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Las carreteras del sureste de México se han convertido en trampas letales para la fauna silvestre. Cada día, numerosos animales intentan cruzarlas encontrando la muerte, lo cual revela una alarmante amenaza para la biodiversidad asociada a las vías de comunicación terrestres

Cruzar o morir en el intento: fauna atropellada

Animal Solo mediante acciones concretas como la implementación de infraestructura adecuada, el monitoreo de largo plazo y la educación ambiental podremos identificar formas viables para reducir la mortalidad de la fauna silvestre asociada a su movilidad.

En la actualidad, el desarrollo de infraestructura vial en el sureste mexicano ha traído consigo una paradoja entre progreso y conservación. Las carreteras, si bien

indispensables para la conectividad humana, se han convertido en verdaderas barreras mortales para la fauna silvestre. Cada kilómetro carretero implica un nuevo desafío para mamíferos, reptiles, aves y anfibios que necesitan desplazarse entre fragmentos de la matriz ambiental.

En este contexto, el atropellamiento de fauna silvestre constituye un fenómeno urgente de atender. Esto, es particularmente el caso de distintas áreas de la región peninsular de Yucatán (incluyendo los estados de Yucatán, Campeche y Quintana Roo), donde la presencia del megaproyecto Tren Maya y otras rutas vehiculares afecta áreas de gran biodiversidad como la Reserva de la Biosfera de Calakmul. Asociada a la infraestructura carretera de estas áreas, se ha documentado un alto índice de mortalidad de fauna por atropellamientos vehiculares, afectando especies de protección especial, catalogadas como amenazadas o en peligro de extinción en México.

En un estudio reciente en carreteras que presentan un gradiente de urbanización bajo, vías asfálticas de dos carriles que atraviesan asentamientos humanos, áreas agrícolas y ganaderas y vertederos de residuos a cielo abierto, se registraron 142 animales atropellados de 28 especies en su mayoría (> 50 %) mamíferos silvestres. Dicho estudio se realizó por medio de recorridos diurnos (08:00-11:00 horas) a bordo de un vehículo desplazándose a una velocidad de 40 km/h, durante la temporada de lluvias 2023 y secas 2024.

Especies como el tlacuache (Didelphis virginiana) y el tejón o coatí (Nasua narica) encabezan la lista de registros, con tasas de mortalidad diaria estimadas entre 2.4 y 3.2 individuos por kilómetro de carretera. Aves como el bolsero yucateco (Icterus auratus), reptiles como la boa (Boa constrictor), y anfibios como el sapo gigante (Rhinella horribilis) también figuran entre las víctimas de atropellamientos frecuentes, sobre todo en temporada de lluvias, cuando su movilidad reproductiva incrementa para estos tres últimos grupos.

Uno de los factores más alarmantes que contribuyen a la problemática del atropellamiento de fauna es la presencia de vertederos (a cielo abierto) de residuos sólidos en zonas aledañas a carreteras. Dichos vertederos atraen animales silvestres en busca de comida, pero incrementando, consecuentemente, su riesgo de muerte por el tránsito vehicular del lugar.

Aunado a lo anterior, la falta de señalización preventiva y de infraestructura especializada como pasos de fauna, túneles o puentes verdes, evidencia una desconexión entre la planificación para el desarrollo carretero y la conservación de la biodiversidad. Esto no solo compromete la integridad de los ecosistemas, sino que también perpetúa la fragmentación del hábitat, reduciendo la viabilidad de las poblaciones silvestres en el mediano y largo plazo.

La urgencia de mitigar los impactos del atropellamiento de fauna en las carreteras del sureste de México requiere no solo voluntad institucional, sino también la implementación de estrategias técnicamente viables y socialmente aceptables. Afortunadamente, existen diversas medidas que pueden aplicarse con eficacia si se implementan adecuadamente y de forma articulada por parte del sector gubernamental, académico y social.

Una de las acciones más efectivas es la instalación de pasos de fauna, cuya tipología debe adaptarse a las especies predominantes en cada región. Los pasos a nivel del suelo, subterráneos o elevados deben responder a las necesidades ecológicas y patrones de comportamiento de mamíferos (de talla mediana y grande), reptiles, anfibios y otros grupos vulnerables. Así, los pasos de fauna deben estar estratégicamente ubicados en zonas con alta incidencia de atropellamientos que interconectan puntos en corredores naturales para la fauna.

El monitoreo sistemático es otro pilar fundamental. El uso de cámaras trampa y recorridos estandarizados permite no solo identificar puntos críticos, sino también evaluar la efectividad de las medidas de mitigación implementadas. Este seguimiento continuo genera información científica valiosa y actualizada, indispensable para una gestión adaptativa del territorio.

La colocación de señalización específica con sensores de presencia animal y avisos luminosos puede aumentar la percepción del riesgo para los conductores de vehículos automotores, incentivando una conducción más cuidadosa en tramos de alta vulnerabilidad para la fauna. Estas señales deben estar acompañadas de campañas de concientización que promuevan una cultura vial responsable.

Sin duda, la educación ambiental también juega un papel clave en la problemática de interés. Es indispensable trabajar con las comunidades locales, especialmente aquellas situadas en las inmediaciones de reservas naturales o tramos carreteros de alta biodiversidad. Esto, permitirá desarrollar programas educativos dirigidos a diversos públicos que pueden fomentar el reconocimiento del valor ecológico de la fauna silvestre y la importancia de su protección.

Toda esta información debe integrarse en los estudios de impacto ambiental de obras de infraestructura, tanto a gran escala como de proyectos de baja escala. Esto implica que los datos sobre atropellamientos, conectividad ecológica y presencia de especies protegidas sean considerados desde la etapa de planeación, y no solo al final estableciendo “medidas correctivas” posteriores.

La transversalidad del enfoque de conservación es esencial para garantizar un desarrollo territorial con tintes sustentables. Es imperativo establecer una base de datos abierta y georreferenciada de atropellamientos. Esto permitirá a investigadores, tomadores de decisiones y ciudadanía visualizar la magnitud del problema, y generar políticas públicas con respaldo técnico y social.

Finalmente, cabe decir que el reto no es menor. La ecología de carreteras y sus implicaciones para la biodiversidad resalta la necesidad de balancear el desarrollo e infraestructura carretera con la protección de la biodiversidad, a través de voluntad política, coordinación interinstitucional y un cambio de paradigma para el desarrollo regional. Con base en información científica y estrategias integradas, es posible disminuir significativamente la afectación de la fauna silvestre por atropellamientos y promover la conectividad ecológica y social en el sureste mexicano.

Solo mediante acciones concretas como la implementación de infraestructura adecuada, el monitoreo de largo plazo y la educación ambiental podremos identificar formas viables para reducir la mortalidad de la fauna silvestre asociada a su movilidad.

Therya ixmana 4(2):140-142

https://mastozoologiamexicana.com

1Departamento de Ecología Humana, Centro de Investigación y de Estudios

Avanzados del Instituto Politécnico Nacional, Unidad Mérida. Mérida, Yucatán, México. marcos.briceno@cinvestav.mx (MB-M), montiels@cinvestav.mx (SM)

2Tecnológico Nacional de México. Instituto Tecnológico Superior del Sur del

Estado de Yucatán. Oxkutzcab, Yucatán, México.

3Unidad Colaborativa para Bioensayos Entomológicos y Laboratorio para el Control

Biológico de Aedes aegypti, Campus de Ciencias Biológicas y Agropecuarias,

Universidad Autónoma de Yucatán. Mérida, Yucatán, México. yamjaz_85@hotmail.com (YC-P)

*Autor de correspondencia

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