Cultura

La muestra se exhibe en el MUAC. Es un reencuentro con la tierra, dice la artista colombiana

“El espacio vientre”, una reflexión sobre el hombre separado de la naturaleza, dice Delcy Morelos

Muestra. La artista colombiana Delcy Morelos y su obra en el MUAC.

“El espacio vientre” es una reflexión sobre cómo el hombre se siente separado de la naturaleza por su soberbia y, al mismo tiempo, un espacio para el reencuentro con la tierra, la fertilidad y las mitologías ancestrales, dice la artista colombiana Delcy Morelos.

Su monumental pieza de más de 12 metros de altura, se exhibe en la sala 9 del Museo Universitario Arte Contemporáneo, MUAC hasta el 7 de junio de 2026 y señala que algo importante es la interacción del visitante mediante la vista, el olfato, el oído y el tacto con la obra.

¿Un título interesante que evoca al pasado y a nuestras culturas originarias?

Sí, pero hay algo interesante y es que cuando estuve la primera vez en México en el año de 1994, fui al Espacio Escultórico de la UNAM, y le contaba a una amiga que este lugar me cambió como artista y como ser humano.

Ahora que me invitan a exponer en la UNAM, al lado del Espacio Escultórico, me emociona recordar mi primer encuentro con este lugar y entonces decidí trabajar con ese recuerdo, no solo para el nombre de la pieza y la exposición, sino estructuralmente porque es como dar una vuelta de tuerca al Espacio Escultórico mediante este Espacio vientre.

Pero también concibo la pieza como un altar a la Madre tierra, a la naturaleza y pues en esta línea de un altar, la uso porque es el sitio donde pones lo que es sagrado.

En estos tiempos en que la mayoría de lo que somos como humanos y  en nuestra vida cotidiana, lo sagrado está desapareciendo, entonces lo que busco es poner otra vez lo sagrado en su lugar. Y un lugar esencial para esto, son los espacios museísticos en este mundo contemporáneo donde todo es cemento, horas de trabajo larguísimas y las personas no se dan tiempo para buscar lo sagrado.

¿Qué referencias hay en esta obra?

Una es la zona prehispánica de Cuicuilco, pero también otros lugares que están aquí en México, como también la Ciudad perdida, en Colombia, o Caral, en el Perú, como Caral. Son espacios de los cuales tenemos muchos, muy parecidos en toda América Latina, y lo que hice fue invertir el espacio y volverlo un vientre con escalas y sea como un coliseo donde puedes ver allí todas las graderías y la tierra te está observando, mientras tú observas la tierra.

Es una experiencia que busca regresarte a lo fundamental: que todos somos la materia que comemos y todo lo que comemos son productos de la tierra, entonces somos tierra.

Pero también la obra es como un nido, una cueva, un vientre donde nos gestamos, aunque no nos demos cuenta,  un vientre en el que nacemos y morimos.

¿Cómo se conforma la obra?

Se trata de una y es monumental, pero tiene otra al lado, que es parte de la misma pieza. Es como si saliera la tierra por esa puerta y se hace un talud. Las podemos ver como unas mellizas.

¿Las concibes separadas, pero son una, es una metáfora como que el hombre se siente separado de la naturaleza dentro de su soberbia?

La soberbia, para mí,  es el verdadero pecado que mantiene al hombre separado de la naturaleza. Entonces la pieza es una, pero si la miras bien, te das cuenta que puede ser dos. Y es una obra que mide 12 metros de altura.

¿Por qué hoy no podemos retomar amar a la tierra como nuestros antepasados?Hay una frase de un indígena de la Amazonía brasileña que dice: “si hay un futuro para la humanidad, ese futuro es ancestral”.

Es de la única manera que podemos sobrevivir como especie y esto tiene que ver con los recuerdos, evocando lo que somos y escuchando a esa sabiduría ancestral que está guardada en las montañas, en las selvas de América. Lo mismo pasa en los bosques europeos o de África o de Australia, porque fue un trabajo arduo de generaciones y vale conservar este conocimiento, que nos ayudará a sobrevivir como especie, de lo contrario no lo vamos a lograr.

MUESTRA

El espacio vientre, una instalación inmersiva que invita a los visitantes a una reflexión profunda sobre la tierra, la fertilidad y las mitologías ancestrales. Curada por Alejandra Labastida y Daniel Montero, la obra se despliega en la Sala 9 del MUAC, transformando el espacio en una experiencia sensorial que involucra la vista, el olfato, el oído y el tacto.

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