¿Abolir la Bienal Tamayo?
¿Por qué un museo de arte internacional como el Museo Tamayo no tiene una Bienal internacional de pintura?
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Eduardo Egea.
La XIX Bienal de Pintura Rufino Tamayo, 2020, tuvo como jurados de selección a Magali Lara, Daniela Pérez y Ramiro Martínez y de premiación, a Lara, Taiyana Pimentel y Carlos Palacios. Esta edición llegó al Museo Tamayo (8Jul-14Ago2022) con el retiro de Plinio Ávila quien violó estatutos por haber exhibido antes una obra en Pintura Reactiva, 2018, muestra curada por Palacios en el Carrillo Gil.
Este escándalo, más la perenne mediocridad que define a la Bienal Tamayo y muchos de sus premiados, han generado agrios debates sobre la permanencia de este certamen. María Minera menciona en La Pintura en su Isla en Letras Libres (28Feb2011) como prácticamente le costó el puesto en la dirección del Museo Tamayo a Sofía Hernández Chong Cuy por haber suspendido ¿Abolido? la Bienal Tamayo durante una remodelación del Museo.
Si recordamos que en México ya se había realizado un encuentro internacional de pintura como Cinco Continentes y una Ciudad, (1997-2000), ideado por Marta Palau (1934-2022), ¿Por qué un museo de arte internacional como el Museo Tamayo no tiene una Bienal internacional de pintura?; ¿Por qué no desaparecer la Bienal Tamayo e instaurar algo así como el Tamayo International Painting Prize? ¿Es tan burocrático o políticamente arriesgado conseguir patrocinadores para un primer premio de cien mil dólares, dos de cincuenta mil y tres menciones de diez mil? ¿En lugar de dividir el jurado en dos, considerar artistas por convocatoria e invitación? ¿Exhibir como maestros invitados a Gerhard Richter, Marlene Dumas, Georg Baselitz, Francisco Toledo etc.? ¿Premiar con o sin opción de adquisición a Adrian Ghenie, Wangechi Mutu, Jorge Castellanos (1982-2016), Justin Mortimer, Gustavo Monroy, Julie Mehretu, Daniel Lezama, etc.? ¿Un premio internacional que incluya pintores emergentes mexicanos no sería otra opción para enriquecer la colección del Museo Tamayo? Sin duda, se evitarían vergüenzas como premiar a Alejandra España, quien se fusila los collages de la olvidada e irregular pintora Fitzia Mendialdua (1931-2015).
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