
Los seres humanos somo los únicos capaces de jugar con la lengua y eso nos da la libertad para crear, pero además la lengua es la herramienta más poderosa de enriquecimiento intercultural y de gestión de la vida cotidiana, señala la lingüista Concepción Company Company.
Al dictar la segunda conferencia de su ciclo “La lengua de la vida cotidiana”, la Premio Crónica en cultura destacó que miles de personas tienen que cambiar de lengua, reaprender y eso las deja desamparadas, sin poder gestionar su vida cotidiana si no tienen lengua materna.
En ese sentido, esta segunda charla se tituló “Saludos y despedidas de ayer, hoy y siempre”, indicó que la lengua es nuestro soporte fundamental de percepción del mundo, es la herramienta de transmisión de experiencias y de herencia de tradiciones, pasamos de abuelos a padres a hijos y a nietos”.
“Somos los únicos que podemos hacer creación, invención, extensiones metafóricas: somos los únicos capaces de jugar con la lengua, por eso se nos dice seres de sintaxis libre, no sólo porque hablamos, sino porque somos capaces de hablar con libertad sintáctica”, por lo cual se puede hablar de patrones gramaticales, pero sobre todo de una libertad consistente en poder crear: “si yo digo ‘echaré el moco en el atole’, pues no hay mocos, ni hay atoles: si digo ‘esta televisión ya las dio’, pues no dio nada; más bien, la televisión ya se acabó”.
Esa libertad no es única en el planeta. Cuando uno ve la historia de la lengua, lo que se percibe es una libertad muy limitada. Para ser aceptado y estar bien inserto en una comunidad —destacó la especialista—, hay que emplear la misma lengua de los otros. Se trata de cooperar para que todo funcione y “no tengamos cada día que pensar cómo tengo que hablar hoy. Eso no ocurre ni ha ocurrido jamás en ningún individuo”.
“La lengua es la herramienta más poderosa de enriquecimiento intercultural, es un instrumento de culturas compartidas, es la herramienta del contacto humano y, de ese contacto, devienen préstamos. Todas las lenguas están llenas de préstamos que las enriquecen. No existen lenguas puras. “Como tal, la lengua es la herramienta de la gestión de vida cotidiana, de la expresión y afianzamiento de identidad.”.
Al mismo tiempo, agregó Company Company, la lengua también es la herramienta de una progresiva laicización, es decir, vamos poco a poco abandonando menciones adiós, a las divinidades, lo cual no significa que no digamos: ‘¡Dios mío!’, más cuando lo decimos ya no está Dios propiamente presente”.
De saludos y fórmulas
Al entrar al tema de la conferencia “Saludos y despedidas de ayer, hoy y siempre”, la colegiada recalcó que hay tres características en el acto del habla: cooperación, pertinencia y relevancia. Recordó que al acto de habla se le llama acto ilocutivo, el hecho simple de hablar o escribir, siempre con finalidades socioculturales e intersubjetivas, es decir “cómo me comunico con el otro”.
Los actos de habla se producen siempre en situaciones comunicativas concretas, tienen finalidad, a lo que se le llama fuerza ilocutiva, y producen un efecto sobre quien me escucha o lee, en caso de que sea lengua escrita, y a ese efecto se le llama efecto perlocutivo. Los actos de habla están sujetos a principios de pertinencia, cooperación y relevancia: “hay que decir la cosa adecuada, en el momento adecuado y ello va de la mano de relevancia, porque hay que decir la cosa adecuada y que sea significativa”.
“Para que el otro coopere conmigo: si voy caminando y me encuentro al vecino, y en vez de saludarlo le digo: ‘¡no me molestes!’, el otro se va a quedar con los pelos de punta y pensará: ‘ésta no está bien de la cabeza’; o si le digo en vez de ‘hola’, ‘¡vete a la chingada!’, pues probablemente a la siguiente vez que me vea me va a poner la zancadilla.
“Por lo tanto, hay que ser pertinentes en lo que se dice para buscar la cooperación del otro. Los saludos y despedidas son actos de habla directivos o apelativos, porque van dirigidos al otro, es una apelación para que el otro haga algo, sea que responda al saludo o que me apoye en una petición”.
Sin embargo, los saludos y despedidas son actos de habla que pertenecen a un ámbito gramatical de las rutinas, de los hábitos milenarios de los que somos partícipes los hablantes de lengua española o de cualquier otra lengua, en particular porque todas las lenguas tienen actos de habla formulaicos, lo cual significa el uso por siglos: mismas formas y expresiones repetidas con un mismo significado.
