Deportes

¿Qué hay detrás de la paliza de Miami a Denver?

Setenta puntos anotados por un solo equipo en la era moderna no parece algo lógico y, sin embargo, sucedió la mañana del domingo en el Hard Rock Stadium de Miami cuando los Delfines masacraron, porque esa es la mejor descripción, masacraron a los Broncos por 70 puntos contra 20.

Obvio los comentarios de tal demostración ofensiva por parte del equipo de la Florida es que son una imparable máquina ofensiva y que a ese paso no habrá quien los detenga en su camino hacia los playoffs y quizá el Super Bowl.

Y esta bien, existen argumentos para empoderar de esa manera al equipo que es magistralmente dirigido por Mike McDaniel y su muy particular estilo ofensivo sumamente explosivo; no obstante, y es aquí cuando las cosas nos ponen a reflexionar, que uno de pregunta si una paliza de esa clase es normal en nuestros días. La respuesta es que quizá no, y si nos vamos a un plano especulativo, ¿quién podría asegurar que algo extraño sucede internamente a nivel de vestidor en Denver?

Platicando con algunos colegas la tarde del domingo señalábamos como casi improbable que un equipo, en diez posesiones a la ofensiva, todas las terminara en anotación. De verdad, eso suena como increíble y, aun así, los Delfines lo hicieron.

Ni un solo despido

Dada la actuación defensiva de los Broncos, la reacción lógica sería el cese inmediato de Vance Joseph, el coordinador defensivo, y sin embargo el silencio ha sido escandaloso tras la ya histórica paliza recibida. Si acaso, Payton se ha atrevido a decir la mañana del lunes que ningún miembro del staff de coacheo se encuentra en peligro de ser despedido.

Lo anterior es realmente de llamar la atención si tomamos en cuenta que por menos han echado a un entrenador en jefe. Quizá lo más alarmante es que el coordinador en turno es Vance Joseph, quien no es ningún improvisado. Ha sido entrenador durante 19 años para diferentes equipos, e incluso llegó a ser entrenador en jefe de los mismos Broncos durante dos temporadas, 2017 y 2018.

¿De verdad este coordinador defensivo, quien es considerado una de las mentes defensivas más prolíficas, jamás pudo hacer algún ajuste pertinente ya no para ayudar a su equipo a ganar, sino para evitar una humillación tal?

De hecho, no se puede pasar por alto que el mismo Mike McDaniel, coach de os Delfines, decidió que su equipo dejará de pisar el acelerador para ya no anotar más al final del encuentro. Señaló que, aunque estaba en condiciones de ir por el récord de más puntos anotados en la historia (73), no pensó en eso. Pero bueno, después de marcar 70 unidades en 10 touchdowns, no tenía nada que demostrar a nadie.

Pareciera como si no pocos hubiesen permitido tal disparate para afectar a una persona en la que recae la total responsabilidad en estos casos: el coach.

Sí, atinaron, a Sean Payton, ese genio ofensivo que llegó con gran cartel durante la temporada baja a Denver, por quien el equipo de Colorado debió pagar tremenda indemnización a Nueva Orleans por los derechos de este estratega, y en quien se tuvo la total confianza para regresar las épocas de gloria al conjunto de los Broncos.

Sean Payton

Sean Payton

Como un boomerang las palabras de Payton

La bravuconada de Payton al llegar a Denver podría estarle pasando factura por bocón. Nadie, y menos ahora, pueden olvidar cuando salió a declarar que su antecesor en Denver, Nathaniel Hackett, había hecho un pésimo trabajo como coach en jefe, y que él, Payton, lo revertiría con un verdadero plan ganador.

El mundo de la NFL, entrenadores, jugadores y analistas consideraron esas declaraciones de Payton como una falta de respeto y de ética hacia sus colegas, y hasta una ruptura de los códigos no escritos entre la gente que trabaja en la Liga.

Lee también

A Payton poco le importó y, muy seguro de sí mismo, jamás ofreció una disculpa a Hackett, quien a su vez comentó que realmente no la esperaba. El coach de los Broncos continuó en su papel de genio con la fórmula del éxito en su poder que todo el mundo le creyó; después de todo era difícil no hacerlo ante un estratega ganador de Super Bowl e innovador ofensivo.

