
El desempleo es un problema muy grave en Nigeria, especialmente entre los jóvenes. Y la situación tras la pandemia de la COVID-19 no ha hecho sino empeorar, por lo que el tema ha saltado definitivamente a la palestra.
Nigeria, con una población de unos 200 millones de personas, de las que un 65 % son menores de 35 años, presenta una tasa de paro juvenil por encima del 50 %. En un país que pretende competir con las potencias desarrolladas del mundo, el desempleo es un problema endémico.
Aunque este elevado nivel de paro afecta sin duda a la economía, el impacto social y psicológico sobre los propios jóvenes (18-35 años) y sobre la sociedad en general son igual de devastadores.
El desempleo puede ser muy tóxico y destructivo en el seno de una familia, ya sea entre los cónyuges o entre padres e hijos. Además de suponer una enorme carga financiera, también puede provocar actitudes antisociales como el alcoholismo o la violencia. Este conflicto causa estrés en las relaciones, lo que puede derivar en daños psicológicos o problemas de salud mental. Las dificultades que crea el desempleo en una familia pueden provocar también problemas para pagar una vivienda, lo que aumenta los conflictos y la tensión.
Para los jóvenes nigerianos con hijos a cargo, el desempleo puede provocar la desintegración familiar debido a la imposibilidad de los padres de satisfacer las necesidades de sus hijos, lo que complica su desarrollo futuro. Se trata de un círculo vicioso del que cada vez resulta más difícil salir, y el reto de no arrastrar a los hijos es enorme. Debido a la ausencia de mecanismos en la sociedad nigeriana para ayudar a los niños a escapar de esta trampa, el ciclo se repite una y otra vez.
Uno de los mayores problemas del desempleo es su relación con el crimen, una situación que se acentúa más si cabe entre la población joven, incapaz de canalizar su energía de una forma adecuada. Además, si los jóvenes se ganan la vida delinquiendo, no encontrarán la motivación necesaria para buscar un empleo.
Un estudio realizado a finales de 2019 arrojó que existe una conexión clara entre el paro y el crimen en Nigeria. El desempleo tiene un efecto importante en la delincuencia, cosa que se traduce en robos a mano armada, agresiones y asesinatos. El auge de los secuestros también se ha relacionado con la falta de empleo. El mediocre sistema judicial nigeriano, unido a unos altos niveles de corrupción, ha provocado que la mayoría de los delitos pasen desapercibidos y que ni siquiera se denuncien.
Otra consecuencia importante del crimen sobre el desempleo es su capacidad para crear entornos inseguros para actividades de inversión. El terrorismo en el norte del país, por ejemplo, ha provocado el estancamiento de la actividad empresarial de la zona. Cuanto más duren las insurgencias, menos oportunidades de negocio se presentarán, lo que provocará el desarrollo de la pobreza y el desempleo.
La falta de empleo conlleva inactividad, y con una proporción tan alta de jóvenes desempleados en la flor de la vida no es de extrañar que muchos de ellos se aburran y delincan para hacer algo útil. El aburrimiento, además, puede tener otras consecuencias: se considera que el desempleo juvenil es uno de los factores principales del auge del juego en Nigeria, siendo las apuestas deportivas y los juegos de casino online las actividades preferidas por los jóvenes. El juego se presenta no solo como una buena opción para ganar dinero y salir de la pobreza, sino también como una distracción frente a la inactividad que provoca el desempleo, pero la falta de recursos para fomentar un juego responsable está provocando el auge de la ludopatía.
El desempleo también provoca estrés, lo cual tiene consecuencias negativas a largo plazo en la salud mental y, de rebote, en el bienestar personal. Se cree que uno de cada seis jóvenes nigerianos padece trastornos mentales, y la elevada tasa de paro del país no contribuye a mejorar estas cifras.
El desempleo provoca pérdida de autoestima y depresión, ya que desaparece el sentimiento de realización y éxito que conlleva convertirse en un elemento válido de la sociedad. El ser humano es un ser social, y la imposibilidad de relacionarse con la gente en un entorno laboral puede provocar también problemas de salud mental.
Los elementos que propician el desempleo y la pobreza en Nigeria están muy arraigados en el sistema. La desigualdad, la corrupción, la mala educación, la falta de entendimiento del bien común y los mediocres sistemas fiscales y su mala aplicación, entre otros muchos factores, están propiciando que el desempleo se dispare.
Nigeria ha empezado a tomar medidas para paliar el problema del desempleo, como el despliegue de un programa que promete crear empleo para más de 750 000 jóvenes. Sin embargo, el éxito de estos programas depende de un entorno propicio que garantice la seguridad de las personas y la lucha contra la corrupción.
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