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Universidad Panamericana

La deuda pública como espejo de una encrucijada

El Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas en su edición de noviembre de su REVISTA IMEF hace una radiografía descarnada de la situación de la deuda del sector público mexicano: partiendo, y con una sencillez clarificadora, se nos dice que: “a septiembre 2025 la deuda pública de México se encuentra prácticamente el doble de lo que era hace siete años (diciembre de 2018)”. Esa cifra, aún para quien se ha acostumbrado a los números macroeconómicos, produce un sobresalto: lo que era entonces una carga ya relevante, hoy se ha vuelto una espada de Damocles que cuelga sobre el crecimiento, la inversión, la estabilidad fiscal.

La Revista IMEF no se contenta con consignar cifras: advierte que no se trata únicamente del aumento del numerador (la deuda), sino también del estancamiento del denominador (el producto interno bruto), lo que convierte la razón deuda/PIB en un pulso creciente hacia lo insostenible. Es decir: crecer, crecer, crecer o de lo contrario, la deuda devora el mínimo respiro que el país pudiera tener.

Deuda pública

Y este llamado cobra especial tono de urgencia cuando la Revista recuerda que la deuda bruta del sector público podría alcanzar el 57 % del PIB al cierre del año, un nivel comparable al de países como Sudáfrica en 2021, justo antes de perder el grado de inversión. El paralelismo es grave: México, por su condición de país con grado de inversión, no puede permitirse ese camino sin que se desencadenen efectos colaterales sobre el tipo de cambio, la inflación, la confianza.

Hay que reconocerle al IMEF tres virtudes que hacen de este trabajo un aporte relevante para la discusión pública:

1.-Claridad: los datos están expresados de modo que cualquier ciudadano con curiosidad puede ver la magnitud del problema: “a cada hombre, mujer y niño le corresponde aportar 8,022 dólares para el pago total de la deuda”, en comparación con 4,480 dólares en 2018. “There is no such thing as a free lunch” (no hay lonche gratis) dijera Milton Friedman. Los excesos populistas se tienen que pagar.

2. Rigor técnico: no se conforma con cifras aisladas, sino que pone el foco en el indicador correcto (deuda bruta del sector público, no sólo la del Gobierno federal), y en los componentes que realmente afectan la sostenibilidad: PIB, crecimiento, empresas estatales como Petróleos Mexicanos (Pemex) y Comisión Federal de Electricidad (CFE) que requieren garantías y apoyo del Estado mexicano.

3. Oportunidad: publicado en noviembre de 2025, el análisis llega en buen momento para alimentar la reforma fiscal, las decisiones de inversión, la vigilancia ciudadana sobre el endeudamiento. Es una voz que exige ser escuchada.

Por ello, la Revista IMEF adquiere en este contexto un papel de tribuna responsable: brinda no sólo datos, sino un lente crítico sobre uno de los retos estructurales de la economía mexicana.

Si atendemos a la lógica del IMEF, el país estaría enfrentando una grave bifurcación: o bien se avanza hacia un ajuste estructural‑crecimiento que aumente el denominador (PIB) o bien se prolonga la senda de endeudamiento y se pisa la pendiente hacia niveles de riesgo mayores. Entre los caminos sugeridos están: reducir el déficit a niveles más sostenibles (el Fondo Monetario Internacional sugiere 2.5 % del PIB como meta moderada) y fomentar reformas para aumentar el crecimiento potencial macroeconómico.

No se trata simplemente de alarmar: como lo expresa el artículo: “Endeudarse menos siempre es un buen consejo”. Pero tampoco basta con recomendaciones vagas: se requiere una hoja de ruta seria que conecte los ingresos fiscales, la inversión productiva, la disciplina del gasto y la mejora del entorno institucional.

*Mtro. Luis Alberto Güémez Ortiz / Universidad Panamericana (UP)

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