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‘The mean one: Un siniestro cuento de Navidad’: Más risas que sangre

CORTE Y QUEDA. La adaptación del cuento infantil llegó a las salas de cine nacionales bajo la dirección de Steven LaMorte

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Fotograma del filme.

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Cortesía

En 1957 el escritor Theodor Geisel, mejor conocido como Dr. Seuss, publicaría un cuento infantil acerca del verdadero espíritu navideño y una peculiar criatura que odiaba esta festividad a tal grado de querer robársela y parar así con los villancicos, las luces y toda esa energía jovial. Con un corazón reducido varias tallas y un pelaje verde, el Grinch (o en el libro y la cinta animada en español, también bautizado como Odeón) se ha convertido en el personaje por excelencia para criticar estas fechas, dando una moraleja interesante acerca de la excesiva comercialización de estos días.

Sin embargo, este cuento infantil da un giro violento, satírico e incluso con elementos de horror en la adaptación escrita por Flip y Flin Kobler, The mean one: Un siniestro cuento de Navidad, donde nuestro infame enojón verde se convierte en un brutal asesino que desata toda su ira en plena Navidad mientras que la adorable Cindy Lou se convierte en una vengadora anónima en busca de librar a la gente de su natal pueblo de Villa Nueva del peligro que este monstruo representa para todos los amantes de la colorida festividad.

El director encargado de esta versión no autorizada del Grinch, a quien por obvias razones no se le menciona de esa forma y cada vez que se intenta algo sucede que lo impide, es Steven LaMorte, quien tiene un gran acierto en encontrar al protagonista ideal para hacer de un brutal monstruo asesino en David Howard Thornton, actor que brincó al estrellato gracias a su personificación de Art el Payaso en la saga de Damien Leone, Terrifier. Aquí, nuevamente envuelto en maquillaje y con esa expresividad maligna que le sale por naturaleza sumado a su mutismo combinado con sonidos guturales, resulta ser una gran elección para el papel.

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Fotograma del filme.

Thornton utiliza la teatralidad de sus gestos cuando puede, simulando ciertos movimientos que incluso Jim Carrey en la versión oficial del cuento de Dr. Seuus le otorgaba a la verde criatura. Sin embargo, es cierto que se nota esa vibra del mismo Art en sus asesinatos y actos crueles en los momentos donde el sadismo de The Mean One explota contra sus víctimas, eso sí, de una forma más moderada a la de su otra encarnación malévola.

Por otra parte, el guion sabe darle un giro interesante al cuestionar de una forma bastante ramplona a la cuestión del monstruo y el odio inherente que existe en las personas a través de los prejuicios sin considerar los daños a terceros. Esto se genera a través de la descalificación de Cindy que hacen al simplemente tacharla de loca o incluso a los actos que ciertos miembros de esta pequeña villa toman con tal de salvaguardar a su comunidad, sin importar de qué tanta sangre se manchen sus manos.

Claro que estos temas son tratados muy por encima, jamás se ahonda en una complejidad o culpa al respecto. Todo se da de forma derivativa, siguiendo los pasos de otros ejemplos de cintas de bajo presupuesto que se toman libertades para juguetear con ciertas figuras, como fue el caso de Winnie Pooh: Sangre y miel (Frake-Waterfield, 2023), pero con una ligera mejora en su manufactura que esta última, no sin estar exenta de sus fallos en varios aspectos técnicos o actorales.

En este caso, la fotografía es un factor que oscurece algunos de los momentos sorpresa donde The Mean One aparece, quitándole impacto a sus actos. Si bien se entiende que el director busca crear una atmósfera misteriosa para crear un impacto mediante el clásico recurso del jump scare o de una violencia impactante, aquí no llega a funcionar del todo, mostrando las limitaciones en la producción. Asimismo, la música también parece salida de una cinta de miedo hecha para televisión, no influyendo en la creación de tensión o en la manufactura de una buena secuencia para el gran villano o los inoportunos héroes que lo enfrentan.

Las actuaciones también dejan mucho que desear pues hay miembros de este cast que no son capaces de demostrar un buen desempeño, como la productora Amy Rose Schumacher y su lamentable antagónico o el cameo de uno de los guionistas, Flip Kobler, que no aporta nada más que ser carne de cañón para las maldades de nuestro verduzco ser que repudia la Navidad pero ama la carne humana. Ni qué decir de la protagonista, Krystle Martin o del policía medio torpe, encarnado por Chase Mullins, que son incapaces de transmitir de buena forma cierto miedo.

A pesar de ello, el tono fársico de este filme de bajo presupuesto hace que las desventuras de la vengativa e inestable Cindy Lou y el Mean One de Thornton sean medio entretenidas si no son tomadas en serio. Es ahí donde este Siniestro cuento de Navidad puede encontrar sus adeptos para convertirse en algo de culto, pues son más las risas que la sangre y el gore lo que llega a funcionar de una historia a todas luces dispareja y con problemas de dirección que, por lo menos, entrega un gran chiste alternativo para las temporadas navideñas a pesar de su perceptible irregularidad que algunos podrán encontrar divertida y otros odiarán tanto como el Grinch a la Navidad.