Ya les habíamos comentado sobre el festival musical argentino: Cosquín Rock, que como cada año se celebrará en febrero en la provincia de Córdoba; este año se realizará una extensión del mismo festival en la ciudad de Guadalajara con bandas mexicanas.
La banda elegida para cerrar el capítulo mexicano del Cosquín Rock es una agrupación mítica del rock: Caifanes.
Según nos comenta Saúl Hernández, guitarra y voz líder de esta agrupación, el nombre surgió de una palabra acuñada en los años cuarenta, en la época de los pachucos, quienes dentro de su mezcla de lenguajes denominaban así a los amigos que les caían “fine” (bien), y que después se comenzó a utilizar para describir a personas que vivían al borde de la ley, que lideraban el barrio, que no tenían miedo ante nada, y por la normal evolución del lenguaje la palabra terminó siendo: caifán; Saúl cuenta que en su niñez, su madre llamaba a los grupos de hombres que estaban en las esquinas, aparentemente sin hacer nada, esos caifanes.
La historia de esta agrupación comenzó cuando Saúl Hernández (bajo y voz) junto con Alfonso André (baterista) y Alejandro Marcovich (guitarra líder) formaron la banda. Las Insólitas Imágenes de Aurora en 1984, nombrada a partir de un cuento escrito por Saúl; originalmente fue creada por Carlos Marcovich, hermano de Alejandro y estudiante de cine, únicamente para tocar en una fiesta y hacer un cortometraje con músicos buenos pero desconocidos para que no le cobraran mucho. Se logró el cometido del filme y decidieron continuar con esta banda.
En el ambiente rockero de los ochenta había pocas opciones para presentarse, excepto en lugares más bien underground, por lo que sus inicios fueron complicados. En su momento fueron músicos de apoyo de Miguel Bosé, Alaska y Dinarama y Laureano Brizuela. Finalmente en 1986 se disolvió a causa de los primeros roces entre Saúl y Alejandro.
Saúl, junto con Alfonso, decidió crear un nuevo proyecto e invitó al bajista y productor Sabo Romo y a Diego Herrera, teclados y saxofón; inicialmente sus influencias de imagen eran más tendientes al movimiento dark, siguiendo el estilo de bandas como The Cure y The Jesus And Mary Chain, intentando crear un contraste con la música que se escuchaba en la radio, que en su mayoría era balada pop.
Cuentan que en la disquera CBS México escucharon su demo pero al final decidieron rechazarlos, aduciendo que: “nuestro negocio es vender discos, no ataúdes”, y su director general espetó un simple: “parecen putos”; aún así, como ya habían logrado crearse una base de seguidores en los distintos hoyos funquis de la Ciudad de México, lograron que los invitaran como acto de apertura para la gira de Miguel Mateos y fue el productor de este artista, Cachorro López, quien finalmente los apoyó porque le encantó el sonido de la banda, además de que él sabía que sí había interés de las disqueras por impulsar el movimiento de “Rock en tu idioma”; él mismo les produjo sus primeros dos discos.
El álbum: Caifanes se publicó en 1988, de inmediato fue un éxito, primero por su sencillo: “Mátenme porque me muero”, y aún más porque, en una decisión reconocida como de mucha valentía, decidieron incluir un cover de una canción cubana de Guillermo Rodríguez Fiffe llamada: Bilongo o La Negra Tomasa; originalmente esta pieza es una salsa, pero ellos la convirtieron en una sabrosa cumbia con su estilo propio y con algunas variaciones a la letra original; su intención era celebrar sus orígenes humildes y darle a su disco un único toque de arrabal.
La Negra Tomasa fue un gran éxito; aunque en su momento, muchos rockeros le lanzaron miradas de desprecio a Caifanes al considerarlos vendidos por romper con los cánones de lo esperado de un grupo de rock; aún así, ha sido catalogada como una de las mejores canciones de rock en español de la década de los ochenta.
Caifanes fue la primera banda de rock en triunfar en el Auditorio Nacional, con dos fechas en que les abrieron a La Maldita Vecindad y Fobia; Saúl cuenta que un poco después, tras una tocada en un bar se encontraron con Alejandro Marcovich y en ese reencuentro lo invitó a integrarse a la banda.
Ya convertidos en quinteto, iniciaron la grabación de su segundo álbum: El Diablito; la fuerza y versatilidad que aportaron las guitarras de Marcovich se notan claramente en piezas como: “La célula que explota”, “Detrás de ti”, “Antes de que nos olviden” y “Los dioses ocultos”.
Su siguiente disco fue producido por un gran músico, Adrian Belew, ex King Crimson, y en 1992 publicaron: El Silencio, considerado como uno de los mejores discos de rock mexicano de todos los tiempos y uno de los más influyentes; incluía temas como: “No dejes que”, “Miércoles de ceniza” y “Nubes”; en “Piedra”, Saúl nos cuenta sobre sus adicciones, en “Metamorféame” hicieron su canción más hard y en “Mariquita” convirtieron un son jarocho en canción rockera.
En 1993 realizaron la hazaña nunca lograda antes por un grupo de rock mexicano cuando llenaron el Palacio de los Deportes, con Santa Sabina como apertura. En ese mismo recinto, pero en 1991, habían ofrecido un concierto mano a mano con Soda Stereo, que aunque fue un éxito, no había sido un lleno total.
Como en la historia de tantas agrupaciones: cuando llega la fama, las giras, los viajes, los excesos, la vida fuera de casa, la continua convivencia, y demás, fueron las razones que, en 1994 provocaron los problemas entre los integrantes, por lo que Sabo Romo y Diego Herrera abandonaron el proyecto; Caifanes se convirtió en un trío.
Aún así, publicaron el que sería su último álbum de estudio: El Nervio Del Volcán; grabado con el último apoyo de sus compañeros que se iban, este disco nos ofrece la muestra total de madurez de la banda, con temas mágicos como: “Afuera” y “Ayer me dijo un ave”.
Entre uno más de sus muchos logros, fueron los primeros latinos en ser invitados a grabar un MTV Unplugged, pero la historia del rompimiento vivido en su banda original, Las Insólitas Imágenes de Aurora, simplemente se repitió: Saúl y Alejandro rompieron en su momento de mayor éxito; Saúl calificó el Unplugged como un concierto “angústico”. Caifanes acababa de abrirle el concierto a The Rolling Stones y venía de participar en el concierto WOMAD con Peter Gabriel; sus diferencias los llevaron a cancelar su participación en la reedición de Woodstock en 1994.
El 18 de agosto de 1995, ya con las tensiones al tope y al borde de la explosión, ofrecieron su último concierto en San Luis Potosí, con Cuca como teloneros. A pesar del intento de Carlos Marcovich de unir en un abrazo conciliatorio a su hermano Alejandro con Saúl, la suerte estaba echada: Caifanes se disolvía.
Para el festival Vive Latino de 2011, Caifanes volvería a los escenarios y con su alineación original; contra todos los pronósticos hicieron una gira de dos años y medio hasta que llegó un nuevo rompimiento con Marcovich.
Al final, el legado de Caifanes incluye tanto a la voz de Saúl Hernández como los inigualables y expresivos solos de guitarra de Alejandro Marcóvich; antes de que los olviden.
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