
Aunque en ocasiones la han etiquetado como fotógrafa surrealista, la mexicana Graciela Iturbide no se considera así.
“Yo no soy surrealista, el surrealismo se hizo en los años 30, con André Breton, de una manera maravillosa, lo admiro, con Duchamp, con todos estos, pero era un trabajo que ellos estaban haciendo. Los europeos nos tachan de surrealistas, de mágico-maravilloso y no, nosotros no somos eso”, explica a los medios de comunicación que se juntan en corro para hacerle preguntas.
Desde su perspectiva, se trata de etiquetas que sólo nos ponen a los latinoamericanos desde el norte global. “No se los ponen ellos mismos, porque allá no hay surrealistas en este momento, ni tampoco se escriben novelas real-maravillosas”, señala.
En recorrido por la muestra “Fijar el tiempo”, que reúne 69 fotografías seleccionadas por su autora y se pueden visitar en el Palacio de Cultura Banamex -Palacio de Iturbide (Centro Histórico de la CDMX) hasta el 8 de febrero del 2026, la artista comparte el contexto de algunas piezas y habla de sus próximos proyectos.
“Lo único que mata a la muerte es la fotografía, porque se muere la gente y su fotografía queda. Es una frase que me impresiona mucho. Para mí lo que pasa en el país y en otros países es una emoción muy grande”, afirmó Iturbide citando al poeta francés Jean Cocteau.

MUESTRA
“Tengo que ser sincera: estas fotografías ya chole, porque ya las he presentado muchas veces. Ahora estoy revisando mi archivo para poder hacer una nueva exposición. A la hora de elegirlas, con intuición, de las que ya estaban en este museo elegí lo que más me gustó, pero tengo que trabajar mucho, revisar mi archivo y seguir viajando”, expresa.
Relata que acaba de ir a las Islas Canarias, “estuve en Lanzarote y pude fotografiar la lava, los cactus, el fin y el principio del mundo. Me emocionó mucho y quisiera poder seguir trabajando con todo eso, pero mi trabajo va cambiando, va cambiando de acuerdo a lo que voy viendo en la realidad y que me sorprende”.
Y adelanta que actualmente trabaja con piedras, cactus, lava y otros objetos, “pero también si veo otra cosa por ahí en el mundo, también lo fotografío y también me sigo por ese por esos caminos”.
En el futuro le gustaría que su archivo quedara resguardado en México, pero en el presente no ve la posibilidad porque “desafortunadamente no hay lugares ya”.
“Pachuca está lleno, no hay nuevos archivos, mientras tanto mi archivo está en la casa y vamos a ver en qué lugar lo puedo colocar”.

RECORRIDO
“Lo más importante de esta exposición es que se le pidió a Graciela que seleccionara 50 imágenes, las que más le gustaran, y que platicara ella cada una de las imágenes y la experiencia al tomarla. La experiencia al tomarla es lo que van a ver ustedes en el video de Pablo Méndez”, comenta por su parte Juan Rafael Coronel, curador invitado de la muestra.
Destaca que se trata de “un documento invaluable” porque la fotógrafa nunca había hecho ese ejercicio y le parece “realmente impresionante ver primero el desarrollo del video y luego las palabras”.
“La exhibición está dividida en núcleos, decidimos no poner los núcleos para que fuera una lectura donde el público fuera descubriendo las imágenes, cómo van las imágenes unas con otras”, detalla.
Entre las fotos se asoman amistades con figuras como Francisco Toledo y Carlos Monsiváis, a cuya familia regaló un retrato del escritor, para el Museo, “de mis primeritas fotos en el centro”.
Sobresalen piezas como “Retrato de boda” (1961-1990) única imagen a color de todo el recorrido. y posteriormente intervenida por Toledo con un sapo.
“Me la tomaron en un estudio, el día que me casé y luego Toledo me puso un sapo en la cabeza. Yo creo que quiere decir que el príncipe se convirtió en sapo, no el sapo en príncipe, pero bueno, me gustó mucho la intervención que hizo”, ahonda Graciela Iturbide.
Junto a esta imagen se encuentra una serie de autorretratos, uno con serpientes que salen de su boca y otro con un pez.
“Todos mis autorretratos los hago de una manera intuitiva, pero este retrato lo hice después de estar en psicoanálisis y yo le decía al doctor me salen serpientes por la boca, entonces fui compré una serpiente y me la puse en la boca, no sé por qué me lo hice, habría que preguntarle a Freud…”, señala.
Más adelante, Radiografía de un pájaro (1999) retrata las manos de Toledo, que sostiene los exámenes médicos necesarios para salvar un pajarito.
“Yo lo vi y estaba la mano de Toledo deteniéndole, haciendo un juego con la otra, que estaban en la ventana… pero desafortunadamente murió después el pajarito”.
PREMIO PRINCESA ASTURIAS
Al tratarse de la primera exposición que la fotógrafa Graciela Iturbide presenta en México tras recibir el Premio Princesa Asturias de las Artes, concede algunas impresiones sobre el reciente reconocimiento, por el que se siente agradecida e incentivada para seguir trabajando.
“Es un premio que yo lo comparto con los fotógrafos mexicanos y latinoamericanos… que solamente Salgado ganó ese Premio, casualmente el día que muere es el día que yo gano el Premio de Asturias… o sea que fue un poco agridulce, pero es tal honor, es el único latinoamericano al que se lo han dado”, recuerda.
En ese sentido manifiesta que ojalá haya más reconocimiento a fotógrafos o artistas latinoamericanos “porque sí nos dan premios de repente, pero de repente también nada más nos ponen etiquetas que a veces no van con nosotros, por ejemplo, muchas veces a mí me dicen que soy surrealista”.
El diploma que certifica el Premio Princesa de Asturias de las Artes otorgado a Graciela Iturbide el pasado 24 de octubre de 2025 se encuentra enmarcado y forma parte de la exhibición.
“Fijar el tiempo” se puede visitar gratuitamente. Próximamente el Palacio de Cultura Banamex -Palacio de Iturbide anunciará el programa de actividades que acompañan la muestra, junto al catálogo de una muestra anterior que se reimprimirá para esta ocasión.