
Hay etapas que no terminan, solo se transforman. Para Gerardo Parra, la vida después de su carrera como pelotero profesional no significó una despedida del béisbol, sino un nuevo comienzo. Hoy, como parte del cuerpo técnico de los Washington Nationals, su vínculo con el juego se ha profundizado desde otro ángulo. A su lado, su esposa, Tania Victoria Marín, no solo lo acompaña, sino que forma parte activa del entorno que rodea al equipo, en una dinámica que mezcla vida profesional, compromiso comunitario y crecimiento compartido.
Instalados en el corazón de la capital estadounidense, Parra y Marín viven una etapa distinta, pero igual de intensa, que la del estrellato deportivo. Tras catorce años de carrera profesional como pelotero, Parra se ha reinventado como coach dentro del staff técnico del equipo. Y si bien su nombre aún genera entusiasmo entre los fanáticos —especialmente por su recordado “Baby Shark”—, hoy se enfoca en tareas que requieren una mirada más analítica, táctica y estratégica.
“La experiencia ha sido excelente. Cada día aprendo más, no solo en el trabajo en el campo, sino también en áreas que antes no dominaba, como la parte tecnológica y la gestión detrás de cámaras. Esto me ha permitido crecer muchísimo después de mi carrera como jugador”, explica Parra, con la serenidad de quien sabe que está construyendo una nueva etapa sobre bases sólidas.
Lejos de limitarse a las tareas técnicas, su rol como coach implica un vínculo más profundo con cada uno de los jugadores. “He podido conocerlos mejor, entender su nivel de compromiso, su manera de entregarse día a día. Eso me ha enseñado mucho, y mi meta es que cada uno de ellos alcance su mejor forma física y mental. Queremos llegar a la Serie Mundial, y todo empieza por ese trabajo individual y colectivo”, agrega.
Más allá de lo deportivo, Parra tiene claro que esta etapa es también una preparación personal. Su mirada está puesta en el futuro, con una ambición que no suena forzada: convertirse en manager. “Confío en que, con el tiempo y la guía de Dios, llegará ese momento. Por ahora sigo aprendiendo, paso a paso, con humildad y determinación”.
En este proceso no camina solo. A su lado está Tania Victoria Marín, quien también ha encontrado un espacio dentro del ecosistema del equipo. Su rol, aunque menos visible, es igual de relevante. Acompaña a su esposo no solo como pareja, sino como parte activa de la comunidad que rodea a los Nationals.
“Participo en eventos sociales y comunitarios de la organización. Me involucro en distintas actividades que van más allá del juego, pero que son igual de importantes para conectar al equipo con su entorno”, explica Tania, quien ha hecho del acompañamiento una forma de estar presente de manera significativa.
Su presencia en eventos, reuniones y acciones sociales del equipo, le ha permitido fortalecer los lazos humanos que sostienen la estructura de un club profesional. Allí donde la presión y la competencia pueden hacer mella, su rol como enlace humano aporta contención, empatía y una visión que complementa la lógica estrictamente deportiva.
La dinámica entre ambos es fluida, sin pretensiones. No se trata de una pareja siguiendo un guion, sino de dos personas que entienden el valor de acompañarse, incluso en un contexto tan exigente como el de las Grandes Ligas. Lo que para algunos puede parecer simplemente “estar ahí”, en realidad implica una construcción conjunta: de confianza, de equilibrio, de propósito.
“Lo más valioso de esta experiencia es que la vivimos juntos. Cada quien desde su lugar, pero compartiendo una misma visión. Gerardo trabaja intensamente en su rol como coach, y yo me ocupo de aportar desde lo social, desde el lado humano. Eso nos fortalece como equipo y como pareja”, reflexiona Tania.
La historia de Gerardo y Tania en Washington D.C. es una que mezcla transición profesional, crecimiento personal y una noción clara de comunidad. No hay estridencias ni frases hechas: hay constancia, presencia y compromiso. En el mundo del deporte, donde muchas veces se habla más de estadísticas que de personas, ellos aportan una narrativa distinta.
Mientras los Nationals pelean partido a partido por avanzar en la temporada, esta pareja continúa construyendo algo más grande que una carrera deportiva. Están creando un legado de trabajo en equipo, dentro y fuera del campo, con la vista puesta en el presente... y en el futuro.