Escenario

‘¡Qué viaje con papá!’, una travesía dolorosa por la falta de gracia

CORTE Y QUEDA. El actor y cineasta Rob Schneider regresa a la pantalla grande con una comedia familiar a la que no le alcanzan las buenas intenciones para cubrir sus carencias cinematográficas

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Aunque existe la insistencia en mencionar que esta cinta es una comedia familiar, a todas luces se aprecia que este comediante no ha logrado adaptarse a ese tipo de humor

Aunque existe la insistencia en mencionar que esta cinta es una comedia familiar, a todas luces se aprecia que este comediante no ha logrado adaptarse a ese tipo de humor

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Director, guionista y actor, pareciera que Rob Schneider puede (o quiere) hacer de todo. Desde sus inicios, cuando formaba parte de la generación de Saturday Night Live a principios de los 90, su comedia física y el compañerismo al lado de otros cómicos como Adam Sandler, David Spade o Chris Rock le ayudaron a forjar una carrera en cine con un particular sentido del humor que resultaba incorrecto y grotesco. Basta recordar Animal (2001) y el díptico de Gigoló por accidente (1999 y 2005) donde Schneider mostraba esa burda comedia enfocada a los adultos.

Pero las cosas han cambiado en el mundo del entretenimiento, especialmente en la comedia, misma que ha tenido que evolucionar de las burlas de flatulencias y chistes escatológicos hacia algo más elaborado. Schneider, ahora casado y con hijos, intenta hacer ese cambio para bien dejando atrás el mundo de los chistes grotescos para enfocarse en algo mucho más familiar. Sin embargo, el histrión no ha encontrado buen camino para este nuevo enfoque familiar al ser canceladas dos de las series que ha protagonizado y en las que, al parecer, ha perdido su gracia.

Pero Schneider no se rinde y ahora como productor y director, decide volver al ruedo de los largometrajes con una producción independiente llamada ¡Que viaje con papá!, donde de nueva cuenta el comediante intenta plantear una comedia enfocada en la familia, específicamente entre padres e hijos, haciendo nuevamente mancuerna tanto con su esposa, la mexicana Patricia Maya Schneider, que coescribe el guion, como con su retoño, Miranda Scarlett Schneider, quien protagoniza su primer largometraje al lado de su padre.

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Rob interpreta a Larry Buble, un tipo a todas luces fracasado que sigue su sueño de inventor sin éxito. Esto afecta la relación con su hija, Meara (Miranda Scarlett Schneider) por lo que para enmendar las cosas, decide llevarla de viaje en vacaciones de primavera, siendo un desastre total. Su suerte cambia al encontrarse de manera accidental con los Arechavaleta (Mónica Huarte y Miguel Ángel Munguía), una pareja de influencers de turismo que acabarán por ayudar a este padre torpe y su talentosa hija.

Aunque existe la insistencia en mencionar que esta cinta es una comedia familiar, a todas luces se aprecia que este comediante no ha logrado adaptarse a ese tipo de humor. Basta con sufrir casi la primera mitad del filme en el que Schneider trata desesperadamente de ser gracioso con su físico pero no provoca la reacción de antes. Esto, aunado con un guion que padece de problemas narrativos al no saber para dónde ir o en qué enfocarse.

Y es que si bien la cinta hace alusión a ese lazo entre padres e hijas además de las complicaciones que se pueden tener en ello, nunca se desarrolla del todo, haciendo que gran parte pinte como protagonista el señor Buble cuando en realidad la idea termina por irse hacia otro lado. Esto hace que los chistes, incluyendo una larguísima secuencia de flatulencias digan de las cintas de Schneider, Sandler y toda su camada, se sienta no sólo poco divertida sino anacrónica, como un humor noventero que ya no funciona bien.

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Además, Schneider demuestra sus flaquezas como actor y director. Primero, el histrión no logra transmitir la carga dramática de los problemas que enfrenta para trabar lazos con su hija, haciéndose siempre el chistoso o retomando su comedia física que tanto le rindió frutos en sus mejores tiempos. Ahora, verlo hacer este tipo de situaciones lo hacen ver mal o hasta aburrido. Ni que decir en la parte de la realización, donde Rob tiene una edición digna de telenovela del Canal de las Estrellas así como una horrible musicalización que busca generar siempre lo que la historia no puede.

Pero no todo es tan malo en este viaje, pues hay elementos como ciertas historias entre Larry y Meara que están bien hechas. La razón por la que esos breves momentos brillan son gracias a la colaboración de Andrés Aguilar, quien genera estos momentos con el recurso de la animación que luce salida de The Cupcake Show, cargadas de un humor negro que conecta de buena forma. Fuera de ese gran acierto, la cinta de comedia independiente tropieza constantemente ante la falta de ritmo y gracia del relato.

Así , ¡Que viaje con papá! resulta ser en sus actores, lo soso de su relato y la nula capacidad de Schneider para dejar atrás la comedia que tanto le ha dado y enfocarse en algo mucho más complicado: sus personajes. Si bien la película tiene buenas intenciones en ese aspecto, no le basta para salir delante de semejantes problemas que, tristemente, hacen que uno quiera irse de viaje a otro mundo cinematográfico.