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ENTREVISTA | En ‘Desde el coma’, Bruses transforma dolor y sanación en música. Un álbum honesto, experimental y catártico que marca un nuevo capítulo en su carrera

Bruses presenta ‘Desde el coma’, un disco nacido entre la vida y la muerte: “Me siento más viva que nunca”

Bruses lanza su nuevos disco "Desde el coma"
Bruses lanza su nuevos disco "Desde el coma" Foto: Fernando Huacuz

La tarde de la entrevista llega con la misma intensidad con la que suenan las canciones de Desde el coma, el nuevo álbum de Bruses. Acabo de escucharlo por última vez antes de verla y, mientras repaso cada verso, me reconecto con esa catarsis que ella convirtió en música. Entre la crudeza de las letras y la fuerza de los sonidos, percibo un disco que escupe verdades y que se atreve a exhibir vulnerabilidades y dolores, sin filtros.

Cuando se sienta frente a mí, sonríe y asiente con complicidad, como si supiera de antemano lo que voy a decirle: que este disco es una decantación emocional. “Lo leíste perfecto —responde de inmediato—. Desde el coma navega muchas capas. Yo lo vi así, como capas visuales. Todo nació a raíz de mi accidente de auto, cuando estuve en coma. Ese encierro en mi cabeza me obligó a lidiar con mi ego, con mi depresión y con todo el bagaje emocional que cargaba desde niña”.

Bruses habla sin titubeos de esa etapa oscura, de haber pensado en la muerte por primera vez a los nueve años y de cómo ese accidente la obligó a confrontarse consigo misma. “Mientras mi cuerpo sanaba, mi mente estaba atrapada en un purgatorio: ni vida ni muerte, ni cielo ni infierno. Un limbo. Así se siente el disco, es la nada y el todo a la vez”.

Bruses en entrevista para Crónica Escenario
Bruses en entrevista para Crónica Escenario Foto: Fernando Huacuz

Una evolución sonora y personal

El álbum, que cuenta con 15 temas, no solo es un reflejo de un proceso íntimo, también marca una evolución en su carrera. “Este disco es un parteaguas. Es la primera vez que me encuentro de verdad como artista. Para llegar a ese sonido tuve que escribir 180 temas y dejar de tenerle miedo a experimentar. Hay una cumbia vaticana, hay tintes urbanos, y sí, cosas que antes nadie me veía haciendo. Pero no quiero encasillarme. Quiero seguir divirtiéndome y explorando”, me comenta.

Su honestidad se convierte en un manifiesto contra las etiquetas y en una defensa de la diversidad creativa. “Cuando empecé, me decían que nunca haría reguetón. ¿Quién lo dice? ¿Por qué limitarme? Cada álbum sonará distinto porque quiero seguir jugando, seguir viva artísticamente”.

El miedo, la sanación y la libertad

El reto del “segundo disco” era inevitable. “Todos mis amigos artistas me decían que el segundo siempre es el peor, que solo lo hiciera y ya. Yo no podía. Quería enfrentar al toro por los cuernos. Claro que tuve miedo, pero entendí que la incomodidad es mejor que la zona de confort. Casi pierdo la vida, así que ahora ningún riesgo me asusta”.

Ese aprendizaje también llegó con un cambio de condiciones: firmar con Sony le dio estabilidad económica y libertad creativa. “Por primera vez no tenía que preocuparme por quedarme sin dinero. Eso me permitió soltarme y hacer un disco solo pensando en contar mi historia. No lo hice para nadie más que para mí”.

Cada canción de Desde el coma es un pasaje personal:Antes de morirme es el caos en mi cabeza. Querida mala habla con mi infancia. Maléfica es mi empoderamiento en la oscuridad. Yami refleja mi sexualidad queer. Tengo miedo pero vamos a estar bien es un mensaje real de mi mamá. Me estoy rindiendo, amor fue lo que pensé cuando la persona que más quería no fue a verme al hospital. Es el único tema de amor del disco y quizás el más desgarrador”.

Bruses ríe con ternura cuando recuerda que, a sus veintitantos, escribió sobre la adultez sin imaginar cómo sería llegar a los treinta. “Quiero escribir una canción por cada década. Porque seguimos sintiendo, seguimos preguntándonos, aunque seamos adultos funcionales”.

Vivir sin miedo a la muerte

Hablar del accidente inevitablemente conduce a la pregunta: ¿qué significa hoy estar viva? Bruses responde con calma: “Me siento más viva que nunca. Mi psicóloga siempre me dice que resignifique las cosas. No tenerle miedo a la muerte me ayudó a saborear más la vida. Hacerme amiga de mis monstruos, aceptarlos como roomies, me da paz. Claro que a veces sabotean, pero ya no me asustan”.

Cuando le pregunto qué quiere que el público sienta con este disco, su respuesta es clara: “No quiero poner nada en la cabeza de nadie. Solo quiero que lo escuchen y me cuenten qué sintieron. Al final, me di cuenta que no estoy sola. Hay una comunidad que se identifica con estas letras, que encuentra empatía y sanación. Eso es lo más valioso: compartir”.

En ese compartir también se refleja su consejo para quienes atraviesan procesos de sanación: “Encuentra a alguien con quien hablar. Aunque creas que no, siempre hay alguien. Si no, escribe. A mí me salvó. Y si tienes la oportunidad, busca ayuda profesional. No es fácil, no siempre es accesible, pero puede salvarte”.

El lanzamiento de Desde el coma no solo consolida a Bruses como una de las voces más honestas del pop latino, también confirma que la música puede ser refugio, exorcismo y renacimiento.

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