Escenario

‘Contrarreloj’: Seguir exprimiendo al indestructible Liam Neeson

CORTE Y QUEDA. En un episodio más de cómo tratar de emular lo que hizo en Búsqueda implacable, ahora toca turno al cineasta Nimrod Antal de divertir con el fallido intento

cine

Fotograma de 'Contrarreloj'.

Fotograma de 'Contrarreloj'.

ESPECIAL

Fue en el 2015 que Dani de la Torre al lado del guionista Alberto Marini crearon una cinta llamativa por su carga de adrenalina llevada a buen puerto por el gran actor Luis Tosar en El desconocido, donde el poder de un hombre detrás de un teléfono desataba un thriller intenso de supervivencia al más puro estilo de Enlace mortal (Schumacher, 2002), cinta que en ese entonces planteaba cómo el ser humano está condicionado a contestar el teléfono si lo oye sonar sin saber lo que depara al otro lado de la línea.

Después de un par de remakes irregulares hechos en Corea del Sur (Amenaza explosiva, 2021) y Alemania (Steig. Nicht. Aus!, 2018), llega a cines la versión hollywoodense de ese emocionante thriller de acción con uno de los actores más populares en el género, el casi indestructible Liam Neeson, que bien podría tener ya un propio subgénero de tantas películas que protagoniza con tramas similares. En Contrarreloj (Retribution) es dirigido por Nimrod Antal (Depredadores, 2010) para mostrarnos nuevamente su fortaleza para salir de embrollos que jamás pidió resolver.

La premisa, como en la original y en el anterior remake, se centra en Matt Turner (Neeson), un ejecutivo bancario con problemas familiares que, en el día más inesperado, decide pasar más tiempo con sus hijos. Sin embargo, ese pequeño viaje mañanero se convierte en una pesadilla para Turner cuando recibe esa llamada misteriosa donde esa amenazado de muerte. Si Matt hace lo que le piden, salvará a sus hijos de la bomba que está en su auto, pero si se equivoca, flaquea o no hace lo que le piden, detonará el vehículo con todos dentro.

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La dirección de Antal carece de la emoción necesaria para este relato, meramente salvado por un Neeson que sabe ejecutar de maravilla estos papeles. Sin embargo, este ejercicio actoral no es novedoso como tampoco lo es la premisa, misma que tiene ecos fuertes de un gran éxito de los 90 con Keanu Reeves y Sandra Bullock, Máxima velocidad (de Bont, 1994). Es aquí donde el realizador húngaro estadounidense encuentra a su salvador en el experimentado actor de 71 años, que sabe perfectamente bien qué hacer ante la actitud de nula convivencia de sus hijos Zach (Jack Champion) y Emily (Lilly Aspell) hasta que todo se convierte en una locura.

A pesar de los tremendos convencionalismos del relato y su mediana ambigüedad moral, Neeson transmite la sensación de estar en un callejón sin salida a través de sus clásicos manierismos del padre furioso, remitiéndonos a varias de sus personalidades anteriores como El pasajero (2018) o Non Stop: Sin escalas (2014). La virtud radica en que, esta vez, el protagonista está limitado a un solo espacio: su automóvil, para transmitir toda la angustia y furia contenida en un mal día. Esto implica que, a diferencia de otros títulos, Liam no estará pateando constantemente traseros sino que mostrará su lado más vulnerable.

La trama es prácticamente una calca de la original con ligeras variaciones, por lo que aquellos que no conocen ninguna de las anteriores versiones pueden encontrar en Contrarreloj una ideal vía de entretenimiento eficaz. Sin embargo, para los que conozcan alguna versión anterior, se encontrarán con el mismo camino aderezado de los elementos clásicos como las traiciones inesperadas, las explosiones, muertes y el tema social tocado muy por encima acerca de la corrupción y la riqueza desnivelada, pues la aparente venganza a la que hace alusión su título en inglés no siempre es como la pintan.

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Es esa banalidad superficial la que se queda muy corta en esta visión que funciona, como en muchas otras cintas, como un mero vehículo de lucimiento para el maduro Neeson. La ruptura familiar y oportuna reconciliación a partir del hecho traumático es un mero factor que no tiene peso realmente en la historia. Las motivaciones del villano son bastante sencillas y la aparente complejidad del personaje de Turner nunca es cuestionada como si se hace en otros thrillers más contenidos como Locke (Knight, 2013) o El culpable (Möller, 2018) que no tiene la acción pero si el factor humano manejado de mejor forma, uno de los más grandes fallos del guionista Chris Salmanpour en esta adaptación.

Es así que Contrarreloj es otra más de esas aventuras de Neeson, un producto meramente funcional que trata de añadir un ritmo vertiginoso gracias a su edición y buenos momentos en la música, compuesta por Harry Gregson-Williams (El justiciero, Misión rescate) que sabe exprimir cada momento de las secuencias de persecución y tensión en medio de monólogos que oscilan entre lo tedioso o predecible. A pesar de esos detalles, la cinta se une a ese sub género de acción donde Liam es la estrella, el jurado y el ejecutor, lo cual resulta lo suficientemente atractivo para un proyecto que se aleja de la gloriosa Búsqueda implacable (Morel, 2008) y se acerca más a esos productos menores que ha entregado a destajo recientemente, inocuos pero divertidos.

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