
La voz de Beatriz de la Fuente, rescatada de un cassette de carrete abierto que permaneció cuatro décadas en resguardo, llena el auditorio ‘Murray Schafer’ de la Fonoteca Nacional. Tras una meticulosa labor de restauración, las palabras de la historiadora del arte suenan hoy con la misma nitidez con la que fueron pronunciadas el 7 de mayo de 1985.
Esa noche, después de leer su discurso El arte prehispánico y la educación, Beatriz de la Fuente se convirtió en la primera mujer en ingresar a El Colegio Nacional, institución que hasta entonces había sido exclusivamente masculina.
En la penumbra del auditorio se proyecta una fotografía de ese momento: Beatriz de la Fuente, en plano medio, detrás de un atril de caoba. Viste un sobrio saco índigo y una camisa blanca de cuello alto. Lleva el cabello castaño peinado hacia atrás, con volumen. Sus labios rojos parecen desafiar la solemnidad de la ceremonia.
Con voz firme y sin vacilaciones, inició su discurso: “Al ocupar esta tribuna, desde la cual han impartido sus enseñanzas muchos de los maestros más distinguidos de México, siento el peso de un grave compromiso […] Mis merecimientos no van más allá de mi devoción al estudio del legado artístico de nuestros antepasados indígenas, y de mi convicción de que tal estudio es uno de los medios más claros para la integración de una conciencia nacional”.
La reproducción de la voz de Beatriz de la Fuente formó parte de las actividades que la Fonoteca Nacional realiza para acercar al público acervos históricos, en coordinación con la Secretaría de Cultura del Gobierno de México. La sesión tuvo como eje el Acervo Sonoro de El Colegio Nacional, inscrito en el programa Memoria del Mundo de la UNESCO en 2022.
Previo a la escucha, Francisco Javier Rivas Mesa, director de la Fonoteca Nacional, explicó que el acervo sonoro de El Colegio Nacional está integrado por mil 63 soportes —501 cintas de carrete abierto, 312 casetes y 250 audios digitales—, de los cuales 962 han sido digitalizados y 820 catalogados.
Se trata, subrayó, de un avance significativo si se considera la complejidad técnica del material y las condiciones originales de las grabaciones. “Fue un proceso altamente técnico y, por ello, tomó tiempo trabajarlo con el detalle necesario, pero hoy estamos muy cerca de contar con este acervo prácticamente preservado y catalogado”.

Rivas Mesa detalló que muchas conferencias de El Colegio Nacional se grababan en cintas de cuatro canales: una misma charla podía registrarse en un canal y continuar en otro; posteriormente, la cinta se volteaba y se grababa nuevamente.
De acuerdo con el director de la Fonoteca, las grabaciones documentan conferencias, ciclos y presentaciones que reflejan el carácter libre, gratuito y multidisciplinario de El Colegio Nacional desde su fundación, en 1943, y permiten escuchar de primera mano a quienes marcaron momentos decisivos del pensamiento y la vida cultural del país.
En la sesión de escucha también participaron la investigadora y docente Angélica Cortés; la secretaria administradora de El Colegio Nacional, Teresa Vicencio Álvarez; y Fernando Álvarez del Castillo, director del Centro de Documentación de la misma institución.
LAS VOCES DE LOS MAESTROS DE LA NACIÓN.
Durante la velada sonora también se reprodujeron las voces del historiador Silvio Zavala; del ingeniero Emilio Rosenblueth; del diplomático y premio Nobel Alfonso García Robles; del escritor y premio Nobel Octavio Paz; del poeta José Emilio Pacheco; del cardiólogo Ignacio Chávez; y del compositor Carlos Chávez, todos ellos miembros de El Colegio Nacional.
Álvarez del Castillo explicó que la selección buscó mostrar la pluralidad de voces que conviven en la institución y representar las distintas áreas del conocimiento que la conforman: ciencias sociales, ciencias biológicas y de la salud, ciencias exactas, así como humanidades y artes.
