Cultura

Fernando Serrano Migallón: “No existieron mexicanos buenos ni malos, sólo quienes querían una mejoría del país”

Una cosa es castigar al culpable y otra es aplicar justicia, no es lo mismo, creo que para que una sociedad funcione hay los métodos adecuados para aplicar la justicia, señala el Premio Nacional de Artes y Literatura 2021


entrevista

Fernando Serrano Migallón es investigador y profesor de la UNAM.

Fernando Serrano Migallón es investigador y profesor de la UNAM.

UNAM

Los valores cambian junto con las sociedades, entonces el reto del derecho es adaptarse a esas modificaciones, y en el pasado no existieron mexicanos buenos ni malos, únicamente hubo mexicanos que querían una mejoría del país, son dos argumentos que defiende Fernando Serrano Migallón (Ciudad de México, 1945), Premio Nacional de Artes y Literatura 2021 en la categoría de Historia, Ciencias Sociales y Filosofía.

En entrevista con Crónica el abogado, historiador, miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana comparte su visión de justicia, cultura e historia.

- ¿Qué reto implica el Premio Nacional?

Recibir un reconocimiento siempre es motivo de orgullo independientemente de los méritos que uno pueda tener sobre todo cuando uno es el involucrado porque se puede caer en una falsa modestia o, al contrario, en un exceso de vanagloria.

Sí es un reconocimiento que hace el Estado a quienes nos dedicamos a la enseñanza, a la actividad cultural y a la investigación en las universidades, por eso me llena de orgullo y establece el compromiso personal de seguir investigando, de seguir enseñando y trabajando en mi casa que es la Universidad (Nacional Autónoma de México).

-¿El concepto de justicia ha cambiado?

Evidentemente. Todos los valores van cambiando con la sociedad, aquí está tocando uno de los temas fundamentales del derecho, hay quienes creen en el derecho natural: que el derecho y los valores esenciales están con la naturaleza del hombre como el concepto de justicia, libertad, belleza; y otros como yo que creemos que no, que son conceptos que van cambiando.

Creo que un joven de 18 años que vive en México tiene un concepto de justicia, de belleza, distinto a los que tenían los jóvenes de 18 años cuando yo tenía esa edad o el que en este momento tiene un joven de esa edad en la India o en China.

Son conceptos que están insertos en la sociedad. El problema del derecho es irse adaptando, adecuada y rápidamente a esos cambios.

- ¿No se debe encasillar la justicia en una pena desproporcionada como en Los Miserables o a mano propia como en Fuenteovejuna?

Una cosa es castigar al culpable y otra es aplicar justicia, no es lo mismo, creo que para que una sociedad funcione hay los métodos adecuados para aplicar la justicia.

Usted pone dos temas importantes, fundamentales y de una historia radical pero que a la larga son prototipos de hechos que se llevan a cabo al margen de los textos legales. Hay muchos ejemplos de actos que se llamaron justos y que fueron completamente injustos.

Por ejemplo, el caso de cualquier sentencia de la Inquisición que se consideraba justa a pesar de todos los vericuetos formalistas que le daban los inquisidores, no aplicar ellos las penas sino poner ellos las penas, lo que en el fondo eran actos en contra de la libertad y sentimientos humanos más elementales.

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Sobre la justicia en la literatura hay un libro precioso de un profesor de la Facultad de Derecho de la UNAM, Niceto Alcalá-Zamora, y se llama “Estampas procesales de la literatura española”, donde habla de todos los temas más importantes del siglo de Oro Español en materia de justicia: El alcalde de Zalamea, a Fuenteovejuna, la Dulcinea.

- ¿No se debe castigar el pasado?

La historia es analizar qué es lo que pasó, sobre todo con los nuevos métodos históricos, no sólo qué pasó sino por qué pasó, en las causas sociológicas, en las causas antropológicas de comportamientos sociales de un momento dado…es el análisis de todo eso a través del registro de una serie de hechos históricos que sucedieron en un país y en una circunstancia específica.

-¿Cómo deberíamos de mirar la historia de las constituciones?

