
“La situación de los indígenas a 30 años de que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) se levantara en armas es muy triste, en el sentido de que en Chiapas hay una gran presencia del crimen organizado y que, al estar en frontera con Guatemala, existe tráfico de personas, eso ha hecho muy difícil el proyecto zapatista”, expresó en entrevista Guiomar Rovira, periodista y autora del libro “Zapata vive”.
Dicha obra editada por Sexto Piso es una narración, a través de testimonios, sobre lo que se vivió en Chiapas durante el 1 de enero de 1994, voces principalmente de indígenas que dejan ver que el movimiento no inició de la noche a la mañana, sino que tuvo un origen desde los 70 del siglo pasado.
El libro será motivo del conversatorio Sur a sur: treinta años del movimiento zapatista, en el Hay Festival Querétaro 2024, este viernes 6 de septiembre en el Teatro de la Ciudad, ubicado en la calle 16 de septiembre número 44, Centro Histórico de la entidad.
“Narro mi propio descubrimiento de lo que estaba ocurriendo en Chiapas, las palabras que me fueron diciendo quiénes estaban siendo los protagonistas de una historia que conmovió al mundo entero. En 1994, el alzamiento zapatista se convirtió en un acontecimiento mediático global, después de la caída del muro de Berlín y de la supuesta conciliación donde el capitalismo dominaba todos lados, apareció una acción política radical desde el lugar más remoto del planeta”, destacó.
En el sureste mexicano, cientos de voces evidenciaron que no era el fin de una era porque la violencia y la injusticia seguían arraigadas y profundizándose de manera brutal, añadió la autora.
“Por tanto, era imprescindible activar la imaginación política para pensar otra globalización posible y reconocer las diferencias para darle lugar y dignidad a todos los pueblos del mundo”, dijo.
Guiomar Rovira mencionó que la revolución zapatista fue una rebelión cosmopolita porque no sólo luchaba por las condiciones de vida de algunos pueblos indígenas, luchaba por la democratización de México y en contra del neoliberalismo global como política de exterminio de los pueblos indígenas y de todas las comunidades diversas del planeta.
La autora también explicó que la historia del EZLN es más que el subcomandante Marcos.
“El libro muestra que la irrupción del EZLN fue posible gracias a un proceso de organización de años en la Selva Lacandona y de confluencia de la cultura guerrillera mexicana, así como el sustrato de las comunidades indígenas que estaban luchando por conseguir tierra, por condiciones dignas y por ser incluidos dentro del México actual”, indicó.
Otro antecedente fue la presencia de la teología de la liberación en Chiapas, filosofía que trabajó en dignificar las existencias y las formas de organización de los pueblos originarios.
¿El desplazamiento fue otro detonador?
La clave de la lucha del EZLN tiene que ver con la lucha por la tierra, una lucha ancestral en México, que viene desde Zapata. El derecho de acceso a la tierra que es la forma de sobrevivencia de los pueblos indígenas arrojados de sus territorios durante la Colonia y también en la construcción del Estado Nacional Mexicano quien los convirtió en peones acasillados, los metió en situaciones de semi esclavitud y los arrojó a los cerros sin posibilidad de tierras cultivables.
Esta disputa se produce en los 70 y 80 en Chiapas y es cuando iniciaron los asentamientos en la Selva Lacandona, en la búsqueda de un mejor futuro acompañado con el espíritu de la teología de la liberación de buscar el éxodo y nuevas posibilidades de vida ante un Estado haciendo las concesiones de tierra de la peor manera.
La autora expresó que esa lucha y la falta de soluciones de parte del gobierno que envío militares y cometió abusos sistemáticos de despojos, hicieron que la gran mayoría de las comunidades de la selva se afiliaran al EZLN porque “por las buenas no estaban consiguiendo la posibilidad de sobrevivir”.
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