Por su parte, Angélica Cortés, previo a cada reproducción, más que moderar la sesión, construyó atmósfera; era una voz en off que invitaba al ejercicio de la imaginación: “Visualicemos la noche del 15 de mayo de 1943. Estamos en la inauguración de El Colegio Nacional y vemos a sus miembros fundadores: Mariano Azuela, escritor; Antonio Caso, filósofo; Carlos Chávez, músico; Ezequiel A. Chávez, abogado y promotor de la autonomía de la UNAM…”.
Posteriormente, se escuchó la voz de Octavio Paz, anfitrión etéreo de la velada —pues la sede de la Fonoteca Nacional se encuentra en la que fuera su casa—. Se reprodujo la conferencia “Poesía moderna e hispanoamericana: el ocaso de la vanguardia”, impartida por el autor de El laberinto de la soledad en El Colegio Nacional la noche del 14 de noviembre de 1972. Sus palabras resonaron en los parlantes:
“El modernismo español coincide inicialmente con la reacción posmodernista contra el lenguaje literario del primer modernismo hispanoamericano. En un segundo momento, esa oposición se resuelve en un retorno a la tradición poética española más pura: la canción, el romance, la copla.
Algo muy distinto ocurrió en América Latina después de López Velarde, el poeta más importante del llamado posmodernismo. Los españoles confirmaron así el carácter romántico del modernismo, al tiempo que se cerraron a la poesía de la vida moderna”.
Otro momento de El Colegio Nacional, que permaneció archivado y que hoy puede consultarse en la Fonoteca Nacional, es el discurso de ingreso que José Emilio Pacheco leyó el 10 de julio de 1986:
“Empecé a escribir hace cuarenta años, al terminar una versión infantil de la novela Quo vadis?, que me habían regalado mis abuelos, y quise continuar más allá de donde la había dejado su autor [...] Elegí ser escritor y, a estas alturas, sigo siendo un aprendiz que no sabe nada de su oficio, y para quien cada página es de nuevo la primera y puede ser la última. Tanto es así que no encuentro la forma precisa de agradecer la inmensa generosidad a la que debo haber llegado a El Colegio Nacional.
En circunstancias trágicas para nuestro país, acepto agradecido un honor y un privilegio que no corresponden a mi persona, sino a unos cuantos textos firmados con mi nombre”.

Al tomar la palabra, Teresa Vicencio Álvarez destacó la relevancia de que el acervo haya sido inscrito en el registro Memoria del Mundo México en 2022. “Es un gran orgullo, porque reconoce su valor y permite que hoy estas voces puedan ser escuchadas y disfrutadas por todas y todos”.
Durante la sesión se reiteró que la preservación del acervo sonoro no se limita a la conservación técnica de los soportes, sino que implica garantizar su acceso público, su divulgación y su permanencia como fuente para la investigación, la educación y la memoria cultural del país.
EL PROCESO.
La cinta de carrete abierto que resguarda la voz de Beatriz de la Fuente llegó a la Fonoteca Nacional en 2018, junto con otros mil 62 soportes. El Colegio Nacional decidió trasladar el acervo a la institución de Coyoacán debido a que el paso del tiempo había hecho estragos en los materiales.
Muchas cintas presentaban el llamado “síndrome del vinagre”, una condición provocada por la humedad que ocasiona el desprendimiento de sus componentes químicos.
El primer paso fue someter las cintas a cuarentena. Posteriormente, se colocaron en cámaras de calor controlado para eliminar la humedad, detectar daños físicos, estabilizarlas, rebobinarlas y, finalmente, digitalizarlas. Sin embargo, la pandemia interrumpió los trabajos de rescate, que se reanudaron hasta 2022.
Gracias a este trabajo minucioso, cuatro décadas después, en el auditorio de la Fonoteca Nacional, aquellas voces volvieron a escucharse. No como eco ni como reliquia, sino como presencia viva. En ese gesto se cifra el sentido profundo de preservar la memoria sonora de un país.
