
Esta historia comienza en 2002, cuando Cristina Rivera Garza impartió un taller de producción literaria en Tijuana. Sus alumnas y amigas inscritas a ese curso la retaron a iniciar la escritura de un blog. Al principio se opuso la integrante de El Colegio Nacional, pero finalmente cedió y lo tituló No hay tal lugar. U-Tópicos contemporáneos, que actualmente se puede consultar en cristinariveragarza@blogspot.com.
A partir de entonces, Rivera Garza no dejó de escribir. Todos los días publicaba alguna entrada: reflexiones, reseñas de libros y películas, subrayados, aforismos, chistes. Durante más de 20 años nutrió su blog, y Houston Literal, una pequeña editorial independiente de Texas, Estados Unidos, publicó una selección de aquellos textos en formato digital.
Ahora, El Colegio Nacional reeditó las entradas de ese blog y las tituló Lo roto precede a lo entero, volumen que Rivera Garza presentó junto con Irmgard Emmelhainz, escritora, traductora e investigadora, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara 2025. Así, el volumen se convierte en la primera obra literaria que esta institución le publica a la Premio Pulitzer 2024.
“Este libro es una parte de mi vida; un momento escritural enloquecido”, dijo Rivera Garza. Más adelante contó que, cuando abrió el blog, “todo el tiempo quería estar escribiendo; cualquier idea que me pasara por la cabeza quería dejarla por escrito, y regresaba una y otra vez. De esa actividad febril han surgido un par de libros”.
La autora explicó que el volumen reúne 125 entradas del blog. Eligió las más breves, y aunque abordan temas distintos, comparten hilos conductores y, según dijo, “las hermana la imantación del presente”.
Con respecto al uso del término “infraensayo”, comentó que decidió acuñar este concepto para honrar dos lecturas que la impactaron: lo “infraordinario” del escritor francés Georges Perec (1936-1982) —esa tensión hacia la minucia cotidiana, “lo que hacemos cuando publicamos en Instagram o Facebook”— y la obra del escritor chileno Sergio Villalobos-Ruminott, autor de Heterografías de la violencia. Historia, nihilismo, destrucción (2016).
“En un pequeño capítulo, Villalobos-Ruminott habla de estos fragmentos como huellas materiales de la violencia. Y yo decía: ‘Estos fragmentos —del blog—, en su momento son huellas de relajo, de creatividad; pero también dan paso a eso que signa nuestra vida: el capitalismo contemporáneo y su crisis’. Por eso decidí llamarles infraensayos”.
Rivera Garza confesó que le gusta “la carga crítica, peleonera, de relajo; hacer que la reflexión sea inevitable. Muchos de estos textos están signados por esa intención y por un deseo de hermanarse con el caos, de mantener la cabeza libre para que circulen las ideas y dejar una huella para compartirla con otros. El blog era una oportunidad de producir en colectivo, de leernos y criticarnos”.
La autora recordó que aquel espacio digital no fue bien recibido por todos. Algunos bienpensantes criticaron la idea de la autopublicación porque, argumentaban, esos textos podrían destruir la gran producción literaria.
Uno de ellos publicó en la prensa: ‘¿En qué época vivimos, que hasta una niña de 12 años cree que puede escribir un libro?’”. A lo cual Rivera Garza respondió: “Yo prefiero mil veces vivir en un mundo en el que una niña de 12 años cree que es posible escribir un libro. Esa era la energía inicial del blog”, y el auditorio estalló en aplausos.

Irmgard Emmelhainz definió el blog como un compendio de entradas banales, experimentos, juegos, reflexiones sobre la escritura digital y análoga, y sobre la materialidad del libro.
“En este sentido —dijo— el blog lo podemos entender como un registro de los ejes y experimentos de la práctica creativa, pero también teórica, de la escritura. Su punto de partida fue abrazar la libertad que prometió internet hace 25 años, antes de que se convirtiera en un lugar de totalitarismo y extractivismo. En esa época, se podía navegar la ola de una democracia irreverente, y la posibilidad de la autopublicación. La escritura florecía en la gratitud, en la libertad de las plataformas y en el potencial que ofrecía el ciberespacio”.
“El blog funciona también como manual, e incluye lecciones de escritura sobre la temporalidad, el inicio, el excedente, la anticipación, el aquí y ahora en la literatura; sobre las epigrafías como objeto de oficio y la intertextualidad como condición inmensurable de la escritura”.
Posteriormente, la presentación se convirtió en una charla entre amistades que recordaron tiempos pasados y criticaron al genocidio en la Franja de Gaza. Asimismo, Rivera Garza evocó sus primeros años escribiendo a máquina. A partir de esa anécdota, reflexionó que se escribe con el cuerpo: los dedos rozan las teclas, los codos se apoyan en la mesa y se deposita el cuerpo entero sobre el texto, no sólo las ideas.
La autora añadió que lo mismo ocurre con la lectura. El escritor que conoce su herramienta —la gramática y la ortografía— deja puntos y comas para que el lector respire cuando lo disponga. Puso como ejemplo las cartas de su hermana Liliana, que utilizó para su libro El invencible verano de Liliana (2021):
“Había cartas que no tenían ningún signo de puntuación y todas las palabras estaban juntas. No era fácil leerlas. El efecto que producían era de asfixia. Decía: ‘Aquí no sólo está el contenido, sino que está ella misma. Por la forma en que está escrita la carta, me obliga a respirar de cierta manera’”.
Por esta razón, afirmó que la lectura y la escritura son un momento de comunión: “Lo que implica que todos nuestros sentidos estén ahí, enteros, en el acto de la lectura; es un acto carnal, de cercanía radical. Tal vez sea un tanto optimista, pero en estos momentos de genocidio, odio y separación del cuerpo, la sensación carnal del cuerpo hace mucha falta. ¡Respiremos juntos!”, finalizó.
