Escenario

‘Oldboy’; A dos décadas de una de las venganzas más recordadas del cine

TICKET AL PASADO. En una entrega más de las películas que marcaron a nuestros cineastas toca hablar del filme más popular del coreano Park Chan-wook, el cual tendrá un reestreno conmemorativo

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Fotograma del filme.

Fotograma del filme.

Cortesía

A veces es difícil asimilar el paso del tiempo para todos aquellos que crecimos en la década de los noventas, casi como sentir que nuestra vida se ha fragmentado y algunas de esas piezas se han perdido en el vacío, obligándonos a pensar que es más reducido todo lo que hemos vivido. Cuando llegan a nosotros frases como “aquel clásico” o “esa película antigua” en referencia a cintas con las que crecimos o cambiaron nuestros paradigmas personales, algunos solemos sentir como si un balde de agua fría fuera arrojado a nuestra cabeza, despertándonos de un largo sueño y sacando a relucir el hecho de que esto es verdad, el mundo avanza, y no podemos hacer otra cosa más que disfrutarlo.

Es así como hace algunos días me enteré de la restauración de una de las piezas que conforman el tríptico de la venganza del cineasta coreano Park Chan-wook, ya que hace 20 años llegaría a cines asiáticos para mostrarnos cómo el paso del tiempo puede destruir la mente humana. Es curioso como solemos encontrarnos con obras tan emblemáticas durante nuestra juventud, y es que fue gracias a mi pasión por el anime lo que me conecto con este filme de culto.

El ambiente universitario suele ofrecerte la entrada a muchos mundos que te dirigirán hacia el futuro, tus aficiones, metas e inquietudes. El mundo de la cultura japonesa llegó a mi durante mi adolescencia, una sociedad que despertó mi gran curiosidad a través de sus productos de anime y manga, desprendiendo historias que se alejarían por completo del mercado estadounidense que suele invadir los mercados audiovisuales de todo el mundo.

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Oldboy, la obra nipona escrita por Garon Tsuchiya e ilustrada por Nobuaki Minegishi, llegaría a mis manos de manera digital, aunque incompleta, con el pretexto de funcionar como un antecedente para lo que me enfrentaría después. En palabras de la persona que hace diez años me acercó a la producción de Park Chan-wook, “estás a punto de ver una locura de película”, y vaya que tendría razones y motivos para justificar esa idea.

Oh Dae-Su (Choi Min-Sik) es secuestrado después de estar en medio de una borrachera, un encierro que duraría 15 años, alejado del mundo y de su familia. Los días transcurrían y sus únicos vínculos con el mundo serían una pequeña televisión y su mente, la cual intentaba analizar quienes podrían ser las personas con motivos suficientes para hacer tal acto de violencia.

Veinte años, una cifra que parece no tener mucho peso en tantos contextos pero que, si lo aterrizamos en el tiempo que ha transcurrido desde el estreno de una película, puede resultar un tanto abrumador para algunas personas. Y es que ese es el periodo que ha pasado desde el estreno de Oldboy (2003), un largometraje que se popularizó con el paso del tiempo, tanto con el boca a boca como con la llegada de los tiempos digitales, donde la información se comparte de forma inmediata, algo que, sí tenemos que reflexionarlo, era normal que sucediera.

Una de mis primeras preguntas tras ver por primera vez esta obra fue ‘¿qué pasaría si yo estuviera encerrado durante 15 años?’ ‘¿cómo cambiaría mi mente y personalidad?’ Es curioso como esto fue resuelto gracias a la trágica pandemia y, de cierta manera, pudimos tener un bocado sencillo sobre lo que Oh Dae-su pudo haber vivido durante esta violenta historia.

‘Oldboy’; A dos décadas de una de las venganzas más recordadas del cine Video

Con la curiosidad de haberme acercado, de manera incompleta, primero al manga que sirvió como referencia directa para la confección de la cinta, mi cabeza había formado ciertas expectativas, las cuales fueron desechadas por el vertiginoso ritmo que el director coreano introdujo en su obra, y es que Oldboy es una pieza que no te ofrece momentos de calma, incluso cuando “baja su intensidad” tus ojos no pueden despegarse de la pantalla ante la necesidad que se conforma de armar un rompecabezas de venganza cinematográfica.

Han destruido la vida un hombre frente a tus ojos, te encuentras observando sus desesperados métodos para no caer en la locura, y aún así parece que esto no surte el efecto deseado en el protagonista, cada una de sus ideas van siendo desechadas poco a poco, hasta que el momento de quiebre ha llegado…

¿Libertad? ¿Se encuentra libre? ¿Cómo ha sucedido? ¿Cuál es el objetivo de su captor? ¿Qué es lo que hará de ahora en adelante? Chan-wook no hace más que plantear cuestionamientos constantemente, las migajas del pan son lanzadas al rostro del espectador, porque el espectador es el propio Oh Dae-su, y descubriremos que el mundo no posee un manual de supervivencia ni de socialización, cada acto que realicemos posee una probable consecuencia, y es bajo esta premisa sobre la que se sostiene esta pieza de culto audiovisual.

Una bestia ha sido liberada, y es este animal semi-racional el que intentará darle un nuevo significado a su nueva vida, liberándose de su pasado, desempolvando cada una de sus acciones y enlistando sus posibles pecados, porque estos nunca desaparecen, y si te descuidas, pueden molerte a palos en medio de un pasillo, y lo único que tendrás para defenderte es un pequeño martillo de arrepentimiento que de poco servirá ante las verdades absolutas, es decir, “Todos podemos afectar las vidas de los demás” ya sea de forma positiva o negativa.