“El significado no necesariamente es referencial, aunque en el caso de los saludos sí lo es, porque si ya es de noche, uno debe decir: ‘¡buenas noches!’. Si uno dice ‘¡buenos días!’, ni es relevante ni cooperativo; pierde todo efecto y me van a llevar a la casa de la risa, pues entre decir: ‘no molestes’ y ‘¡buenos días!’ a las 11 de la noche, pues no tiene ni relevancia ni cooperación ni significatividad adecuada para poder funcionar en sociedad”.
“Los hablantes no nos preocupamos por ser originales, evitamos la originalidad individual, porque eso le restaría pertinencia y cooperación: los actos de habla formulaicos se convierten en un ritual compartido y repetido por siglos con mínimas modificaciones a lo largo del tiempo: el modo de agradecer es un acto de habla formulaico, las amenazas, las bendiciones, las blasfemias, los conjuros, las despedidas, las disculpas, los halagos, los insultos, los juramentos, las maldiciones, peticiones, presentaciones, promesas y saludos tienen una sintaxis y una semántica metida en un corsé, ha cambiado poquísimo a lo largo de los siglos”.
Desde su perspectiva, los saludos y las despedidas son un espejo de la sociedad, porque nos indican la organización, el entramado y las interacciones sociales cotidianas de cualquier comunidad, de un hablante cualquiera; además, “en cómo se salude o cómo se despide la gente vemos inmediatamente la posición social de los interlocutores, que puede ser simétrica, de igual a igual, y nos saludamos de una manera: si es mi igual le digo ‘querido’, ‘queridísimo’, ‘¡qué gusto!’ e, incluso, me atrevería a usar un insulto que ha dejado de serlo: ‘¡pinche Javier, cuánto tiempo sin verte!’, y ese será un saludo”.
El asunto es que si es asimétrico, que el individuo con el que uno se va a comunicar no está en “mi mismo rango social, puede estar arriba o puede estar abajo”, la relación será distinta y se le dirá ‘estimado doctor’, ‘estimado licenciado’, ‘¡qué gusto verlo señor Juan!’; saludos y despedidas son también un reflejo del sexo y la edad de los interlocutores, no nos saludamos igual hombres y mujeres, aunque a partir del siglo XX se ha equiparado bastante, más aún a partir del siglo XXI, cuando las mujeres se vieron obligadas, muchas veces por presión social, a dejar de ser femeninas y los hombres se sienten presionados, porque no saben cuáles son los límites entre un halago y pasarse de la raya, con lo que “los saludos y las despedidas se han vuelto mucho más neutras y faltas de adjetivos y de cotidianidad”.
Al mismo tiempo, especificó la colegiada, son un reflejo directo de la distancia o el acercamiento afectivos que se tenga con el otro, pues no es lo mismo un “¡querida Concepción!”, un “¡estimada Concepción!” o un “¡estimada doctora!”. Los saludos se vuelven cada vez más lejanos, pero dan una idea clarísima de la regulación y normatividad sociales en un momento dado, ofrecen una información inmediata del grado de instrucción que tienen los interlocutores, “el que escribe el saludo y el que se despide son la misma persona y él sabe cómo es el otro”.
“Nos dan muchísima información de temas que eran relevantes de la vida cotidiana por épocas, son un reflejo de la cultura. Los saludos y las despedidas tienen un lugar privilegiado en la historia de la lengua, porque para nosotros eso es una joya: en las cartas, las notas, los mensajes de WhatsApp de redes, es el único tipo de documento o de texto que se atreve a escribir quien no sabe propiamente escribir, los saludos y las despedidas son los dos actos de habla formulaicos que más nos acercan a la oralidad de la vida cotidiana”.
Cuando se analizan los saludos y despedidas hay que distinguir entre saludos al paso y saludos formales, despedidas al paso y despedidas formales. Los saludos o despedidas al paso son un encuentro fugaz o un saludo informal, por lo general suelen ser más cortos, se pueden acumular, suelen ser festivos, según el grado: “si yo a la compañera la conozco, le puedo decir ‘¿cuántos kilos que no nos veíamos?’, ya sea que adelgazó, ya sea que engordó, pero no me atrevería a decirlo con mi jefe o mi jefa”.
Así, por ejemplo, entre estos saludos se puede mencionar frases como “qué onda, qué ondón, qué pasó, qué pasión, qué pasitas, qué milagro, qué milanesas, se puede jugar con los saludos al paso. Los saludos formales son más largos en general, no se acumulan, no puedo decir ‘estimada doctora y querida concepción’, eso sería bastante anómalo: si soy estimada, no soy querida y si soy querida, pues ya lo estimada sale sobrando, por lo general indican distancia y nunca son festivos”, resaltó la integrante de El Colegio Nacional.
La conferencia “Saludos y despedidas de ayer, hoy y siempre”, dictada por Concepción Company Company como parte del ciclo “La lengua de la vida cotidiana”, la conferencia se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx .