
Con una trayectoria ya muy larga en el cine y la televisión, el australiano Phillip Noyce ha enfocado buena parte de su carrera (especialmente en la década de los noventa) a manufacturar relatos escapistas de acción y suspenso, entre los que figuran Juego de patriotas (Patriot Games, 1992); Sliver: Una invasión a la intimidad (Sliver, 1993); Peligro inminente (Clear and Present Danger, 1994); El Santo (The Saint, 1997); El coleccionista de huesos (The Bone Collector, 1999); Agente Salt (Salt, 2010) y Above Suspicion (2019).
Desesperada (The Desperate Hour, 2021), su más reciente película, se suscribe dentro de esa tendencia, aunque presenta algunas interesantes particularidades.
Amy (Naomi Watts) es una mujer que recientemente perdió a su marido en un accidente. Ella y su hijo adolescente Noah (Colton Gobbo) intentan lidiar con el duelo, pero la pérdida ha sido tan dolorosa para el joven, que este último cae en depresión y entre él y su madre se abre una brecha de silencio e incomunicación.
Un día, Amy sale por la mañana a hacer su rutina diaria de ejercicio, la cual incluye correr varios kilómetros a través de una zona boscosa cercana. Todo parece transcurrir normalmente, y se ejercita al tiempo que escucha en su móvil una playlist previamente preparado para tal propósito, efectúa y recibe algunas llamadas, y va organizando sus actividades cotidianas.
Pero poco a poco, Amy se percata de que algo raro está ocurriendo en ese lugar generalmente apacible. Se ven patrullas y coches pasar a gran velocidad, y no puede comunicarse telefónicamente con su hijo para corroborar si fue a clases. Finalmente, termina por descubrir que todo el alboroto a su alrededor tiene su origen en un terrible evento: una persona quien no ha podido ser identificada, se ha introducido armado en la escuela donde asiste Noah, y está llevando a cabo una masacre.
Tras este descubrimiento, la aterrada madre intenta (empleando su celular) averiguar si su hijo se encuentra en el colegio y si está bien; conseguir toda la información posible sobre lo que ocurre exactamente y, sobre todo, intenta, por todos los medios posibles, llegar al lugar donde tiene lugar el tiroteo.
Con esta premisa, Noyce concibe una narración estilizada y hasta cierto punto minimalista, filmada aparentemente en tiempo real (con ciertas pausas justificadas aquí y allá); rodada prácticamente en una sola locación y decide que todo el peso de la historia descanse en los hombros de su protagonista, a quien somete a un verdadero tour de force actoral, el cual es registrado por una cámara que no le da tregua, mientras corre angustiada por bosques y carreteras, intentando frenéticamente comunicarse con su hijo, y simultáneamente llamando por teléfono a medio mundo solicitando su ayuda, recibiendo apoyo de algunos, y evasivas por parte de otros. Entre los primeros se encuentra Dedra Wilkinson (Debra Wilson), una operadora del 911 con quien, a pesar de no haberla visto nunca, logra crear un vínculo e incluso cierta complicidad.
Y precisamente la situación de las llamadas (y de otras posibilidades tecnológicas que un Smartphone puede ofrecer) son herramientas para ir construyendo la trama, introduciendo suspenso y tensión dramática, así como las obligadas e inesperadas vueltas de tuerca, a las cuales el personaje central irá reaccionando y respondiendo lo mejor que puede. Muy al estilo de lo que acontece en los filmes Enlace mortal (Phone Booth, Schumacher, 2002), Línea de emergencia (The Call, Anderson, 2013), El culpable (Den skyldige, Möller, 2018), y sobre todo Celular: Llamada desesperada (Cellular, Ellis, 2006).
Asimismo, el argumento escrito por Chris Sparling emplea como detonador de la historia un tema de actualidad: los tiroteos que ocurren principalmente en escuelas y otros centros de estudio similares, los cuales tristemente se han vuelto asuntos muy cotidianos en Estados Unidos. Estos trágicos sucesos también han sido tema central de varias producciones que se han acercado al tema desde diversos ángulos y con distintas intenciones, abarcando desde el análisis profundo de dicho fenómeno a la explotación del mismo con fines comerciales. Cintas como Masacre en Columbine (Bowling for Columbine, Moore, 2002), Elefante (Elephant, Van Sant, 2003), Tenemos que hablar de Kevin (We Need to Talk About Kevin, Ramsay, 2011) y ¡Corre, escóndete, pelea! (Run Hide Fight, Rankin, 2020), son ejemplo de esos distintos enfoques.
Desesperada aterriza justamente en la última categoría, siendo el asunto de los tiroteos en las escuelas un mero pretexto empleado por Sparling y Noyce para confeccionar un thriller el cual, a pesar de su poco convencional puesta en escena, ingenioso desarrollo y notable desempeño histriónico por parte de Watts (quien desempeña su papel con eficacia y convicción), al final termina por ser nada más que un mero escapismo cinematográfico. Entretenido, pero rutinario.
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