La domesticación y sus matices
Los seres humanos, desde hace milenios, hemos domesticado a determinadas especies animales. Algunas para nuestra alimentación, otras para utilizarlas como fuerza de trabajo. Finalmente, tenemos aquellas “privilegiadas” que destinamos para la socialización y la convivencia porque sentimos por ellas simpatía o empatía.
Con estas últimas hemos logrado hacer vida en común: son parte de nuestra comunidad o incluso las consideramos familia. Como si de un pariente se tratara, tenemos servicios funerarios para mascotas y hasta cementerios para darles sepultura y poderlas visitar.
Costos de la convivencia
Nuestra diaria convivencia con gatos, perros, aves canoras, hámsteres… nuestro casi capricho de adentrarlos a nuestro entorno cultural o humano ha tenido para ellos un costo en cuanto a su equipamiento biológico, corporal e instintivo.
A nuestras mascotas las hemos moldeado conforme a nuestras condiciones de vida, y más aún ahora, con entornos más tecnológicos donde la constante es la omnipresencia de las máquinas. El animal, en general, por mucho que lo eduquemos y modifiquemos, siempre será un insumo, un bien o, en el mejor de los casos, un extranjero, un forastero de nuestra antroposfera.
Mascotas ciudadanas
Darles la ciudadanía en esta antroposfera ha implicado adaptarlos a nuestras condiciones materiales, producto de nuestra modificación de la naturaleza. La ciudad prevalecerá, de continuar nuestra ruta de progreso, como el hábitat del ser humano; pero también de sus mascotas.
Como referencia cultural de esta casi inexorable realidad está la película animada La vida secreta de tus mascotas (o simplemente Mascotas, de 2016), que imagina que nuestros amigos peludos se interrelacionan entre ellos durante el tiempo que permanecen solos en las casas de sus amos.
Secuestrados en la comodidad
El animal tiene hambre, necesidad de naturaleza, y nosotros los hemos secuestrado —al menos a algunas especies— en nuestras sociedades del confort. Quizá no la pasan tan mal, pero los hemos hecho exageradamente dependientes de nosotros; nos hemos apropiado tanto de ellos que, deliberadamente, los hemos humanizado.
Es todo un fenómeno el de los perrijos y gatijos. El investigador del ITESO, Jesús Arturo Navarro Ramos, sostiene que para muchos jóvenes —sobre todo de las generaciones alfa— la presencia de Dios se les manifiesta, casi panteístamente, en sus mascotas.
Tecnología al servicio de las mascotas
Queremos integrar a las mascotas en nuestro mundo tecnológico y semiótico, que se sientan confortables en él, así como nosotros también disfrutamos de nuestra vida artificial.
Si los chinos ya desarrollaron un dispositivo de inteligencia artificial para comunicarnos a la distancia con nuestros perros, al que por un tema de marketing llaman “celular” (esto será tema para otra colaboración), unos desarrolladores israelíes, también amantes de los animales, en 2009 abrieron un canal de TV para perros.
No es un Animal Planet canino o pensado para los dueños de perros. Literal: el canal es para que lo vean nuestros cuadrúpedos amigos.
Una idea que nació con un gato
Como lo explica su creador, Ron Levi, tuvo su eureka a partir de un pesar que lo agobiaba respecto a su gato Charli. Sentía que lo dejaba mucho tiempo solo para ir a trabajar y quiso buscarle una forma de entretenerlo durante sus ausencias.
Le hizo un menú de videos de YouTube a Charli para que los viera mientras él estaba fuera, y fue así que le vino la idea: ¿por qué no crear un canal de televisión para mascotas que les ayudara a sobrellevar el estrés y la ansiedad de su soledad? Una mascota feliz, por ende, un dueño feliz.
Así nació DOGTV
Para no dejarlo en tan solo una ocurrencia, para Pet TV se asesoró con científicos, investigadores y expertos en mascotas, quienes lo ayudaron a comprender la psique de los animales y su forma de reaccionar a diferentes tipos de programación.
El resultado: los perros, más que los gatos, eran receptivos a este tipo de entretenimiento. Levi tomó la decisión: se enfocaría solo en los perros, naciendo así DOGTV, con contenidos pensados exclusivamente en su entretenimiento.
Televisión pensada para canes
Para lograr un canal de televisión para consumo canino, no se podían pasar por alto ciertas consideraciones cognitivas de los perros. La televisión para humanos no les atrae debido a un factor visual: nosotros percibimos el movimiento a partir de las 30 imágenes por segundo; en cambio, los canes requieren al menos 75 imágenes por segundo.
Los programas ordinarios les resultan demasiado estáticos y, por ende, aburridos. Además, está el factor etológico de que son más susceptibles al movimiento. ¿Han visto cómo reacciona un perro cuando ve a alguien correr o a una motocicleta a gran velocidad?
¿Dónde ver DOGTV?
DOGTV es televisión de streaming que estuvo primero disponible en Israel y actualmente puede ser contratada en más países, incluidos los Estados Unidos y México. ¿Alguien interesado?
¿De qué va DOGTV? Tiene programas ideados científicamente para entretener, relajar e incluso educar a los canes, acostumbrándolos a ciertos ambientes y ruidos.
El precio de la contratación va de los 10 dólares al mes hasta los 75 por todo el año.
¿Un perro frente a la pantalla?
Puesta en acción la plataforma, como podría esperarse, al parecer algunos perros sí responden al contenido de DOGTV favorablemente; otros son totalmente indiferentes.
¿Quiere mucho a su perro?, ¿lo quiere desestresar? Sáquelo de paseo, llévelo al parque… Por su tecnofilia, el individuo postmoderno se ha rodeado de máquinas, volviéndose casi patológicamente dependiente de ellas. Ahora, tal parece que quiere contagiarles su amor a las pantallas a sus mascotas.
Qué imagen más postmoderna: un can echado en el sillón viendo un video de dos perros jugueteando amigablemente, mientras su dueño revisa mensajes de WhatsApp.