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El adiós más difícil, el retiro de la NFL

Es verdad que podríamos comentar sobre resultados de la semana 15 de la NFL y sus repercusiones con miras a la postemporada que esta a menos de un mes, sin embargo, como sucedió hace unas semanas que nos dimos a la tarea de reflexionar sobre el presente y futuro de Bill Belichick, esta vez fue el comentario sobre un jugador y su actitud frente a la continuidad de su carrera dentro de la Liga.

Joe Flacco de Cleveland

Joe Flacco de Cleveland

Si, me refiero a los que ha sucedido con Joe Flacco, ese quarterback que hace ya más de una década ganó un Super Bolwl con Baltimore, que lo encumbraron hasta los cuernos de la luna y que así como subió hasta los pedestales más altos, así también su figura se desvaneció al salir de los Cuervos por la puerta trasera, tener un paso efímero por los Jets y posteriormente refugiarse en el sillón de su casa, que ha de ser enorme tras sus años y ganancias como estrella, para ver los juegos por televisión.

Hasta hace un par de semanas, como él mismo lo ha dicho, quizá esperaba una llamada de algún equipo para regresar a los emparrillados, una ilusión que no dejaba de ser un sueño muy lejano.

No obstante, esa llamada llegó de los Browns, antaño sus acérrimos rivales divisionales en la Norte de la AFC, para que en la medida de lo posible les ayudara a sacar a flote una maltrecha nave a punto del naufragio.

Flacco, sin chistar un segundo, aceptó la oferta: 75 mil dólares por juego jugado más incentivos; después de todos los millones ganados en su época dorada, quizá el tema económico era lo de menos. Lo realmente importante era regresar a sentir esa emoción de cada fin de semana.

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Su parcial éxito fue tal, y su emoción también, que ha declarado que esta dispuesto a regresar en plan formal para la siguiente temporada si Cleveland le hace un espacio en su plantilla, esté o no Deshaun Watson, que indiscutiblemente es el titular.

Sin embargo, fue esa actitud de Flacco, la de querer regresar el año entrante, la que me hizo pensar, o mejor dicho, reflexionar, sobre lo difícil que debe ser retirarse del deporte. En este caso nos apegamos al futbol americano de la NFL, pero debe ser un sentimiento muy parecido en cualquier otro deporte.

Decir adiós, despedirse, alejarse para no volver más y sólo ser una historia más, debe ser muy frustrante, triste o decepcionante para muchos.

A la mente me llega la declaración que hizo en su momento Brett Favre cuando tuvo que retirarse definitivamente tras su paso por Empacadores, Jets y Vikingos, la tengo bien presente y decía así: “¿Y ahora que voy a hacer de mi vida si no sé hacer otra cosa que no sea jugar futbol americano?, es lo único a lo que me he dedicado desde que soy niño”.

Y mientras terminaban sus palabras, realmente su mirada se perdía en un futuro tan incierto como su incertidumbre.

En verdad debe ser horrible estar en ese momento de la vida cuando uno se dedica al deporte, cuando se es un ídolo, una estrella, y de repente todo se acaba, se apaga.

Flacco quizá no lo ha externado, pero muy seguramente este tipo de pensamientos y reflexiones ya han pasado por su mente. Y basta decir que Flacco no fue ni gran super estrella ni un fenómeno, pero estuvo ahí, en lo más alto, ¿y la verdad, a quién le gusta bajarse del peldaño para habitar el sótano del recuerdo y el olvido? A nadie, no mientan.

Llegado a esas instancias, lo que menos les importa a estos jugadores es ganar más dinero, lo que quieren es prolongar su vida deportiva por la emoción que conlleva.

No pocas veces hemos sido testigos de conferencias prensa que ofrecen jugadores para anunciar su retiro y, por más que traten de evitarlo terminan llorando por enfrentar el final de algo tan increíble que les tocó vivir.

Entre las muchas anécdotas que recuerdo, me llega aquella de Andrew Luck, quarterback super estrella de Indianapolis que estaba señalado para ser el próximo ícono en la posición en la Liga y que, al no soportar las lesiones y su largo proceso de rehabilitación que él mismo describió como un círculo constante, decidió retirarse en el pináculo de su breve carrera. Como lo cuenta en una entrevista muy personal, admite que el día que asimiló que estaba ya fuera del futbol americano se soltó a llorar como un niño cuando estaba bajo la regadera con el agua cayendo sobre él.

