Escenario

‘Ghostbusters: El legado’, los cazafantasmas en las manos correctas

Este jueves llegó a las salas de cine nacionales la tercera entrega de Cazafantasmas, a 32 años de distancia de su predecesora en 1989

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Las secuelas o reboots de cintas clásicas en fechas actuales generalmente no alcanzan a llenar la expectativa con la que sus filmes originales fueron recibidos. De manera fallida solo consiguen jugar con el espectador y que su mayor fortaleza sea el factor nostalgia. Sin embargo, Ghostbusters: El Legado sabe cómo orientar su historia para que las generaciones que crecieron con esta saga y las que son más actuales, conecten con la historia.

La idea original viene desde 1984, aquel lejano año en que después de muchas complicaciones por fin lograron llevar a la pantalla grande a seres pegajosos y gigantescos malvaviscos que consiguieron equilibrar la balanza entre asustar y brindar comedia en lo que se volvería una cinta memorable para ver en la época de Halloween del año.

Inmediatamente después de su éxito, en 1986 sacaron una serie animada que alcanzó siete temporadas al aire, mientras que para 1989 fue estrenada la segunda parte que de fantasmas tenía poco. La franquicia trató de revivir muchos años después, pues hasta el 2009 fue lanzado un videojuego que se considera canon y fue tomado para intentar dar un cierre a este cuarteto de amigos. Todo esto fue mejor aceptado que la reinvención femenina de los personajes en 2016 que fue prácticamente destruida por la crítica y rechazada por los fans.

Pero finalmente parece que encontraron el equilibrio perfecto para esta nueva secuela, y qué mejor que el hijo del creador de esta historia, Jason Reitman, que llena los zapatos de la vara tan alta que dejó Ivan Reitman y es que solo alguien como él podía tener de primera mano la aprobación e instrucción de cómo llevarlo a cabo sin perder su toque personal.

‘Ghostbusters: El legado’, los cazafantasmas en las manos correctas

 

  

En este legado seguimos la historia de Phoebe (Mckenna Grace) y Trevor (Finn Wolfhard) que deben mudarse a un pueblo remoto en medio de la nada donde su abuelo les dejó una casa y en la cual tendrán que vivir los siguientes días porque entraron en quiebra en su ciudad natal. 

Dentro de esta casa se encuentran algunos artículos que fueron usados en esos años para detectar y cazar a los fantasmas, como es el caso del Medidor Pyke, el Rayo de Protones y las famosas trampas.

Gracias a la curiosidad de Phoebe es que desenvuelve el misterio de los sismos constantes y junto con su hermano y un amigo peculiar llamado Podcast (Logan Kim) se darán cuenta que realmente estaban destinados a esto, pues su abuelo fue nada más y nada menos que Egon Spengler, quien, a su manera, los orienta para saber cómo salvar a la humanidad de un viejo ser al que antes se han enfrentado.

Jason Reitman no es ajeno a realizar comedias. Anteriormente dirigió la multi nominada al Oscar Juno en 2007, algunos capítulos en la aclamada serie de The office entre ese mismo año y el 2008, y ha continuado en la industria también como productor y actor. No es de sorprendernos que con semejante carrera alcance a poner en el radar nuevamente al apellido Reitman.

Su dirección y guion, en el que fue ayudado por Gil Kenan, cumple un fan service que tanto los nuevos espectadores como el público admirador de la película original esperó por muchos años.

La música es algo que por muchos es recordar eternamente gracias a la letra de Ray Parker, Jr. a quien volvemos a escuchar en esta nueva entrega en el soundtrack, pero también mucho de la musicalización de Rob Simonsen de la película nos remonta esa era ochentera perdida en el espacio rodeada de un aura de tecnología que nos ayudará a adentrarnos entre risas y miedo para seguir los pasos de nuestros protagonistas.

En cuestión de escenario y vestuario, sentirte tan inmerso en la nada rodeado de minas y montañas nos saca de la zona de confort que había sido Nueva York en la primera entrega, transportándonos por completo a esa separación por parte del equipo y como cada uno sigue su rumbo por separado, mostrando el camino que tomó Egon Spengler y que su toque personal se note en cada escena a la que se le hace referencia, Eric Steelberg, director de fotografía, alcanza a adentrarnos a ese mundo con una nueva generación como espectadores. Podremos también apreciar su trabajo en esta misma área próximamente en la serie de Marvel, Hawkeye.

Finn Wolfhard como Trevor ya no es el niño que saltó a la fama por la serie de Stranger Things. Ahora es todo un adolescente que debería proteger a Phoebe, interpretada por Mckenna Grace. Entre los dos surge una química burlesca y juguetona, pero ellos son quienes llevan gran peso de la película zafándose de sus trabajos anteriores y logrando demostrar que ya no son más unos niños con papeles secundarios a los cuales deben demostrar su capacidad.

También compartiendo créditos tenemos al hombre más sexy del mundo de este año, Paul Rudd siendo el profesor nerd Mr. Grooberson que participará de manera activa para destruir a la ciudad por la amenaza que se avecina al ser poseído, pero también quien enseña a los niños por primera vez quienes son los Ghostbusters y la fama que tuvieron detrás.

No hay que dejar pasar que hay muchos cameos en la película y que nos encontraremos con guiños a la original entrega, llena de referencias que pegan justo en la nostalgia y reivindica una saga que no está muerta o atrapada en una trampa de fantasmas, sino que en las manos correctas logra saltar a la pantalla grande de nueva cuenta. Este nuevo filme se disfruta por igual si fuiste un cazafantasmas en tu niñez, como si tu legado continuará portando el uniforme.