No me gusta hablar de obras mías, pero acaba de publicar la editorial Porrúa Hermanos el volumen IX de mi “Historia constitucional de México”, ya sólo falta el volumen X que espero que salga antes de final de año y es el análisis de qué pasó en las constituciones en México desde 1808, desde antes de ser México, hasta el momento actual, por qué surgieron esas constituciones, por qué desaparecieron.

No podemos pensar que durante todo el siglo XIX había mexicanos buenos que querían el bien del país y mexicanos malos que querían el mal del país, sino que todos eran mexicanos que querían la mejoría del país, que querían luchar por sus ideales y creían que esos ideales y forma de gobierno era lo que más le convenía al país en ese momento.

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Por eso tuvimos constituciones centrales, federales, monárquicas, republicanas, codificadas otras sin codificar, presidencialistas o parlamentarias porque eran caminos que se iban buscando. Creo que afortunadamente en 1857 y ya definitiva en 1917 los mexicanos encontraron el camino que nos ha permitido tener estos 100 años de una forma jurídica uniforme y creo que ya definitiva para el país.

- ¿Los derechos de autor tienen un futuro largo de modificaciones?

Es una actividad que va al alza. Para Estados Unidos después de la industria de guerra que es la más importante y la que produce más capital e ingresos, la segunda es del divertimento que son la cinematográfica, la música, y eso está pasando en todo el mundo.

Creo que los derechos de autor, la actividad cultural y creativa está al alza y afortunadamente que así sea, creo que eso hace que una sociedad esté viva, que esté en cambio positivo permanente.

La ventaja de la cultura es que es todo, lo que fue y es donde está la lucha por recuperar lo nuestro, pero sobre todo es procurar, es crear los escenarios para la creación de nuevos actos y nuevas actividades culturales, no es sólo lo que ya hicimos los mexicanos en ese aspecto sino lo que queremos y deseamos que se haga en el futuro.

- ¿Qué falta analizar sobre el exilio español?

El exilio español ha sido muy injustamente tratado en España, en México sigue siendo una vida vibrante y actual en analizar y hablar del exilio, tenemos una idea clara de cómo funcionó y qué aportaron.

En España es un tema que los 40 años de franquismo hicieron perfectamente que se olvidara qué fue la República, lo que fue guerra y el exilio. Eso está completamente olvidado, marginado de la memoria colectiva española. Usted a un joven de 18 años le pregunta lo que pasó en los años 30 en España y es lo mismo que si le preguntara de la guerra borbónica, es algo ajeno. Hay una labor que hacer más en España que en México.

- ¿De dónde nació su gusto por la gastronomía?

Vengo de una familia en donde mi madre era una magnífica cocinera, cocinaba extraordinariamente bien y nos enseñó a todos sus hijos a comer bien y a saber apreciar la comida. Lo que se aprecia de niño no se olvida nunca. Cuando a uno le gusta algo trata de aprender cómo se hace o por qué se hace y eso me ha permitido incursionar en cierto tipo de actividades culinarias.

¿Quién es Fernando Serrano Migallón?

Licenciado en Derecho y Economía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); obtuvo el certificado de Estudios Superiores en el Instituto Internacional de la Administración Pública de París y en la Academia de Derecho Internacional de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Es doctor en Historia por la UNAM.

Ha sido abogado general de su alma máter, y director de la Facultad de Derecho; es miembro de las academias mexicanas de Historia y Jurisprudencia y Legislación; asimismo, ha formado parte de las juntas de gobierno de El Colegio de México, del Centro de Investigación y Docencia Económica, de la Universidad Veracruzana, y del Colegio de Veracruz, entre otros; del Consejo Consultivo de la Comisión Nacional de Derechos Humanos y miembro honorario del Seminario de Cultura Mexicana.

Ha sido distinguido con la Orden Nacional al Mérito del Gobierno de Francia en 1987 y en 2014; el Reconocimiento a la Promoción y defensa del Derecho de Autor de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual de la Organización de las Naciones Unidas 2004; la Encomienda de la Orden de Isabel la Católica de España 2007. La Universidad Paulo Freire de Nicaragua le entregó el grado de doctor honoris causa en 2007 y la Feria Internacional del Libro de Guadalajara le otorgó el reconocimiento al Bibliófilo en 2015.