En efecto, decir adiós debe ser muy difícil, quizá imposible. Y es que, ¿cuántos otros jugadores han estirado su carrera hasta el límite con tal de seguir? La lista puede ser larguísima pasando por George Blanda que de mariscal se volvió pateador para continuar; Joe Namath que apenas y podía caminar al final, Dan Marino y Dan Fouts y su nula movilidad de ambos al final de su trayectoria; Franco Harris, aferrado a un récord terrestre cundo realmente ya no corría; Emmitt Smith con tal de seguir sumando yardas; Jerry Rice, que quizá pocos recuerden que a sus 44 años probó suerte en la pretemporada con los Broncos de Mike Shanahan, quien de plano le dijo que tenía que prescindir de él y casi le convenció de que se retirara.

Recientemente, tenemos los casos del poderoso corredor Adrian Peterson que buscó y buscó oportunidades hasta agotarlas todas, y porque no decirlo, del mismo Tom Brady, que después de ser campeón por séptima vez, la última con Tampa Bay, forzó un año más su carrera y en la que quizá fue su peor temporada.

Al final, todos los anteriores y muchos otros más, debieron decir adiós.

Y aunque existen otros que se fueron aún en gran momento, no podemos dejar de recordar que en algún instante se arrepintieron de haberlo hecho, caso específico de dos leyendas: Roger Staubach y Joe Montana; si, y dicho por ellos.

Staubach, en plenitud de facultades decidió anunciar su retiro entre lágrimas, y muchos años más tarde al ser cuestionado sobre su decisión respondió que él se sentía muy fuerte para haber continuado jugando, pero que los golpes en la cabeza le hicieron temer por su futuro, pero que se arrepentía de no haber seguido.

De Montana, evidentemente muy golpeado, ¿quién puede olvidar esa conferencia del adiós cuando la gente le pedía en coro que jugara un año más y él con lágrimas dijo que era todo? En una entrevista de hace unos años, aceptó que ver lo que había logrado Brady le hizo pensar que quizá él se precipitó al tomar la decisión de retirarse cuando aún tenía un muy buen nivel con los Jefes de Kansas City.

No obstante, quizá ese sentimiento no está sólo reservado a jugadores, quizá los entrenadores también lo experimentan, y es tal vez lo que ahora mismo vemos en la etapa final de Belichick con Nueva Inglaterra. Con un desempeño de sus equipos muy lejano a sus mejores épocas, Belichick se aferra a igualar y rebasar a Don Shula como el coach con más victorias en la historia, y sin embargo, con más de 20 que aún le separan y con el nivel de su equipo, se ve muy difícil que lo logré en dos o tres años.

Y así como Belichick, ¿quién no recuerda esa misma actitud de Shula por alcanzar y rebasar a George Halas, o muy tristemente la situación de Tom Landry y su sistema que dio lo que tenía que dar y él quizá no se daba ya cuenta de ello? (aunque eso no justifica la manera tan lamentable de echarlo por parte de Jerry Jones).

Es verdad que podríamos escribir páginas y páginas recordando casos como los anteriores en la historia de la NFL, pero quizá estos son algunos de los más representativos.

Por esa razón, nunca dejaré de señalar como los mejores ejemplos de retirarse a tiempo y en lo más alto de su carrera a dos personajes, a John Elway y Bill Walsh. Elway lo hizo al conseguir el bicampeonato para Denver en los Super Bowls 32 y 33; de Walsh, al ganar su tercer Super Bowl con San Francisco de manera electrizante, la edición 23. En mi opinión, son los dos hombres que supieron retirarse en el momento justo de su carrera.

Sin embargo, quién se atreve a criticar el espíritu indomable de estos atletas que, como lo admiten verbal o no verbalmente, nacieron para jugar y para nada más, y que mejor ejemplo que la declaración de George Blanda, quien a sus 50 años envió una carta de Al Davis, para informarle que él estaba dispuesto y en forma para ayudar a sus queridos Raiders si lo realmente lo necesitaban.