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Según los autores del estudio, “aunque vivimos pensando que las plantas no se mueven, sí que lo hacen y pueden transformar todo un paisaje”.

Las plantas boreales colonizan el Ártico y podrían acelerar el deshielo del permafrost

Planta El arbusto Salix lanata (sauce lanudo) crece en las montañas nevadas de Latnjajaure, Suecia Anne Bjorkman.

Un estudio científico liderado por el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (CREAF) de la Universidad de Barcelona (España) y por la Universidad de Edimburgo (Escocia -Gran Bretaña-) alerta de que las plantas boreales colonizan el Ártico y podrían acelerar el deshielo del permafrost.

Este estudio ha sido publicado en la revista Ecology Letters y en él se advierte de que las especies de plantas capaces de vivir tanto en latitudes bajas de la tundra como en el bosque boreal están ganando terreno en el Ártico.

Según los autores del estudio, “aunque vivimos pensando que las plantas no se mueven, sí que lo hacen y pueden transformar todo un paisaje”.

En las conclusiones de la investigación, se considera probado que las especies boreales se están expandiendo en el Ártico, especialmente aquellas que ya tenían presencia en la tundra, en un proceso conocido como borealización.

 Eurasia y las zonas alpinas es donde hay más expansión

Este proceso se da sobre todo en Eurasia y en zonas alpinas, donde la distancia al bosque boreal es más corta, lo que facilita la dispersión de estas especies.

Los investigadores consideran que, si esta tendencia continúa, la transformación del paisaje de tundra podría tener consecuencias en cascada y, por ejemplo, acelerar el deshielo del permafrost o alterar la migración del caribú.

También afectaría a las comunidades indígenas del Ártico, que cazan o pastan a estos animales y utilizan ciertas plantas como alimento.

En concreto, las especies boreales que tienden a ser mejores colonizadoras son gramíneas y arbustos, y el equipo científico advierte de que el avance de estas especies podría tener efectos sobre el clima, la fauna y las comunidades humanas.

Los líquenes típicos de la tundra, por ejemplo, son la comida principal de los caribús y los renos.

El problema es que, bajo la sombra de los arbustos, los líquenes podrían retroceder y, si disminuyen, lo hace también el alimento de estos animales.

Esto, a su vez, amenaza la subsistencia de las comunidades indígenas que dependen de su caza y del pastoreo, y que, además, se alimentan de algunas plantas típicas de la tundra.

 El clima también puede verse afectado por la borealización

El clima también podría verse afectado por la borealización, puesto que cuando los arbustos y otras especies leñosas se expanden, atrapan más nieve en invierno y cubren el suelo en verano.

Esto cambia la temperatura del suelo y puede acelerar el deshielo del permafrost, lo que puede dar como resultado que se liberen grandes cantidades del carbono que hay atrapado durante milenios en esta “nevera congelada” y contribuir al calentamiento global.

Mariana García Criado, investigadora del CREAF y de la Universidad de Edimburgo y primera autora del estudio, explica que el equipo científico ha comprobado que las plantas propias del bosque boreal y de la transición boreal-tundra “se están expandiendo en regiones árticas, aunque con magnitudes diferentes según la región”.

La expansión de la vegetación boreal también es mayor en las áreas más cálidas y húmedas del Ártico, condiciones que favorecen el establecimiento de las plantas.

Por ahora no han encontrado una relación directa con el aumento de temperatura en las zonas estudiadas, probablemente porque los mayores incrementos de temperatura se dan en latitudes altas donde las especies boreales tienen mayores dificultades para llegar.

El estudio también ha analizado qué características hacen que algunas plantas se expandan con mayor éxito que otras, y se ha descubierto que las especies boreales de menor altura tienen mayor facilidad para avanzar en la tundra que las más altas.

Además, las gramíneas y los arbustos han colonizado más parcelas que las especies herbáceas, gracias a ventajas adaptativas, como captar de forma más eficiente los nutrientes del suelo.

Algunos ejemplos de especies boreales que han llegado a un gran número de parcelas son la gramínea Carex bigelowii (carice de Bigelow) y el arbusto Vaccinium vitis-idaea (arándano rojo).

 Cuatro décadas de expediciones

Para llevar a cabo la investigación, el equipo ha analizado datos del consorcio internacional ITEX (International Tundra Experiment), que recopila información de parcelas permanentes distribuidas por todo el Ártico desde hace cuatro décadas.

En total se han estudiado más de 1.100 parcelas y 287 especies de plantas, muestreadas entre 1981 y 2023.

El siguiente paso de esta investigación, indica García Criado, será estudiar los impactos del proceso de borealización en los ecosistemas y para las comunidades indígenas del Ártico.

También se desea averiguar cómo están cambiando las poblaciones de líquenes y musgos en zonas polares, “algo todavía muy desconocido”, apunta la misma investigadora.

El estudio ha sido liderado por la Universidad de Edimburgo y el CREAF, pero cuenta con la participación de más de 30 instituciones de investigación de todo el mundo.

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