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Los frescos, que narran episodios de la vida de san Diego de Alcalá, fueron desmontados de la iglesia al ser desmantelada por ruina en 1833, y se repartieron entre Madrid y Barcelona

El Museo del Prado reproduce la Capilla Herrera para mostrar frescos barrocos de Carracci

Frescos Ahora, con la estructura construida a modo de cúpula con pechinas, las obras de Annibale Carracci (1560-1609) se pueden contemplar tal y como fueron pensadas por el maestro del barroco italiano. (EFE)

El Museo del Prado presentó este martes una preproducción de la Capilla Herrera con la instalación en una de sus salas de una estructura en forma de cúpula, que permite mostrar los frescos del pintor barroco italiano Carracci como fueron pintados en la Iglesia de Santiago de los Españoles de Roma.

Los frescos, que narran episodios de la vida de san Diego de Alcalá, fueron desmontados de la iglesia al ser desmantelada por ruina en 1833, y se repartieron entre Madrid y Barcelona.

A lo largo de los años, el Prado, una de las principales pinacotecas del mundo, los ha expuesto en varias ocasiones, consciente de que “tenían difícil encaje en una sala tradicional por la singularidad de sus formas y la perspectiva con la que fueron pintados”, explicó el director adjunto de Conservación del mueeo, Alfonso Palacio.

Ahora, con la estructura construida a modo de cúpula con pechinas, las obras de Annibale Carracci (1560-1609) se pueden contemplar tal y como fueron pensadas por el maestro del barroco italiano.Los frescos fueron pintados entre 1602 y 1605 para decorar la Capilla Herrera en la iglesia de Santiago de los Españoles de Roma, por encargo del banquero español Juan Enríquez de Herrera quien agradecía así al santo el milagro de la curación de su hijo.

En 1833, cuando la iglesia amenazaba ruina, los frescos fueron arrancados y traspasados a lienzos; nueve de ellos enviados a Barcelona, donde se conservan en el Museo Nacional de Arte de Cataluña y otros siete a Madrid, al Museo del Prado. Tres más desaparecieron en el proceso, explicó Palacio.Cuatro de ellos, de forma trapezoidal, decoraban la bóveda, mientras que los tres restantes, concebidos como óvalos, adornaban las pechinas.

Esta instalación permanente los presenta en una disposición que evoca su ubicación original.Para completar el conjunto, en el centro de la estructura, se recrea el fresco de Dios Padre que se conserva en Barcelona y que en El Prado aparece reproducido en una fotografía a tamaño real.

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