20 jun 2025 - 01:06 AMLogo La Crónica
Destino C

Esta guía te lleva por un recorrido diferente en Cancún, donde cada parada revela un rincón auténtico, lejos del turismo tradicional y cerca de lo inesperado

Rincones inesperados de Cancún que vale la pena descubrir

Caminos que atraviesan cenotes, selva y ruinas

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Salir de Cancún rumbo sur por la Carretera Federal 307 es como rodar hacia un mundo que cambia de textura con cada kilómetro. Una primera parada lógica y refrescante es Puerto Morelos, un pueblo costero que aún se resiste a la velocidad del turismo masivo. Su muelle, siempre acompañado por pescadores y pelícanos, invita a caminar sin apuro. Aquí el tiempo tiene otro ritmo, uno que se contagia fácilmente.

A menos de diez minutos en auto, se esconde uno de esos secretos que no todos alcanzan a conocer: la Ruta de los Cenotes. Este tramo secundario serpentea entre la vegetación espesa y conduce a una serie de cavernas subterráneas convertidas en pozas de agua cristalina. Algunos, como el cenote Siete Bocas, parecen sacados de un sueño. Nadar aquí no es solo refrescante, es casi místico. Llevar un vehículo propio permite moverse con libertad entre cada uno de estos espacios naturales, sin depender de itinerarios ajenos.

Y para que esa libertad sea real, contar con una opción confiable como Hertz México marca la diferencia. No se trata solo de alquilar un auto, sino de asegurarse una experiencia sin sobresaltos, con asistencia y respaldo. Desde autos compactos hasta camionetas para grupos, tú eliges cómo quieres viajar, sin sacrificar seguridad ni comodidad.

Tulum y su otra cara

Cancún

Más adelante aparece Tulum. Su zona arqueológica frente al mar suele llevarse todas las miradas, y con razón. Pero la ciudad tiene otra cara, más joven y algo bohemia, que se vive mejor cuando uno no está atado al transporte público. Las bicis abundan, sí, pero contar con vehículo propio permite moverse entre la zona hotelera y el centro sin resignar comodidad. Desde restaurantes con cocina de autor en plena selva hasta galerías de arte escondidas en calles polvorientas, Tulum tiene una personalidad que se descubre por capas.

A pocos minutos en auto está la Reserva de la Biósfera Sian Ka’an, declarada Patrimonio de la Humanidad. Aquí, la carretera se convierte en un delgado hilo que atraviesa humedales, lagunas y manglares. Aunque el camino puede volverse irregular en algunos tramos, la recompensa está en la posibilidad de observar aves, manatíes y delfines en su entorno natural.

Vestigios mayas entre la selva

Cancún

Si el plan incluye un poco más de historia, conducir hacia el interior de Quintana Roo permite visitar sitios arqueológicos menos conocidos, como Cobá. A diferencia de Chichén Itzá, aquí todavía es posible subir a las pirámides y observar la selva desde lo alto. El camino hacia Cobá está flanqueado por pequeñas comunidades mayas que ofrecen artesanías, miel de abeja melipona y platos tradicionales que vale la pena probar.

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Desde Cobá, y si el espíritu aventurero sigue intacto, se puede continuar hacia Valladolid. Esta ciudad colonial es una joya escondida, con su plaza principal bordeada de bancos y faroles, y su cenote Zací en pleno centro urbano. Es uno de esos lugares donde quedarse más tiempo de lo previsto se vuelve tentador.

La renta de autos Cancún abre un abanico de posibilidades que no se limita a los horarios de transporte público o las rutas de los shuttles turísticos. Es una invitación a moverse al propio ritmo, a salirse del libreto.

Entre murales, mercados y memoria

Regresando hacia Cancún, una parada interesante es Leona Vicario, una localidad donde los murales callejeros cuentan historias de lucha, resistencia y vida cotidiana. No es un destino turístico en el sentido clásico, pero sí un punto que ofrece una mirada distinta del estado. Para muchos, este tipo de sitios solo se descubren cuando uno tiene la posibilidad de desviarse del camino principal.

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Ya en Cancún, el auto también es una herramienta para explorar más allá de las zonas hoteleras. El mercado 28, en el centro de la ciudad, es un buen punto para buscar souvenirs menos genéricos y probar una cochinita pibil como la que preparan las abuelas yucatecas. Las avenidas López Portillo o Kabah muestran un Cancún más real, el que habitan los locales y donde el ritmo lo marcan los tamales al vapor o las bandas de marimba.

Cuando el camino es el plan

En este viaje, el destino no es lo único importante. De hecho, muchas veces, el trayecto se vuelve más valioso que el lugar al que se llega. Parar a sacar una foto en una carretera vacía, descubrir un restaurante atendido por su propio dueño en un pueblo de paso, comprar una bebida fría en una tienda con piso de tierra: eso también es Cancún.

Quizás el mejor consejo sea no atarse demasiado al plan inicial. Cambiar de dirección si algo llama la atención o regresar a ese rincón que merecía más tiempo. Porque a veces, los mejores recuerdos no están en los grandes monumentos, sino en los giros inesperados del camino.