Escenario

Jonás Trueba compite en Karlovy Vary con una lección sobre convivencia

COBERTURA. Es una llamada a restablecer lazos de convivencia en sociedades presas del enconamiento de opinión y los nacionalismos, que aspira a obtener el Globo de Cristal del certamen checo

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El cineasta dice que se apoya en la tesis que el filósofo alemán Peter Sloterdijk desarrolló en 'La quiebra de la civilización occidental'.

El cineasta dice que se apoya en la tesis que el filósofo alemán Peter Sloterdijk desarrolló en 'La quiebra de la civilización occidental'.

ESPECIAL

El Festival Internacional de Cine Karlovy Vary presenta hoy el filme del español Jonás Trueba, Tenéis que venir a verla, una llamada a restablecer lazos de convivencia en sociedades presas del enconamiento de opinión y los nacionalismos, que aspira a obtener el Globo de Cristal del certamen checo.

“La película insinúa, defiende una idea de convivir, de cómo convivimos en el mundo, de que tenemos que aceptar las diferencias, ya que muchos no piensan como nosotros y ellos también deben aceptarlo, y eso cuesta mucho”, indica a Efe Trueba en la ciudad balneario de Karlovy Vary, poco antes del pase oficial de su cinta.

El director de cine madrileño cuenta que con esta obra, estrenada el pasado día 17 en España, aboga por “cuidarse más (entre nosotros), por una sociedad más general, más globalista... No pensar tanto en España, en Cataluña, sino en el mundo. Ser ciudadanos del mundo, donde hay que encontrar unos equilibrios”.

La crisis sanitaria y social desatada por la pandemia de la covid no ha hecho sino aflorar un problema de “extrañamiento, del distanciamiento de personas, con las cosas”, dice Trueba.

En la trama de Tenéis que venir a verla, dos parejas de treintañeros se reúnen en una casa en las afueras de Madrid tras un largo período de confinamiento para reconstruir lazos que el coronavirus ha puesto a prueba.

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El cineasta dice que se apoya en la tesis que el filósofo alemán Peter Sloterdijk desarrolló en La quiebra de la civilización occidental, una civilización que está en la encrucijada de no saber a dónde va, por lo que se plantea cómo hacer más habitable el mundo con un retorno a la espiritualidad.

“Por eso resultan tan ridículos los nacionalismos, porque son exactamente lo contrario”, apostilla Trueba sobre unos problemas que le preocupan, pero que en el celuloide aborda con “ligereza”.

Es su sexto largometraje, y en él Trueba vuelve a contar en el reparto con la actriz navarra Itsaso Arana, con la que ya trabajó en La reconquista (2016) y La virgen de agosto (2019). Actúan también Vito Sanz, Francisco Carril e Irene Escobar.

Trueba se congratula de haber podido sacar adelante el proyecto de este celuloide tras un periodo de incertidumbre por la pandemia, y lo hizo con cuatro actores y pocas localizaciones.

Este formato minimalista, de tan sólo 64 minutos de duración, le ha permitido al cineasta seguir en su tradición de “hacer pelis con libertad, sin presión de entrada, más honestas, más genuinas, ya que perseguimos la frescura inconsciente”.

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“Benicio del Toro está entre los actores que atraen la mirada por su rostro característico, y su grandísimo talento interpretativo”, dijo Jiri Bartoska.

Algo que también ha respondido a las necesidades vitales del reparto, explica a Efe Sanz.

“Teníamos necesidad vital de juntarnos. Vamos a juntarnos. En esta (película) lo he sentido a nivel personal. Ha sido más necesario, más terapéutico. (Porque hacer cine) es sanador, es algo que te conecta con la vida”.

En esta evaluación coincidió asimismo el productor Javier Lafuente: “Tuvimos que hacer un diseño más exclusivo, con connotaciones más rigurosas. Partimos a priori de una cosa que nos juega a favor: el reducido número de personas, sin figuraciones ni elementos de apoyo. Pudimos trabajar a nuestra manera natural”, dijo Lafuente a Efe.

Sobre el rodaje durante la covid, que fue de tres jornadas en diciembre de 2021 y cuatro jornadas en primavera de 2022, Trueba destacó que han sido posible para él y su equipo ya que se han “hecho fuertes en los años de la crisis (2009-2010)”.

“Hemos aprendido a hacer cine en años duros, por las crisis anteriores y estamos más preparados para afrontar (hacer) películas en situaciones complejas”, explicó el madrileño.

“Somos más pequeños, acostumbrados a hacer las películas con muy poquito, y en momentos difíciles sufrimos mucho menos”, apostilló el director de cine.