Sin embargo, ahora, a tres semanas de iniciada la campaña, su equipo no conoce la victoria y lo peor de todo es que el domingo no sólo fue barrido del campo sino humillado por una ofensiva rival que acumuló más de 700 yardas totales, si, más de 700 yardas que a cualquiera que preste atención podría preguntarse si acaso los mismos jugadores lo están permitiendo para lograr un objetivo: el despido del entrenador.

Lo anterior no debe sorprender a nadie, después de todo se ha hecho y se hace en todos los deportes; quizá donde más sucede es en el futbol, donde el argot popular lo nombra como “Tenderle la cama al entrenador”.

Y no es descabellado pensar en eso, pues nadie podría afirmar o negar que tal vez Sean Payton no ha logrado jamás hacer química con los jugadores de los Broncos. Después de todo, cualquier jugador estaría desolado ante una vergüenza como esa (recibir 70 puntos en contra), pero en los Broncos no pareció aflorar tal sentimiento.

Una difícil decisión para la gerencia

¿Es posible que los jugadores no quieran a Payton? Quizá. Lo cierto es que Sean Payton no terminará la temporada al frente de Denver. Para la directiva sería un duro revés y fracaso despedirlo en este momento. Si esto hubiese sucedido ya entrada la campaña, seguro que Payton habría sido destituido al acabar el juego, pero apenas es la semana 3, y aunque el sentimiento de más de uno en la gerencia de los Broncos es “deberíamos echarlo fuera”, es demasiado temprano en la temporada para admitir un error tan garrafal.

Internamente habrá sucedido algo, tal vez llamadas de atención muy fuertes, ultimatums, conflictos de interés muy delicados, pero lo cierto es que difícilmente algo de eso se ventilará afuera del vestidor. Sólo el tiempo y quizá unos cuantos juegos más nos darán una pista de qué sucede tras bambalinas en y de hasta cuándo la directiva aguantará a Payton en el cargo.

Despedir a Payton sería un muy fuerte golpe para la dirección del equipo y para quien toma las decisiones pues no hay que olvidar que la temporada anterior pasó algo similar cuando el recién llegado Hackett no terminó la campaña y fue cesado antes de terminar la temporada, al finalizar la semana 15. Sería muy penoso para el equipo que la situación se repitiera por segunda ocasión consecutiva.

La Estrella Solitaria, más inflada que un globo

Sí, eso es precisamente el equipo de los Vaqueros de Dallas. ¿De verdad alguien creía que el conjunto de Jerry Jones era un trabuco en ambos lados del balón? Era más que evidente que el nivel de sus rivales en las dos primeras semanas le habían permitido lucir enormidades: unos Gigantes inoperantes y unos Jets sin mariscal de campo.

Ahora, con su derrota ante los Cardenales, los Vaqueros dejaron ver su verdadero nivel, el de un conjunto que sufre para definir en los momentos de verdad.

La mayoría podría achacar este tropiezo a Dak Prescott y su acostumbrada forma de bajar de nivel cuando realmente se requiere que se ponga el equipo a hombros; no obstante, qué hay de la responsabilidad que tiene el coach Mike McCarthy, a quien muchos le han criticado su falta de actualización.

El comentario le dolió tanto que, a partir de esta campaña, decidió que él mandaría las jugadas. Digamos que no lo hace mal, pero el horizonte se le cierra al llegar a la zona roja dentro de la yarda 20.

Evidentemente, Dallas no es el super equipo a vencer en la División Este de la NFC y mucho menos un real huésped del top ten de la Liga como nos lo han hecho creer en diferentes cadenas deportivas con sus rankings semanales.

Perder con Arizona, uno de los equipos más débiles de la Liga, sino es que el más, pone al descubierto a un conjunto texano que no es sólido, porque un gran equipo, un real contendiente no pierde ante un rival de tan bajo calibre; podrá dificultarle el camino pero no tropezarlo, y eso fue exactamente lo que sucedió en Arizona.

Ahora, en sus dos próximos compromisos bien podrían estrellarse contra su realidad al enfrentar a la siempre dura defensiva de Nueva Inglaterra y posteriormente al equipo de San Francisco, ambos como visitante.