcla de elementos como la selección de palabras y por el uso de simbolismos que se llegaron a usar en los códices y, posteriormente, se introdujeron a textos bíblicos, como la serpientes, el águilas y casas que aparecían en los códices prehispánicos.

Adicionalmente, para la experta, el futuro de las lenguas indígenas no está en el trabajo de rescate académico, “sino en las propias comunidades hablantes, que van revitalizando sus lenguas”.