Escenario

Juan Pin cuenta la historia de censura del documental ‘La Habana de Fito Páez’

COBERTURA. El filme llegó a proyectarse recientemente en Madrid donde el cineasta habló de la forma en que el gobierno cubano ha intentado cancelar el trabajo del cineasta

polémica

El cineasta Juan Pin.

El cineasta Juan Pin.

EFE/ Rosa Díaz

El director cubano Juan Pin Vilar no quiere que “las decisiones arbitrarias de gente mediocre” le quiten el sueño, pero la censura que sufrió su documental sobre Fito Páez en Cuba es, a su pesar, tema ineludible en el recorrido de la película por los festivales españoles, desde Málaga a Barcelona, pasando por Madrid.

Tras la proyección de La Habana de Fito en la Casa de América en Madrid, el realizador cubano dijo a EFE que “es una pena tener que hablar de censura, pero lo bueno de todo esto es que, con su decisión, lo que consiguieron fue que más gente quisiera ver el documental”.

Prueba de ellos es que en Madrid se agotaron las localidades y parte del público se quedó fuera de la sala. Los espectadores también mostraron interés en el Festival de Málaga, primera parada del recorrido español, y en Barcelona, donde clausurará el LATcinema el 17 de marzo.

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Un idilio de treinta años entre Fito y el público cubano

El documental tiene como hilo conductor una entrevista a Fito Páez, en la que el roquero relata su larga y estrecha relación con Cuba: desde su primera visita en 1987 al Festival de Varadero invitado por Pablo Milanés hasta el cierre de la gira de 2016 en el Teatro Karl Marx de La Habana.

Treinta años de amor correspondido entre el músico argentino y el público cubano, con momentos históricos como cuando Fito compartió escenario con las Van Van, a los que considera “los Rolling Stones latinos”, o cuando en 1993, en pleno periodo especial, ofreció un concierto gratuito en la Plaza de la Revolución de La Habana.

En aquella ocasión viajó a Cuba con su mujer, la actriz Cecilia Roth, que en el documental recuerda con mucho cariño el agradecimiento del público por aquel regalo y narra con sentido del humor el encuentro con Fidel Castro.

En visitas posteriores, Páez tuvo conocimiento de dos acontecimientos que le impactaron: los rumores de que Castro había ordenado la muerte del revolucionario Camilo Cienfuegos y el fusilamiento de tres jóvenes que secuestraron una lancha para emigrar a Estados Unidos.

La mención de estos dos temas, junto a la frase, en boca de Páez, de que “no se le puede echar la culpa de todo al embargo” fueron la causa de que el ministerio de Cultura cubano cancelara la proyección del documental en La Habana, según Juan Pin.

“Lo prohibieron porque me consideran un traidor”, dice el realizador, que afirma tener más películas censuradas en Cuba, como la que narra como Pablo Milanés fue encerrado, siendo muy joven, en las llamadas Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP), donde recluían a homosexuales, religiosos y a jóvenes de conducta no revolucionaria.

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El cineasta Juan Pin

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“No me botaron todavía de Cuba porque soy mediático”, dice Juan Pin, reconocida figura de la cultura cubana e hijo del fundador de la televisión del país.

Cuando prohibieron el documental, intelectuales cubanos de prestigio firmaron un manifiesto de denuncia, pero “hay otros realizadores, sobre todo los jóvenes, a quienes les pasa lo mismo y nadie se entera -añade-. Ellos están ahora en Madrid repartiendo comida a domicilio”.

“Pero lo más grave es que lo que le pasa al mundo de la cultura cubana es solo la punta del iceberg -agrega-. Son la cara visible porque son conocidos”.

La Habana de Fito es un paseo por los recuerdos comunes de Fito Páez y Juan Pin, amigos desde hace treinta años, pero es también un retrato de “cómo todo fue degenerando”.

Las imágenes del concierto de Fito Páez en el Festival de Varadero transmiten una frescura “que se perdió cuando llegaron esos funcionarios grises y Pablo Milanés tuvo que dejar la dirección del festival”.

“El próximo documental que voy a hacer -anuncia Juan Pin- es sobre lo que pasó en Cuba desde la muerte del Che hasta los años ochenta, esa sovietización del Partido es lo peor que le ha pasado a Cuba”.