Desde los primeros recuerdos de Arturo Trejo aparece un pizarrón, unos gises y una mano pequeña asomándose por la cuna para garabatear todo lo que podía. Antes de cumplir tres años, dice, ya había algo en él que necesitaba expresarse a través de imágenes. Su padre instaló ese pizarrón en su cuarto, su hermana acercaba los gises y él, sin saberlo, empezaba a construir el lenguaje que lo acompañaría toda su vida.

La semilla se fortaleció con una película: Fantasía, de Disney. Aquella mezcla de música clásica, imaginación visual y narraciones sin diálogos lo marcó profundamente. “Hacía esta relación entre música, animación y dibujos”, recuerda. Obsesionado con la secuencia sobre la creación del mundo, no tardó en volverse fanático de los dinosaurios y en replicarlos una y otra vez sobre el papel. Dibujar, dice, siempre fue simplemente su forma de comunicarse con el mundo.
Años después, ya egresado del Tec de Monterrey, Trejo desarrolló Los Indispensables, un proyecto que comenzó como una colaboración con colegas del área de marketing y que buscaba crear personajes capaces de viajar en el tiempo para entrometerse —y sin querer, arruinar— momentos clave de la historia de México. Aunque el nombre original no era ese, el título terminó quedándose por casualidad y permanencia: cuando los demás se retiraron del proyecto, él se quedó con la fanpage y con apenas cien seguidores que, para él, ya eran una multitud. Decidió no cambiar nada y seguir adelante.
Con influencias como Cinismo ilustrado de Carlos Salles, probó primero con afiches de humor ácido, pero no terminaban de cuajar. El verdadero impulso llegó cuando empezó a hacer viñetas cortas, con personajes propios, humor cien por ciento mexicano y un estilo irreverente que hoy sería más difícil publicar. La consistencia fue crucial: comenzó a subir contenido varias veces a la semana hasta terminar creando una parrilla de siete días. Sus lectores notaban cuando no publicaba; la audiencia, sin querer, lo empujó hacia una disciplina creativa férrea. “Me hice esclavo de mí mismo, pero haciendo lo que amo”, resume.
Esa misma disciplina es la que explica su capacidad para generar humor crítico. Aunque ahora parezca natural, Trejo asegura que es resultado de años de observación. “El secreto es observar”, afirma. Alimentar la mente con películas, libros, referencias visuales y culturales permite luego aterrizar ideas con mayor claridad. “Lean”, insiste, porque imaginar también es una práctica.
En La vida con chispa, su obra más reciente, esa observación se vuelve introspección. La novela gráfica aborda episodios oscuros y momentos de depresión, representados en el rostro del protagonista, un recurso que eligió consciente de su propia forma de sentir. “Mi cara tiene subtítulos”, dice entre risas. La imposibilidad de ocultar sus emociones terminó convirtiéndose en la herramienta más honesta para narrar un episodio autobiográfico. El rostro, como identidad cambiante, como evidencia del derrumbe y la recuperación, se volvió el centro visual de la historia.
Chispa: compañera, memoria y motor narrativo
Aunque muchos podrían pensar que la historia nació durante el aislamiento por la pandemia, Trejo confiesa que fue después. En pleno proceso creativo con Hachette, presentó varias propuestas. La editorial eligió la historia que tenía a Chispa como centro. Y fue entonces cuando, casi sin querer, Arturo se encontró revisitando su propia vida.
Chispa —su perrita real— llegó a su vida en un momento donde la incertidumbre era tan grande como el silencio de las calles. Para él, que se describe como un introvertido social con tendencia a la sobrecarga emocional, la compañía de un animal no fue solo un consuelo: fue una forma de recuperar estructura, rutina y calor. “Las mascotas tienen esta capacidad de verte cuando te sientes invisible”, dice. Esa manera silenciosa de acompañar fue lo que quiso plasmar en el libro.

De hecho, gran parte de La vida con Chispa es memoria pura. Conversaciones, caminatas, pequeños accidentes domésticos, días buenos y días pésimos: todo está ahí. “Creí que sería un libro más gracioso, estilo Los Indispensables, pero conforme avanzaba me di cuenta de que había mucho que quería decir sin filtro.” El tono se volvió más reflexivo, más personal. Algunos pasajes incluso lo hicieron dudar sobre si debía incluirlos o no, pero finalmente optó por dejarlos. “Creo que la gente conecta más cuando les hablas desde lo real. Me daba miedo abrirme así, pero era necesario.”
El formato, sin embargo, lo obligó a ser selectivo. Muchas escenas quedaron fuera: anécdotas cómicas con amigos, momentos absurdos, dibujos más experimentales. El resultado final abarca tres años de vida, cerrando justo antes de su mudanza a la Ciudad de México.
Un libro que se siente como prólogo, pero resuena como confesión
Algo curioso ocurrió cuando entregó el manuscrito: varios lectores cercanos le dijeron que el libro se siente como el volumen cero de una serie más grande. “Como esos cómics donde te explican por qué Peter Parker tiene poderes”, bromea. Y aunque no puede anunciarlo oficialmente, Arturo confía en que habrá un segundo volumen. El universo emocional de La vida con Chispa tiene más que contar.
Mientras tanto, ha recibido mensajes de lectores que le comparten sus propias historias, sus propias marañas, sus propios vínculos con mascotas. Para un autor tan reservado como él, esa respuesta ha sido un golpe emocional inesperado. “No estoy acostumbrado a mostrarme vulnerable, así que publicar algo tan personal fue retador. Pero también fue sanador.”
Trejo lo resume de manera sencilla: “Este libro es mi manera de decir que está bien no estar bien, que está bien pedir ayuda, que está bien sentir. Y que, a veces, la chispa que necesitas está ahí, moviendo la cola mientras tú crees que el mundo se cae.”
FIL Guadalajara
Arturo presentará La vida con Chispa en la FIL Guadalajara entre el 4 y el 7 de diciembre. Las fechas específicas se confirmarán en los próximos días por parte de la editorial. Mientras tanto, sigue compartiendo contenido, bocetos y cápsulas sobre el proceso creativo en sus redes: Los Indispensables Oficial en Instagram, Los Indispensables en Facebook y Los Indispensables en Twitter.
La vida con Chispa es, al final, un libro sobre aprender a mirar de frente lo que uno siente. Sobre acompañar y dejarse acompañar. Sobre abrazar la luz y la sombra sin pretender que una borre a la otra. Y sobre entender que, incluso en los días más difíciles, siempre hay algo —o alguien— que vuelve a prender la chispa.