Escenario

Diana Krall convirtió el Auditorio Nacional en un bodegón de Nueva Orleans

COBERTURA. La cantante estuvo acompañada por un trío magnífico encabezado por el guitarrista Anthony Wilson, el contrabajo Robert Hurst y el baterista Karriem Riggins

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Diana Krall en el Auditorio Nacional.

Diana Krall en el Auditorio Nacional.

OCESA/José Jorge Carreón

Desde el primer tema de su más reciente presentación en México, la cantante y pianista canadiense Diana Krall, dejó claro a los asistentes al Auditorio Nacional que esta noche no era un más para ella, al interpretar su versión al clásico de Peggy Lee, “I love being here with you”, cambió una estrofa para incluir al país en ella, quebrándosele la voz de emoción, presagiando el gran viaje musical que se viviría. Cerca de 6 mil 500 asistentes, cifra según Ocesa, disfrutarían lo que vendría.

Acompañada con un trío magnífico encabezado por el guitarrista Anthony Wilson, el contrabajo Robert Hurst y el baterista Karriem Riggins, la noche del 10 de noviembre, Diana Krall, convirtió el recinto de Reforma en un bodegón de Nueva Orleans donde sonó puro jazz, o mejor dicho, jazz puro, donde las interpretaciones de los temas dependían de las improvisaciones que en el escenario ocurrían.

“Let´s fall in love” dejó paso a una gran versión del clásico de Cole Porter, “Night and day”, seguidos por “This can't be love” de Nat King Cole, tema que, al presentar, Diana aprovechó para señalar la importancia ha tenido en su vida, al ser uno de los primeros que aprendió a tocar. Revelando, con gran emoción “ustedes no saben cuanto me gusta estar aquí, tenía ganas de regresar desde hace mucho tiempo, estar en el Auditorio Nacional, es como estar en casa, estar en el backstage es un sentimiento maravilloso”.

Hay que destacar que el escenario asemejaba uno de un pequeño foro de jazz, donde sin mayor escenografía que las luces los rodeaban, muy juntos entre sí, los intérpretes parecían transportarse al pasado para recordar los lugares donde había nacido ese ritmo.

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Temas como “You call it madness” dieron paso a “I've got you under my skin” que hiciera popular Frank Sinatra y que provocó uno de los grandes momentos de la noche, canción que cedió espacio a “I was doing all right” de George Gershwin. También habría espacio para “A case of you”, el emblemático tema de Joni Mitchell.

Para el cierre del concierto “East of the sun (and west of the moon)” sonaría, sorprendiendo a varios que no esperaban escuchar este tema y que en voz de Diana es una experiencia casi religiosa. Esta etapa cerraría con “Cheek to cheek”, tema de Irving Berlin y que hiciera famoso a Fred Astaire pero que haría suyo, como nadie más, Tony Bennett. En esta ocasión, la canción entraría en el mundo de la improvisación, donde cada uno de los músicos se tomaría su tiempo para jugar con su instrumento y robando su turno cuando el momento les era inspirado, tal y como lo dictan las reglas del jazz.

El encore llegó con “The look of love” de Burt Bacharach y Hal David, una potente y entrañable versión de “S’ Wonderful” para cerrar con algo que ella ya había hecho con los asistentes, “Fly me to the moon”, la cual cerraría el evento que duró cerca de una hora cuarenta minutos.