
La encontraron hace apenas unos 10 u 8 años, doblada en un folder, entre fotos, cartas, contratos y otros documentos: la primera xilografía sobre papel de “Vasos comunicantes” (Master print, 88.5 x 64 cm) con que el artista Diego Rivera ilustró el “Manifiesto por un arte revolucionario independiente”, creado junto a André Bretón y León Trotsky.
“No estamos seguros de cuántas reproducciones se hicieron. La pieza estaba en el archivo nuestro, es lo que se llamaría el master proof, que es como la prueba de autor, la primera. Sé que una está en el MoMA, en Estados Unidos y una está en el Reina Sofía (España)”, comenta Juan Pérez Figueroa, director de la Galería de Arte Mexicano (GAM).
A 90 años de la fundación de la GAM, se inaugurará la muestra “Vasos comunicantes”, que integra alrededor de 60 obras de artistas de distintas generaciones y toma como punto de partida la pieza que Diego Rivera hizo en referencia directa al libro homónimo de Breton (Les Vases communicants, 1932), donde el poeta francés compara los flujos entre sueño y vigilia, arte y política con principios físicos de conexión entre líquidos.
Se podrá visitar a partir del 13 de noviembre, a las 5pm y hasta enero del 2026.
En conversación y recorrido por la muestra, todavía en proceso de montaje, Juan Pérez Figueroa explica que incluso para Diego Rivera “Vasos Comunicantes” fue una pieza muy rara.
“Se veía poco convencido de que fuera una pieza de arte y se usó más como un póster para la exposición”, ahonda sobre los motivos por los que no hay claridad respecto de cuántas copias se hicieron y cómo se distribuyeron.
“En el caso de la original, que es la que tenemos, se guardó en el archivo doblada porque no se veía como una obra que fuera a ser vendible”, relata.
Con el tiempo, el equipo de la GAM comprendió que había que enmarcarlo.
“Ya estaba la del Reina Sofía enmarcada, por ejemplo, ya era una pieza reconocida, no es que nosotros le estuviéramos negando ni nada, pero el archivo es tan vasto que de repente te encuentras esas cosas, como una carta de Leonora Carrington que tiene un dibujo y que está dedicada”.
Al preguntarle sobre el acervo de obras que tiene la GAM y el estado del archivo, Juan Pérez Figueroa explica que “a fin de cuentas es una galería comercial que busca vender las obras y las que tiene guardadas son peculiares por eso mismo”.
“Por un lado son regalos, piezas tan raras que nada más tendría sentido dárnoslas por alguna razón en específico, como un autorretrato de Matías Goeritz que se le regaló a Inés Amor”, señala.
“Son piezas que se han visto relativamente poco, las prestamos a museos y no somos nada envidiosos con ellas, pero no es que tengamos 40 Diego Rivera’s que deberían estar en un museo. A fin de cuentas la labor de la galería es comercial y promocional, nada sirve acaparar la obra y no venderla”, agrega.
¿ESTADO DEL ARCHIVO?
“Nuestro archivo es el más grande de arte moderno que hay en México: se lleva fotografiando desde 1935 todas las obras que han pasado por la galería”, apunta Juan Pérez Figueroa.
Destaca que hasta los años 90 el archivo no era digital y todas las fotografías anteriores a esa época están en blanco y negro.
También resguardan las cartas que se mandaban y que se recibían en la GAM, los folders de las exposiciones, catálogos, todos los recortes de periódico desde 1935… Si tuviera que aproximar una cifra, el director de la galería diría que el recinto alberga un millón de piezas en total.
“Es un archivo que está vivo porque se usa a diario, entonces es muy difícil digitalizarlo y salvaguardarlo de la mejor manera, en el sentido de que no podemos prescindir de él, porque literal se usa diario”, asegura.
“Está en buen estado, pero sí estamos buscando la manera de digitalizarlo para poder hacerlo público también”.
En cuanto a cómo la histórica galería se relaciona con investigaciones artísticas contemporáneas, Juan Pérez Figueroa admite que originalmente “era mucho más abierto, pero se perdieron algunas fotos por las investigaciones y demás”.
“Somos una galería familiar, es un equipo muy pequeño, entonces es difícil trabajar con investigadores que no sean cercanos a la galería. Sí trabajamos con muchos investigadores y muchos curadores que son cercanos a la galería y con los que hay una confianza”, añade e invita a conocer las publicaciones existentes sobre el archivo de la GAM a cargo de Eréndira Derbéz y Daniel Garza Usabiaga.
RECORRIDO
La exposición se conforma por alrededor de 60 piezas de 49 artistas, de las cuales “unas 15 o 20” fueron creadas para la ocasión.
El recorrido es abierto y la xilografía de Diego Rivera es prácticamente una excusa para atraer al público, artistas nuevos y cerrar poéticamente los 90 años de la Galería.
Sin cédulas, ni descripciones o pistas, la idea del curador y director de la Galería es que cada visitante interprete como quiera los cuadros y encuentre la relación con “Los vasos comunicantes” desde su propia perspectiva.
“Participan 30% consagrados de la galería -de la generación de Diego Rivera o artistas ya muertos- 30% artistas vivos de la galería y un 40% de artistas que vienen de fuera”, dice Juan Pérez Figueroa a modo de desglose sobre la proveniencia de las obras.
En ese sentido, no hay nada que una las esculturas y pinturas entre sí, ni en temas, formas, temporalidades, alusiones, contexto o técnica.
“Nos interesaba que justo esta pieza de Diego Rivera detona muchas cosas, tiene muchas capas de lectura, entre más investigas te das cuenta que hubo un contexto particular… para ilustrar el Manifiesto, después es el cartel de la primera exposición surrealista”, indica el curador invitado, Enrique Giner de los Ríos.
“Podía haber muchas excusas para hablar de Breton, surrealismo, Trotsky…esa era una directriz, otra era el concepto físico de los vasos comunicantes, dos cuerpos que se comunican entre sí, así de simple”, continúa.
De acuerdo con el equipo de la GAM esta pieza es llamativa por ser poco usual en el trabajo de Diego Rivera “y podríamos relacionarlo a muchas otras expresiones contemporáneas”. Por ello invitaron a algunos artistas a responder con obra ex profeso.
También se exhiben obras de Gunther Gerzso, Carlos Merida, Abel Quezada Rueda, Pedro Reyes, Rufino Tamayo, Francisco Toledo, José Clemente Orozco, Joy Laville y del mismo Diego Rivera se incluyen unos Rábanos que, en palabras de Enrique Giner de los Ríos pertenecen a “una etapa poco explorada de Diego Rivera y cuando vas al Munal y ves esa de la misma serie, quedas fascinado”.